La Galicia vaciada de pequeño comercio

Manoli Sío Dopeso
m. sío dopeso VIGO / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

MIGUEL SOUTO

La despoblación acelera el cierre de negocios en las cuatro provincias gallegas, en las que se han perdido casi 4.000 tiendas entre el 2015 y el 2019, con Ourense liderando la caída en España

30 dic 2019 . Actualizado a las 21:37 h.

¿La tienda de alimentación o la farmacia cierran porque la gente se va del pueblo? ¿O es al revés? ¿No será que los vecinos se van marchando del pueblo porque se quedan sin servicios? El dato cierto es que Galicia pierde población y con ella decenas de negocios de trabajadores por cuenta propia. El profesional autónomo, ese que casi nunca enferma ni coge vacaciones, envejece; y la falta de relevo amenaza con acelerar el proceso de despoblación en muchas zonas de las cuatro provincias gallegas.

A cuentagotas, en silencio, de forma casi invisible, el pequeño comercio de proximidad se extingue. Y está ocurriendo de forma acelerada en pueblos y parroquias, en donde ya no queda otra alternativa que desplazarse en coche hasta para ir a comprar el pan. El apagón comercial es un fenómeno extendido, que deja un panorama de calles salpicadas de locales cerrados en las ciudades, pero es en las zonas más despobladas en donde las consecuencias se agravan.

Desde noviembre del año 2015 hasta el mismo mes del 2019, el número de autónomos del comercio ha pasado de 53.301 a 49.411 (de 812.668 a 778.936 en el conjunto de España), lo que se traduce en un descenso de 3.890 negocios, y una caída del 7,3 %.

La provincia que porcentualmente más autónomos ha perdido en el período de estudio, objeto de un informe elaborado por la Federación de Autónomos ATA es Ourense con un descenso del 11,7 %. Le siguen en mayor pérdida porcentual de autoempleados del comercio Palencia (-11,1 %), Burgos (-10,2 %), Huesca (-9,6 %) y Guipúzcoa (-9,2 %).

Toda Galicia en negativo

Pero lo más revelador de este estudio es que, al igual que ocurre con los datos de la pérdida de población, ninguna de las cuatro provincias se salva de la destrucción de actividad comercial, y con valores negativos mucho más altos que el -1,4 % de media española. Destaca el dato de A Coruña con un -7,2 % de caída de autónomos del comercio (1.509 en los últimos cuatro años), seguida de Lugo (-6,4 %) y Pontevedra (-6,2 %).

Las señales de alerta que arroja este estudio son elocuentes. «El comercio es el sector que más ha acusado el proceso de despoblación. Cuando en un pueblo se cierra el pequeño negocio el pueblo muere, y cuando no se dan oportunidades reales de emprendimiento y relevo generacional en esos mismos pueblos, los jóvenes se marchan y los comercios pierden toda posibilidad de clientes. Donde se cierra un comercio se pierde la vida del pueblo. Allí donde se pierde población, como es Asturias, Galicia o Castilla y León, más se resienten los autónomos», explica Lorenzo Amor , presidente de ATA.

«Allí donde se pierde población es donde más se resiente el comercio autónomo»

Estos datos, además, se enmarcan en una situación de pérdida generalizada de autónomos del sector en el conjunto del país. «El comercio se enfrenta a grandes retos como son la venta on line y la digitalización, que va a obligar a los comerciantes a renovarse. No se volverán a recuperar aquellas cifras precrisis», prosiguen desde ATA, que ofrecen la siguiente cifra para evidenciar la magnitud del proceso: «En España, en los últimos cuatro años, se han perdido de media 23 autónomos del comercio al día». El problema de la Galicia vaciada de pequeño comercio se agrava con el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional.

Tomando como referencia la base de datos de la Seguridad Social, el resultado es que en España 7 de cada 10 autónomos personas físicas superan los 40 años, y más de 700.000 (el 7 % del total) superan los 57 años.

En Galicia, comunidad que peina más canas que ninguna otra, la situación es peor: solo el 26 % de los autoempleados es menor de 40 años y, lo más preocupante, la cuarta parte del grupo afiliado (suma 209.563 inscritos, al cierre del mes de noviembre) tiene ahora 57 años o más, una situación que podría disparar el gasto en pensiones de este colectivo en los próximos años, según advierten desde la organización de autónomos UPTA.

Ni empleados, ni sucesores

Esto quiere decir que de aquí a los próximos 5 años, más de 56.000 autónomos gallegos se jubilarán, y con ellos se acabarán gran parte de estos negocios, ya que la mayoría no tienen ni empleados ni sucesores para dar continuidad a la actividad.

Por si fuera poco el impacto de la despoblación de negocios, Eduardo Abad, secretario general de UPTA sostiene que, ante tal sangría, el gasto en el pago de las pensiones en el RETA se encarecerá en más de 1.000 millones de euros anuales y llegará a pasar de los 20.000 millones en el 2026.

«La situación se agrava con el envejecimiento y la falta de relevo para los negocios»

Según sus cuentas, en España se necesita un crecimiento mínimo de 20.000 autónomos netos cada año para que el sistema de pensiones sea sostenible. Esto es, que reducir la diferencia entre lo que se recauda en el régimen de trabajadores por cuenta propia, unos 12.000 millones anuales; y lo que se gasta, casi 19.000 millones. En el caso de Galicia, el número de altas netas necesarias se eleva a 5.000, según Abad, una cifra difícil de alcanzar, sobre todo si se tiene en cuenta el ritmo acelerado de destrucción de empleo autónomo que se viene registrando en la comunidad de forma continuada: hay 7.910 afiliados netos menos que hace cuatro años.

Las ayudas al autoempleo, en especial la tarifa plana (cuota de 60 euros a la seguridad durante los dos primeros años) han incentivado en lo que va de año 20.203 altas, que viene a ser una media de 84 nuevos autónomos al día. Pero el ritmo de destrucción de negocios es mayor. Porque el régimen de autónomos, entendido como fórmula de autoempleo, no garantiza estabilidad laboral. Al contrario, ya que el 80 % de las actividades que se emprendieron con esta ayuda han causado baja, según recuerda el secretario general de UPTA.

Uno de cada cinco autoempleados del sector servicios trabaja todos los días del año

El autoempleo tiene ventajas, como la de no tener que rendir cuentas a ningún superior, pero también tiene inconvenientes, más allá del rendimiento del negocio. Por ejemplo, las horas que deben dedicarle a su empresa.

En España, el 21% de los profesionales de este colectivo no disfruta de ningún día de descanso a la semana. Así lo revelen los datos que ha facilitado la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) tras un estudio realizado sobre las estadísticas de la Seguridad Social. «Esto implica que uno de cada cinco autónomos trabaja los siete días de la semana, algo que se da especialmente en el sector servicios», afirma la organización de trabajadores por cuenta propia.

En lo que respecta a las horas de trabajo que dedican estos profesionales a su negocio, el estudio señala que el 82 % está activo entre 7 y 10 horas al día, de lunes a viernes. Este horario se extiende también a sábados y domingos en el sector servicios, con la hostelería como principal protagonista.

Por otro lado, el porcentaje de autónomos que dedica más de 10 horas al día al trabajo es de un 14 %, una cifra para nada desdeñable. Y puestos a analizar los horarios, también cabe reseñar que en el estudio se ha detectado que 6 de cada 10 profesionales por cuenta propia no consideran que tenga un horario flexible.

Además, más del 50% admite que no incorpora ninguna medida de flexibilización de horarios entre sus empleados.

Con estos datos en la mano, el presidente de UPTA, Eduardo Abad, pide medidas de calado al Gobierno que se constituya finalmente. «Es necesario promover un cambio en la Constitución en el que se especifique el derecho al tiempo de descanso como derecho fundamental», afirma. «Esto implicaría una racionalización de horarios por parte del Gobierno, lo que exigiría un pacto de Estado entre los principales partidos políticos», aclara Eduardo Abad.

Esta organización, además, propone impulsar más políticas de conciliación laboral, familiar y personal, así como fomentar la corresponsabilidad entre hombres y mujeres.