Jacobo Campo Sáez: «Mi padre me decía que para dirigir una empresa hay que estar. Es lo que hago»

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

GONZALO BARRAL

El sucesor de Epifanio Campo dirige un grupo con 200 empleados que factura 35 millones de euros

15 sep 2022 . Actualizado a las 21:33 h.

Jacobo Campo Sáez (A Coruña, 1985) dirige, junto a su hermana Blanca, el grupo Rodonita, que popularmente es conocido por el nombre de su padre, Epifanio Campo. Tres años después del fallecimiento del emblemático empresario gallego (aunque nacido en un pueblo de León), su hijo lleva sobre sus hombros un hólding muy diversificado con unos 200 trabajadores en Galicia y una facturación de 35 millones en el 2018, que en este 2019 se convertirán en 37.

-¿Qué consejos le daba su padre sobre cómo dirigir las empresas?

-Que para dirigirlas y que no se te vayan de las manos hay que estar presente, que parece una tontería. Estar, me decía. Y es lo que estoy haciendo. Tenemos muy buen equipo y lógicamente no puedo estar en todas partes, pero lo intento. De pequeñito me llevaba a las fábricas, me contaba, me explicaba...

-El grupo está muy diversificado. Tienen fábricas de ladrillo y material refractario, parques eólicos, plantas de tratamiento de residuos, como la de Sogarisa en As Somozas, y PMA... ¿Cuál es la división más importante?

-En cifras, quizá la renovable...

-Porque el negocio cerámico...

-En crisis permanente. La fábrica de material refractario de Vilalonga (Sanxenxo) va bien, tenemos un nicho de mercado en la industria cerámica muy bueno. Vendemos a EE. UU., China, Rusia, Francia, Alemania, Suramérica, Suráfrica, y ahora estamos intentando meternos en Australia. Esta división está creciendo. Luego las fábricas de ladrillo de A Laracha y la de tejas, ladrillos especiales y termoarcillas de Mesía ya no van tan bien. Nos han comido mucho terrenos los materiales sustitutivos, como el cartón-yeso. Estamos intentando darle la vuelta a esto, pero no es fácil. Pero, dicho esto, el ladrillo es el germen de todo y seguiremos apostando por él.

-Pero ¿no han notado cierta revitalización del sector de la construcción tras la crisis?

-Algo sí, pero no es suficiente. Se construye más, pero no hay grandes obras.

-¿Son esas fábricas de ladrillo su gran preocupación?

-Me gustaría sacar productos nuevos que salven el ladrillo (tenemos a 25 trabajadores en A Laracha y a 23 en Mesía), me refiero al material, no a las fábricas, y haremos todo por reinventarlas, por buscar nuevas oportunidades de mercado, es lo que más me quita el sueño quizá.

-Fuera de Galicia no tienen fábricas, ¿no se lo plantean?

-Lo tenemos todo en Galicia, y así vamos a seguir de momento. Estamos creciendo, pero aquí. Mi padre tuvo ideas, pero a mí me decía que había que estar, y no se podía.

-¿Qué proyectos de inversión manejan?

-Tenemos parques eólicos en O Xistral, y acabamos de presentar el proyecto para ampliar uno de ellos con una inversión de cuatro millones. También vamos a montar instalaciones de autoconsumo en A Laracha y en Sogarisa. Además, en la planta de tratamiento de residuos industriales de As Somozas acabamos de abrir una nave nueva, que es modélica, para tratar los lixiviados del depósito de seguridad tras una inversión de cuatro millones. También haremos una planta de estabilización y una nave de maduración más grande. En PMA dedicaremos otros cuatro millones para adaptarla a nuevas exigencias medioambientales. En total, en el 2018 invertimos cuatro millones; este año, casi diez; y en el período 2020-2025, otros doce.

-Su padre también abrió una bodega y un criadero de ostras en Malpica, ¿son rentables?

-El criadero ahora sí, vamos a ampliar instalaciones, pero durante muchos años mi padre lo aguantó.

-¿Era un sentimental?

-Sí, sí, en ciertos negocios, muy sentimental. No le importaba que un negocio fuese mal si otros iban bien. Yo creo que mi padre no cerró ningún negocio, estaba encima, intentaba mejorarlo, pero no era de descartarlo a la primera. Era un empresario de los de antes, ahora es más complicado.

-¿Qué es lo más difícil de ser empresario? ¿Tomar decisiones que no le gustan, por ejemplo?

-Tenemos mucha suerte porque no tenemos problemas con el personal. Al final los conoces a todos, me cuentan sus problemas, lo que creen que hay que mejorar, también me piden cosas, es un trato muy directo. Es gente de casa. Es una empresa muy familiar.

-Una de sus empresas, Conteco, acaba de fusionarse con Gestan.

-Eran las empresas más potentes del área de A Coruña en la gestión de residuos de obra. Gestan era nuestra competencia directa, pero teníamos buena relación y decidimos fusionarnos para aprovechar sinergias y bajar costes. Eran dos empresas medianas y ahora se han convertido en una grande con 35 camiones y 600 contenedores. Tenemos proyectos nuevos, el área de A Coruña se nos queda pequeña y queremos crecer por Galicia.

-¿De qué manera ha impactado la crisis en el grupo?

-En Sogarisa tratamos residuos que generan otras empresas, y al disminuir actividad recogíamos menos. Fue una crisis general, lo que pasa es que cada vez se tratan más residuos porque la Administración está cada vez más encima. Queda mucho por investigar en el mundo del reciclaje.

-También acaban de presentar la cátedra Epifano Campos en la UDC.

-La idea surgió hace un año, después de que el rector y la vicerrectora del campus de Ferrol visitaran Sogarisa. Acabamos de firmar un convenio de colaboración para el intercambio de conocimiento, para que los alumnos puedan venir a hacer visitas y prácticas. Decidimos llamarle Epifanio Campo como homenaje a mi padre, claro.

Un emporio que emergió en Sanxenxo 

El hólding empresarial creado por Epifanio Campo se denomina Rodonita, del que penden trece sociedades de la rama medioambiental, de materiales de construcción, Ostreira (criadero de ostras y almejas), Bodegas Petrón, Rodonita Energía, con los parques eólicos, una planta fotovoltaica en la fábrica de Vilalonga y las de cogeneración de las tres fábricas. Jacobo Campo explica que el centro del grupo se divide entre A Laracha y en Vilalonga (Sanxenxo), «donde empezó todo». Allí, «el tío de mi padre montó una empresa de cerámica a partir de unas concesiones de arcilla que tenía, y allí vivió mi padre de pequeño». Después vino la de A Laracha. Luego, Campo fue diversificando y ampliando las cerámicas con la de Mesía, donde elaboran productos más especiales (tejas y ladrillos de grandes formatos). El empresario montó también dos fábricas de prefabricados de hormigón para obra pública y se metió en el negocio de los residuos con PMA. De la mano de la Xunta participó en la creación de Sogarisa en 1995.