Jesús Lence, el hombre que empezó abriendo piñas y acabó forjando un gigante lácteo
LA GALICIA ECONÓMICA

El fundador de Leche Río fue un emprendedor férreo y meticuloso en el trabajo y muy humano fuera de él
21 nov 2019 . Actualizado a las 22:07 h.Jesús Lence fue emprendedor cuando el término ni existía. Hombre consagrado al trabajo y defensor de sus ideas, encajaba a la perfección en la definición de empresario hecho a sí mismo. El fundador del Grupo Leche Río era de los que no rehuía la confrontación ni se achicaba ante los problemas. Férreo y minucioso en el trabajo, humano fuera de él.
La pequeña aldea de Souto de Torres, en el municipio lucense de Castroverde, le vio nacer a principios de los cuarenta. Allí vivió hasta los siete años, cuando se trasladó con su familia a Lugo. Su padre montó un aserradero en San Roque al que un Lence adolescente se incorporó. También vendían leña, carbón y piñas, que, como contó a La Voz, ponía al sol para poder comercializarlas más rápido. Ahí, dijo, descubrió que era un comercial. Pero el aserradero entró en tiempos difíciles y su familia decidió cambiar las tablas por los motores. Puso en marcha una estación de servicio y un garaje, y la empresa se volvió pujante.
Con 23 años y el título de perito industrial bajo el brazo, Lence decidió que era momento de volar solo. Pidió un crédito que su padre avaló y puso en funcionamiento su propia estación de servicio en O Corgo.
El salto al sector lácteo
Aquellos inicios fueron solitarios. Echaba al negocio horas y más horas, mientras su instinto empresarial se agudizaba hasta el punto de ser capaz de detectar oportunidades donde otros solo habrían visto problemas. Sucedió que una empresa valenciana que transportaba leche desde Ribadeo le debía una gran cantidad de dinero del gasoleo. Lence se plantó en la capital del Turia para reclamar lo que era suyo y acordaron saldar el conflicto con los cinco camiones que operaban en Galicia y León. Así se zambulló en el sector lácteo.
La infatigable apuesta por crecer llevó a Lence a explorar el transporte de leche entre Francia y España. La empresa engordaba y todo marchaba bien, pero el régimen franquista quiso proteger el mercado interior y el empresario se vio con una docena de camiones parados. ¿La solución? Negociar la instalación de tanques de frío en las granjas gallegas y montar un centro de enfriamiento en Baralla. Luego llegaría el paso a la transformación láctea y el aumento sostenido de una firma que por mucho que creció y amplió horizontes y sectores, siempre permaneció bajo la meticulosa supervisión del industrial.
A lo largo de su trayectoria, a Lence no le importó meterse en charcos, enfrentarse a las organizaciones agrarias en plenas movilizaciones o declararse a favor de medidas que eran de todo menos populares entre los productores. Se topó con la justicia por varios vertidos, procesos que le llevaron a apartarse durante un tiempo de la primera línea empresarial. Pero regresó y continuó trabajando hasta el último día.
La tenacidad y el carácter que mostraba el empresario se volvían bonhomía en el hombre, siempre sensible ante el padecimiento ajeno. Quizás en eso influyó el hecho de que su hijo varón -son tres hermanos-, con veinte años, tuviese que enfrentarse a un linfoma. Se recuperó, pero la lucha marcó a Lence, un mecenas del baloncesto amante de los coches deportivos que ya es parte de la historia del sector lácteo de Galicia.
Pesar entre la sociedad por el empresario, por el que mañana se oficiará un funeral
Jesús Lence Ferreiro falleció el viernes a la noche en el sanatorio Polusa, en Lugo, a los 78 años. Su capilla ardiente quedó instalada ayer en la sala número 3 del tanatorio As Gándaras-Serfuja, donde a última hora de la tarde tuvo lugar una misa. La familia no recibía duelo y agradeció que no se enviaran flores.
El funeral por el empresario lucense, que será incinerado, tendrá lugar mañana lunes a partir de las siete de la tarde en la iglesia parroquial A Nova.
A lo largo de toda la jornada de ayer se sucedieron las condolencias por el fallecimiento del industrial, fundador de Leche Río y máximo accionista del Club Baloncesto Breogán, que presidió durante varios años. El que hoy es su presidente, Jesús Lázare, se mostraba ayer abatido por la pérdida. «Siempre fue receptivo a cualquier solicitud, participativo e integrado en el proyecto, muy involucrado con los niños y todo lo que tuviera que ver con la cantera».
El presidente de la Diputación de Lugo, Darío Campos, mostró su pesar por la «pérdida de un gran empresario», pieza clave en el sector lácteo de Galicia que «ha marcado una época». El político auguró que el mundo lácteo «lo va a echar en falta» y confió en que la empresa continúe adelante sin el industrial.
La alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, la Confederación de Empresarios lucense, el secretario general de Unións Agrarias, Roberto García, o el presidente de la cooperativa láctea CLUN, también mostraron su pesar. Lence deja tras de sí la estela de un hombre forjado a sí mismo y que siempre creyó en Galicia.