La falta de mano de obra obliga a comprar robots para ordeñar vacas

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. Alvite REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

ALBERTO LÓPEZ

Las granjas tienen muchas dificultades para encontrar trabajadores cualificados

14 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada día son menos, pero mucho más grandes, con mayor número de animales, de superficie de cultivo y, por tanto, con mayores necesidades de mano de obra. Sin embargo, las granjas lácteas gallegas pasan dificultades para encontrar trabajadores que se hagan cargo de tareas tan importantes como son el ordeño del ganado.

Esta circunstancia está provocando que cada vez más explotaciones se interesen por sistemas alternativos para la extracción de la leche, como los robots de ordeño. Lo confirman desde las oficinas agrarias comarcales que, sin concretar cifras, sí constatan un aumento importante de los ganaderos que incluyen aparatos de este tipo entre las inversiones de sus planes de mejora. «Cada vez hai mais explotacións que consideran esta posibilidade, porque mentres o número de animais non deixa de medrar, a man de obra é máis reducida», explica un técnico de la Consellería do Medio Rural en la comarca de Barbanza, que señala que son las explotaciones de tamaño medio las que más se están planteando un cambio de sistema: «Aínda que hai de todo, son as granxas de entre 40 e 70 vacas as que máis se interesan polos robots».

En Galicia se instalaron 70 máquinas el año pasado y son ya casi 400 las que están operativas (solo en Mazaricos, el primer productor de leche de la provincia coruñesa, hay cerca de una treintena de aparatos). Y eso a pesar de su elevado coste -el precio medio de uno de estos robots ronda los 120.000 euros- y de las limitaciones que plantea el hecho de que cada máquina solo tenga capacidad para ordeñar un máximo de 750.000 litros anuales, la producción de unas 70 u 80 vacas. Esto significa que una granja con un número superior debe instalar una segunda unidad.

«Estamos colocando na orde dun robot novo por semana e son moitos os que chaman para preguntar polo seu funcionamento e a posibilidade de adaptalo ás súas necesidades», apunta David Peiteado, técnico comercial de Lely, una de las firmas de robots con mayor implantación en las zonas de Barbanza y la Costa da Morte, que señala que estos sistemas no solo mejoran la vida del ganadero, sino que le permiten ahorros importantes en mano de obra y mayor rendimiento económico, al aumentar más de un 10 % la producción de las vacas.

Por el contrario, sus detractores critican los elevados costes de mantenimiento y otros perjuicios derivados de la falta de adaptación al nuevo sistema. «Para estar sempre pendente do robot [la máquina envía un aviso al móvil del ganadero cada vez que hay un problema], prefiro estar pendente das vacas pola mañá e pola noite e desentenderme», apunta José Manuel Antelo, un joven ganadero de Zas que, sin embargo, reconoce las dificultades para hacerse con mano de obra dispuesta a realizar este trabajo. «A xente prefire cobrar o mesmo ou incluso bastante menos e traballar nun bar ou nun supermercado. Parece como se non estivese ben visto ser gandeiro ou traballar nunha granxa», se lamenta.

Sueldos de hasta 1.400 euros con fin de semana libre

Es cierto que las condiciones varían enormemente entre unas granjas y otras, dependiendo del horario o del tipo de trabajo que se realice. La mayoría oscilan entre los 700 euros que puede estar cobrando una persona que se dedica únicamente a los trabajos del ordeño -dos horas por la mañana y otras dos por la tarde- y los 1.400 euros que llega a cobrar un operario a jornada completa. Ese es, al menos, el importe que actualmente desembolsa un ganadero de Mazaricos a uno de sus trabajadores incluyendo dos fines de semana libres al mes y días de libranza entre semana. «Penso que as condicións non son tan malas, e aínda así cústame traballo atopar xente para a granxa», lamenta.

Pero ¿cualquiera puede trabajar en una granja lechera? Las explotaciones han adquirido un grado de modernización y un nivel de mecanización inimaginable hace tan solo unos años. Esto no significa que todo el mundo pueda trabajar en ellas.

La realidad es que cualquier persona con un mínimo de condiciones físicas puede ejercer, por ejemplo, de ordeñador, pues tanto la rutina del trabajo como el manejo de la instalación resultan relativamente sencillos. De hecho, hay ganaderos que prefieren operarios sin experiencia previa, dado que les resulta más fácil enseñarles las nuevas pautas del ordeño que despojarlos de vicios ya adquiridos. Más difícil sería iniciarse en trabajos relacionados con el manejo de maquinaria o con el de animales dentro del establo, donde la formación en distintas disciplinas es casi imprescindible.