Micebo, la empresa gallega que recoge miñocas por todo el mundo

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

Una compañía ordense importa gusanos vivos desde países como Vietnam o China y los vende en España y Europa

07 feb 2019 . Actualizado a las 11:48 h.

De Vietnam, de China, de Estados Unidos, de Francia y también de los arenales gallegos. Miles de gusanos con características de lo más dispar conviven en la nave de Micebo, una empresa situada en Ordes que centra su actividad en la importación y venta de cebo vivo. Pero hay más. Porque en los más de dos mil metros que ocupan las instalaciones de estos emprendedores gallegos, se mueven bichos de todo origen y condición. Junto a las miñocas procedentes del mar -las grandes protagonistas de este negocio- también conviven cangrejos y gusanos de río. Miles de cebos que salen a diario para hacer las delicias de los pescadores patrios, pero también las de nuestros vecinos lusos o galos.

Y los chicos de Micebo quieren más. Porque actualmente están peleando para conseguir colocar sus cajitas con gusanos anélidos en otros países del mundo. Mientras tanto, trabajan a diario para satisfacer las peticiones de tiendas pequeñas y no tan pequeñas. Del millón de raciones que venden anualmente, gran parte de ellas acaba en Decathlon, uno de sus mayores compradores: «No vendemos a particulares de manera directa, porque una de nuestras políticas de empresa es no convertirnos en competencia directa de nuestros principales clientes, las tiendas», explican.

Necesidades muy especiales

Entrar en las instalaciones del equipo que capitanea Miguel Casas, el fundador de Micebo, es una auténtica experiencia. Los catorce trabajadores que actualmente tiene en plantilla se dedican a recibir y preparar con cuidado y mimo las diferentes especies que cada día aterrizan en su nave procedentes de los puntos más dispares del planeta. «Tenemos actualmente entre 15 y 20 especies diferentes de gusano. Y cada una requiere unas condiciones para vivir muy específicas», explica este emprendedor. Nada se deja al azar. A lo largo del recinto se erigen diferentes salas acondicionadas a la temperatura que requieren los bichos: «Cada gusano es un mundo. El americano, por ejemplo, se mantiene a una temperatura de entre cuatro y cinco grados; mientras que el Cordelle, que solo lo tenemos en verano, necesita treinta grados para poder sobrevivir».

Tampoco sirve cualquier embalaje para sacarlos al mercado. Hasta este detalle pasa por la lupa. En las cajas, junto a las miñocas, viaja un lecho fabricado con diferentes materiales según el bicho que se pose encima. «Algunos van sobre un relleno de celulosa tratada, otros viajan sobre arena, otros van con algas...», explica Miguel Casas.

Escuchar al fundador de Micebo hablar sobre el vasto mundo de los gusanos es un continuo aprendizaje. Muy pocos se imaginan todo lo que se encuentra detrás de este sector. «El gusano americano es uno de los más apreciados por la gran mayoría de los pescadores porque es uno de los más eficaces. Tiene cuatro dientes de metal y una de sus cualidades es que expulsa gran cantidad de sangre y líquido, lo que lo convierte en una de las presas más atractivas para doradas, lubinas y sargos». Observar a los animales que allí tienen es una constante sorpresa. El conocido como Tita Palangre, un gusano de espectacular tamaño que puede llegar a medir 35 centímetros de largo y más de dos de ancho, es un ejemplo de ello. Este bicho, importado de Francia o Portugal tiene mucha demanda en zonas como Andalucía, Levante o Cataluña. «También tenemos el Cordelle, que puede llegar a alcanzar los dos metros de longitud, o el Llobarrero, que es uno de los mejores para pescar y cuyo precio ronda los doce euros por una sola unidad». Tampoco tiene pérdida el anecdotario que manejan: «Alguna vez hemos tenido problemas para conseguir la especie de Tita Bibi, procedente de las costas de Vietnam, porque de repente corrió el rumor entre los chinos de que tenía propiedades especiales y curativas y empezaron a comérselos».

Un continuo I+D

El producto que manejan requiere cuidado, trabajo y mejora continua. Por ello, estos ordenses han hecho del I+D una de las bases de su política de empresa: «Hace poco hicimos una gran inversión para mejorar las condiciones de la planta», explican. No es de extrañar. Situados en una zona de interior de Galicia, Micebo ha tenido que hacer de la tecnología y la innovación una de sus principales bazas para poder trabajar. Sus gusanos requieren agua salada, que traen desde la zona de costa cada semana en un camión. La depositan en unos grandes tanques y de ahí la distribuyen por las salas dispersas por las tres plantas que de las que dispone la empresa.

Desde el 2009

El camino ha sido largo. Miguel Casas empezó en esto del cebo en el 2009 «por casualidad», asegura. Los primeros pasos de Micebo se hicieron desde la casa de sus padres. Poco a poco fue viendo que esto de las miñocas tenía su mercado y la propia demanda y el tiempo le fueron llevando a crecer y a apostar por mejores instalaciones. En el 2012, llegó el acuerdo con Decathlon, que escogió a esta empresa gallega como su principal proveedor de cebo vivo; y desde entonces no ha dejado de crecer. «En verano, la época en la que más demanda tenemos, recibimos a la semana cuatro importaciones de diferentes países y todos los gusanos que nos llegan los vendemos en esa misma semana. Aquí casi no tenemos stock parado, en cuanto nos entra la materia prima, al poco tiempo sale».

Este movimiento de producto les exige medir muy bien las cantidades que piden y adelantarse a las circunstancias. La necesidad les ha convertido en expertos meteorólogos. El tiempo determina mucho la demanda de gusanos. Cuando el sol asoma por las costas españolas, los pedidos se disparan. «Hay gente que está esperando a la puerta de la tienda incluso antes de que abra para comprar cebo vivo y salir pronto a pescar», sentencian.