Pisos turísticos y movilidad laboral disparan el alquiler en las ciudades

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

SANDRA ALONSO

A Coruña, Santiago y Vigo son las capitales que sufren la burbuja porque es donde se concentra la demanda

15 abr 2019 . Actualizado a las 21:17 h.

El modo de viajar está cambiando. Hace años que los alojamientos turísticos tradicionales (hoteles, hostales, pensiones o cámpings) conviven con las viviendas turísticas que se anuncian en plataformas como Airbnb o Homeaway. Galicia no es ajena al fenómeno. El registro de la Xunta, según datos facilitados esta semana, tiene contabilizadas 7.494 de estas viviendas. Más allá de que solo en grandes destinos turísticos como Sanxenxo o Santiago de Compostela haya registradas 1.516 y 487, respectivamente, hay otras ciudades como A Coruña o Vigo donde su número alcanza las 258 y 235 respectivamente. Mucho más modesta es su presencia en Pontevedra (101); Ourense (81), Lugo (63) y Ferrol (32). De todas formas, desde la Consellería de Cultura y Turismo matizan que «estas cifras non significan que estean operativas en todo momento, pois as vivendas de uso turístico poden alternar un uso residencial e un uso turístico». Por esa razón, recuerdan, «as plataformas online de comercialización non só publicitan vivendas de uso turístico, senón tamén outras tipoloxías de aloxamento».

La irrupción de esta oferta comienza a dejar huella en el mercado de la vivienda, sobre todo en las tres principales ciudades de Galicia: Santiago, A Coruña y Vigo. Desde la Federación Galega de Empresa Inmobiliarias (Fegein) apuntan que este es uno de los factores que influye en el alza del precio de los alquileres experimentada en esas tres capitales, pero matizan que no es el único. «Hay ciudades como Santiago en las que la vivienda turística ha disparado el precio del alquiler, sobre todo en el casco histórico, donde la gente prefiere alquilar a turistas. De hecho, hay estudiantes que han tenido que buscar en ayuntamientos limítrofes. En A Coruña, el peso de ese factor en el alza de las rentas es compartido al 50 % entre los pisos destinados al turismo y la movilidad laboral. En Vigo, este último elemento es la principal causa de la subida porque en los últimos tiempos ha habido un aumento de la oferta de trabajo en el naval, la pesca... Esa gente que tiene que ir a trabajar a la ciudad no compra porque no sabe cuanto tiempo va a estar, entonces alquila», apunta el responsable del colectivo, Benito Iglesias.

Desertización del rural

Lo que quiere dejar claro es que esas alzas de los precios del alquiler no son homogéneas en toda la comunidad. El representante de la patronal de inmobiliarias recuerda cómo el fenómeno de la desertización del rural unida al desplazamiento hacia A Coruña, Vigo, Santiago y sus áreas de influencia ha mermado una oferta que no llega «porque no se mueve la bolsa de viviendas vacías que todavía hay». Además, hace hincapié en que el real decreto 21/2018 de Medidas Urgentes en materia de Vivienda y Alquiler no ayuda a la hora de sacar al mercado viviendas vacías. La razón que da es la misma que aducen desde el Colegio de Administradores de Fincas, que no da garantías jurídicas al propietario. Aunque tanto la patronal inmobiliaria como estos últimos están de acuerdo con que hay que hacer algo de modo urgente para frenar los problemas que están encontrando muchas familias para encontrar vivienda de alquiler debido a las subidas experimentadas desde el 2011.

Las inmobiliarias derivan a servicios sociales a cada vez más familias que no hallan casa «Hay muchas familias que estamos derivando a servicios sociales -apunta el portavoz de Fegein-. La razón es que no encuentran pisos asequibles o no pueden alquilarlos porque el propietario dice que no dan la garantía suficiente. Son familias en que alguno de los miembros ha quedado en el paro o incluso ambos».

No hace falta buscar mucho para comprobar que no todo el mundo puede pagar el precio alcanzado por los pisos en algunas zonas de esas ciudades. Al repasar los anuncios que aparecen en la web Fotocasa pueden hallarse entradas del tipo «piso de 78 metros cuadrados con tres habitaciones en la zona de Montealto, en A Coruña: 650 euros al mes». Un apartamento de 50 metros en la misma zona, 575 euros. Pero el que busque algo más grande, de 114 metros con cuatro habitaciones, ha de desembolsar 850 euros.

En Vigo pasa otro tanto de lo mismo. Un piso en el casco urbano de 95 metros cuadrados con tres habitaciones puede hallarse por una tarifa que varía entre los 750 y los 840 euros al mes. Uno en el casco histórico con 110 metros e igual número de habitaciones, 650. En Santiago, una vivienda en el casco histórico de 99 metros cuadrados estaba en 675 euros, mientras que en el Ensanche otro de 85 estaba en 520 euros al mes.

«Ejercemos también de agentes turísticos»

Hace tres o cuatro años resultaría impensable que una vivienda turística en Sanxenxo pudiera alquilarse durante todo el año. Ahora es una realidad. Desde la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia (Aviturga) dicen que hay que desterrar el tópico de que localidades como esta población pontevedresa solo reciben turismo de sol y playa porque empieza a ir gente durante todo el año.

Y ante las críticas que les atribuyen parte de la culpa de la subida del precio de los alquileres en algunas zonas reivindican su derecho a estar en el mercado: «No tenemos la culpa de que suba el precio de los arrendamientos. No somos culpables tampoco de que no se haya realizado una política de vivienda debidamente planificada desde la administración», apunta la presidenta del colectivo, Dulcinea Aguin.

Además, matiza que los gastos o los servicios que requiere una vivienda dedicada a alquiler turístico no son los mismos que tiene un piso dedicado al alquiler normal. «Alquilar a turistas tiene un desgaste, una dedicación. Hay que tener la casa decorada de otra forma... Por no hablar de que somos embajadores de nuestra tierra. Ejercemos también de agentes turísticos porque los turistas que viajan de esta forma nos preguntan a nosotros a dónde puede ir, qué hacer... Es gente que busca otro modo de viajar».