La guerra entre clubes y federación pone en jaque a la Primera Federación
FUTBOL GALLEGO

No hay una decisión tomada ni un modelo alternativo, pero la competición está amenazada porque la RFEF quiere reformarla con un control económico y los equipos exigen autonomía. En la categoría juegan Deportivo, Racing de Ferrol, Pontevedra y Celta B
29 ene 2023 . Actualizado a las 21:01 h.La Primera Federación no puede seguir así. Siendo un pozo sin fondo y un eterno quebradero de cabeza constante para la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Es lo único en lo que todas las partes están de acuerdo sobre la competición en la que compiten el Deportivo, Racing de Ferrol, Pontevedra y Celta B. Sin embargo, la guerra latente entre los clubes y la RFEF pone en jaque a la categoría de bronce, que no tiene un futuro muy claro en el horizonte, aunque todavía no haya un cambio de modelo planteado en las comisiones competentes para ello.
¿Es la actual Primera Federación una categoría viable?
No. Para los clubes grandes como el Deportivo, el Córdoba, el Real Murcia y el Castellón es una condena que les origina pérdidas porque, aunque tienen las mayores masas sociales, sus partidos no generan el interés deseado para los operadores televisivos, de los que perciben escasos réditos económicos para lo que son sus marcas de club. Para los más modestos, por su parte, también es un calvario esta liga. La mayoría paga salarios por encima de sus posibilidades para equipararse y competir con los grandes, y también para cubrir el salario mínimo exigido por la RFEF. Además, deben afrontar desplazamientos más largos y costosos (de Andalucía a Galicia, por ejemplo). En definitiva, la Primera Federación es una liga burbuja a punto de estallar.
¿Era mejor la anterior Segunda B?
No. Y menos para los grandes. La liga era un calvario para sus aficiones, condenadas a ir abandonando poco a poco los campos al ver un espectáculo poco apetecible. No es lo mismo que el Deportivo juegue contra el Mérida o el Córdoba que, como lo hizo en su primer año en la categoría de bronce, lo haga contra el Marino de Luanco, Langreo o Guijuelo. Equipos estos últimos muy meritorios, que incluso pueden ganar a los grandes, pero que no despiertan el mismo interés a la hora de la venta de abonos y entradas. Competitivamente, la Primera Federación es mucho más atractiva. 80 equipos eran demasiados para una tercera categoría nacional, además de un caso único entre los grandes campeonatos de Europa. Además, el anterior modelo también generó infinidad de problemas económicos a clubes modestos que acabaron quebrando por no ser capaces de seguir el ritmo de gasto de la categoría, sin prácticamente ayudas.
¿Qué quiere hacer la RFEF?
La Federación es consciente de esta situación. Y por eso sacó adelante la reforma en el 2020 y creó la Primera Federación en el 2021, con visos a dotarla de mecanismos profesionales. Sin embargo, desde un principio se encontró con un sinfín de dificultades: conseguir la venta conjunta de derechos audiovisuales, sacar adelante normas exigentes con los clubes (campos de hierba natural, iluminaciones adecuadas…) y, sobre todo, falta de interés por parte de las operadoras televisivas (escasez de ofertas y pagos muy por debajo de lo anhelado). A pesar de todo esto, según ha podido saber La Voz, la primera intención de la RFEF no es poner fin a la Primera Federación, sino dotarla de un control económico que permita hacerla viable. Es decir, conseguir que los 40 clubes funcionen como un reloj, gastando solo lo que ingresan, impidiendo dispendios como los que están sucediendo en los diferentes mercados.
¿Qué mecanismo quiere implantar?
Hace dos semanas, la RFEF se reunió con los 40 clubes y les explicó la situación y su plan. Les dijo que quiere implantar un control económico que permita que la competición sea sostenible con los 20 millones de euros que genera a través de las ayudas provenientes del CSD, la Liga y la propia RFEF, con la gestión de los derechos audiovisuales y otros ingresos. Para ello, les insistió en la necesidad de implantar el modelo de control económico de la UEFA, consistente en que cada entidad pudiera gastar en su plantilla deportiva (jugadores, técnicos, agentes y amortizaciones) solo un porcentaje de los ingresos recibidos. La RFEF ofreció incluso la posibilidad de que los cambios fuesen graduales. Una de las opciones presentadas fue que en la campaña 2023-24 el gasto en estos conceptos no superase el 90 %; en la 2024-25, el 80%, y en la 2025-26, el 70 %, que es el que establece la UEFA como ideal. Además, el organismo que preside Luis Rubiales también se abrió a que los propios clubes pudiesen participar de la venta de derechos audiovisuales en el nuevo tender televisivo, toda vez que parece poco probable que siga InSports TV.
¿Qué quieren los clubes?
Las entidades demandan más dinero y más capacidad de control sobre la gestión de la competición. Dieciocho de los clubes (no había ningún gallego) emitieron un comunicado la pasada semana en el que dejaban claro su desacuerdo con las propuestas planteadas y solicitaron una reunión para variarlas. Además, piden autonomía en la negociación colectiva de los derechos de televisión y no quieren ceder activos publicitarios, entre otras cuestiones. En definitiva, los clubes quieren autonomía al estilo de los que conforman la Liga (su anhelo finalista es formar parte de ella, y no depender de la RFEF, pero eso depende más de otros organismos como el CSD).
¿Cómo puede acabar esta guerra?
Las dos partes están obligadas a ceder, por el bien de la categoría. Tras el comunicado de los clubes díscolos, diferentes medios publicaron un órdago de la RFEF, citando fuentes federativas, según el cual Rubiales estaría dispuesto incluso poner fin a la Primera Federación y devolver a la categoría de bronce al anterior modelo. Una amenaza que no ha verbalizado el presidente de la REFF, y un escenario de cambio que tampoco quieren los clubes.
¿En qué punto está la RFEF ahora mismo?
Desde el primer día, la federación incluyó en cada contrato firmado con los diferentes operadores un punto por el cual se reservaba el derecho a cambiar el modelo de competición, aludiendo a que los comienzos en cualquier reestructuración siempre son difíciles. Y la situación sigue siendo la misma. A 2 de febrero, Luis Rubiales todavía no ha reunido a las comisiones de Primera y Segunda Federación para tratar el final del modelo ni para estudiar alternativas. Otra cosa diferente es que sí hay un hartazgo por parte de la RFEF con las exigencias de los clubes, a los que considera que no valoran el mucho dinero aportado (según la federación), y que ese cansancio pudiera derivar en el futuro en un nuevo cambio de formato. De momento no pasa de ahí. De una amenaza filtrada para que los clubes para que vuelvan al redil y dejan de exigir lo que la RFEF no está dispuesta a dar.