Sielva debutó en Primera con 17 años. Las lesiones y la falta de confianza truncaron su carrera. Ahora brilla en Segunda B
08 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Óscar Sielva (Olot, 1991) tenía 17 años cuando Tintín Márquez le hizo debutar en Primera División con el Espanyol. Era un mocoso que jugaba como los ángeles en el centro del campo y que, tras dos años en la residencia perica, tenía la etiqueta de promesa del fútbol español. Luis Milla se lo llevó a dos Eurocopas juveniles compartiendo vestuario con Montoya, Bartra, Canales, Muniain o Isco. También con De Gea, Joselu, Nacho... En esas camadas, él era titular. Iba para figura, pero la fortuna le dio la espalda en forma de rotura de clavícula e hizo que su camino hacia la gloria siguiera derroteros más humildes. Se convirtió, sin proponérselo, en un trotamundos del fútbol que, una década más tarde, al fin ha reencontrado la confianza perdida. Ha sido en el Rápido de Bouzas, el milagro de la Segunda B.
«Mi debut en Primera fue frente al Valladolid. Era muy joven, un chavalillo que tenía esa ilusión por llegar arriba. Jugué cinco partidos pero me rompí la clavícula. No recuperé bien, a la semana de volver a entrenar volví a fracturarla y tuve que operarme. Luego todo fue más complicado». En las palabras de Sielva no hay margen para la nostalgia. No se permite pensar en lo que pudo haber sido. «Mejor vivir el presente, lo que tienes, que lo que podrías haber sido o lo que te vendrá». Simplemente sucedió, y punto, aunque admite que da cierta rabia. «Si te paras a pensarlo, sí. Dices: ‘Si me hubiese pillado en otro momento, o si hubiese tenido un poco de suerte, podría estar con ellos ahí’. Pero mirar atrás no sirve».
De saborear Primera pasó a salir cedido al Cartagena, «luego ya me fui a Segundas B y me marché un año al filial del Swansea». La magia con la que había brillado de crío languidecía por la falta de confianza. «Creo que todo me pilló demasiado joven, no conseguía encontrar mi sitio, que me diesen confianza. Estuve moviéndome un año, y otro, y otro». Al Olot, al Marbella, al Somozas. Pero no lograba reengancharse mientras muchos de sus compañeros se hacían un sitio en Primera. Pero el verano pasado todo cambió.
«Borja Jiménez me insistió para que viniese al Rápido, no lo tenía claro, la temporada pintaba difícil. Pero me transmitía tanta seguridad, que vine. Ahora pienso: ‘¡Qué bien hiciste en venir!’». Vestido de aurinegro, Sielva ha vuelto a brillar. «Parece una tontería, pero la confianza lo cambia todo. Creo que el fútbol lo tenía, pero me faltaba esa fe del entrenador y los minutos, que te dan seguridad. Estoy disfrutando de mí mismo, de mi juego y de los compañeros».
Sielva es parte del secreto del Rápido y el club vigués la llave que le ha permitido reencontrarse. Segunda B se le queda pequeña y aunque no le gusta hablar de futuro, este verano lo vivirá más tranquilo. «Volver a Primera lo veo complicado, pero Segunda, por qué no. No pierdo la ilusión. He recuperado la confianza y creo que si me diesen la oportunidad estaría preparado». Eso sí, lo primero es alcanzar el sueño del play-off con el Rápido, el equipo que le devolvió la ilusión.
Jorge Fernández, el placer de marcar en Tercera camino de cumplir 41 años
Jorge Fernández está hecho un chaval. El próximo noviembre el futbolista soplará 41 velas, pero sigue disfrutando del fútbol sobre el terreno de juego como cuando era juvenil. El delantero vigués, ahora en las filas del Cultural Areas, marcó el domingo ante el Vilalonga su primer gol con el grupo de Yago Yao. Su tanto no bastó para que su equipo venciese, pero sí para incrementar la cuenta de un trotamundos del fútbol que desde que inició su andadura en el filial del Celta en el cambio de siglo, ha puesto su firma a más de 130 tantos.
Celta B, Novelda, Moralo, Corralejo, La Laguna, Calahorra, Rápido, Fuenlabrada, Ourense, Nigrán, Pntellas, Vilalonga, Ribadumia, Atios, Moaña y ahora el Areas forman parte del historial del atacante, un clásico en el fútbol gallego de las dos últimas décadas.
Roberto Baleato, el único futbolista gallego de campo que lo jugó todo
El apellido lo delata. Roberto Baleato se forjó en la cantera del Dubra. De allí dio el salto al Ordes en la campaña 2009/10. En la siguiente recaló en el Racing de Ferrol. Retornó a Vista Alegre, donde permaneció dos campañas. Después jugó cuatro campañas en el Somozas, en la etapa dorada de la entidad. Y el pasado verano se sumó al proyecto del Bergantiños, que luchará por el ascenso a Segunda B. Si fuese un submarino británico podrían llamarle el Tireless, el Incansable, porque este curso lo ha jugado todo. 3.330 minutos. Es el único futbolista gallego de campo de categoría nacional que ha disputado los 37 encuentros completos. Igual que en Segunda B los porteros Mackay (Racing) y Brais (Rápido). Y en Preferente el lateral Pablo Vigo, del Xallas (3.150 minutos).