El Barco empata y acumula una decena de partidos sin morder el polvo

La Voz

FUTBOL GALLEGO

Frenó al Alondras en el Morrazo: 0-0

15 feb 2016 . Actualizado a las 16:27 h.

Árbitro: García Villaverde, del comité de Ferrol. Enseñó tarjetas amarillas a los jugadores locales Fiuza, Benja y Rubén, así como al visitante Borja.

Incidencias: O Morrazo (Cangas). Campo bastante pesado y buen ambiente en las gradas, con presencia notoria de aficionados visitantes.

Alondras: Martín, Rubén, Rafita, Fiuza, Agujetas, Abel, Diz, Miguel Centrón, Mauro, Joni (Benja, min 70) y Adrián.

Barco: Macía, Rubén Arce (Rubén García, min 57), Deivis (Rafa, min 76), Pablo Corzo, Omar, Adil, Borja, Javi Recamán, Tato (Rodri Alonso, min 60), David Álvarez y Mitogo.

La trayectoria del Barco en la Tercera División sigue siendo la mejor noticia del contingente ourensano. Los hombres de Javi Rey regresaron con un punto de su visita al Alondras y suman ya una serie de diez contiendas sin conocer la derrota, alcanzando los 36 puntos e incluso mirando las plazas de promoción a solo cuatro.

Con todo, el objetivo prioritario sigue siendo el de competir con solvencia, incluso en unas condiciones como las de ayer que no se adaptaban a su juego. El Municipal del Morrazo se iba encharcando por momentos y aún así, la verticalidad de Mitogo y Diego Tato intimidaba a los de Cangas que hicieron trabajar en un par de ocasiones a Macía, sobre todo en un intencionado envío de Rubén.

Un obús de Rubén Arce fue la mejor contestación de los valdeorreses, que tras el intermedio buscaban mayor posesión con la entrada de Rubén García y también redoblaban su arsenal ofensivo con Rodri Alonso.

Aún así, Miguel Centrón volvió a poner a prueba a Macía, a la vez que los forasteros intentaban hacer buena la conexión de David Álvarez y Recamán con sus jugadores más avanzados, sobre todo un Rodri Alonso que aportó potencia en la última media hora.

Pero ni unos ni otros flaquearon en tareas defensivas y el marcador no llegó a moverse, por mucho que lo intentaron. Además, a medida que avanzaba el cronómetro era más difícil mover el balón, de no ser por medio de balones colgados que no surtían el efecto deseado.