Israel Fernández, cantaor: «Hay artistas que crearon camino. Paco de Lucía y Camarón crearon un universo»

FUGAS

Alberto Valdés

Desde el máximo respeto a la esencia, es el gran renovador del cante. Y no es por el duende. Es por conocimiento, pasión y valentía. El viernes 10 actúa en el auditorio Mar de Vigo

10 oct 2025 . Actualizado a las 09:55 h.

Agotan los cronistas los calificativos a la hora de mentar a Israel Fernández. Icono, mesías, genio, mito... Y es que en su cante, dicen los expertos, confluye el legado que dejaron las grandes leyendas del flamenco. Un legado que el cantaor, de 34 años, reinterpreta y actualiza desde el máximo respeto.

 ­—Le robo el título de su disco: ¿Qué sería capaz de hacer «por amor al cante»?

—Sería capaz de todo. Incluso aunque duela. Porque la música, como el amor, cuando uno la siente de verdad, a veces duele. Pero sí, sería capaz de todo porque yo no sería nadie sin música, sin flamenco, sin cante.

—Le he escuchado a algunos cantaores decir que se canta mejor desde el dolor.

—Quien tiene el cante, lo tiene, pero es verdad que uno se expresa mejor y transmite mucho más cuando tiene esa fatiga o ha pasado por momentos difíciles en su vida.

—¿Qué se le pasa por la cabeza cuando escucha hablar de usted como el icono o como el nuevo mesías del flamenco?

—No le echo mucha cuenta porque si no sería mucha presión. Siempre es un regalo que te pongan en ese pedestal. Me gusta y lo agradezco, pero realmente no me lo creo.

—La mayoría de los cantaores son simplemente intérpretes, pero usted también compone. ¿Qué quiere aportar con sus composiciones, qué le añaden a su cante?

—Lo que yo quiero añadir es frescura porque el flamenco y el cante ya están hechos. Como dijo una vez Manolo Caracol, se hace una cómoda o una silla, pero el flamenco ya está hecho. Lo que yo intento es transmitir mi forma de sentir esa frescura desde este momento en el que vivimos y dentro de los cánones del cante. Para eso es importantísimo tener claro lo que está hecho y, en vez de romperlo, actualizarlo y mejorarlo. Eso es lo que yo busco hacer siempre. Coger una soleá, una segurilla o una bulería y, desde el respeto y dentro de saber cómo se hace y cómo es el palo, añadirle la frescura de ahora.

—¿Y no le preocupa lo que puedan decir los puristas?

—Los puristas y los flamencólogos me preocupan poco. No creo en ellos. Yo creo en la pureza de la verdad. Cuando alguien me dice una cosa de verdad, desde el respeto y la sabiduría de lo que se está haciendo dentro del flamenco, sí lo escucho. Pero a los críticos esos que solo intentan destruir no les echo cuentas, porque la mayoría no saben nada de cante ni de flamenco.

—¿Es muy de investigar o la música le nace por intuición?

—¿Sabes qué pasa? Que como tengo tanta pasión y afición por la música, yo es que no le llamo trabajo, ni estudio. Porque cuando uno estudia, le pone atención y yo nunca puse atención al flamenco. Simplemente como me gusta tanto y tengo tanta pasión por él..., pues cuando una cosa se quiere tanto, sin querer, la quieres.

—Hace unos meses participó en un ciclo que se titulaba «Nuevos territorios». ¿Hacia qué nuevos territorios va el flamenco?

—El flamenco no tiene nada más que un sentido, que es llegar al territorio de los sentimientos del corazón. El motivo del flamenco y del cante es es directamente llegar al corazón, emocionar a quien lo escucha y transmitir, que es lo más difícil del mundo.

—¿El duende existe?

—El duende es muy caprichoso. Está cuando quiere y se va cuando le da la gana. El duende, que para mí es la inspiración, suele aparecer cuando uno está en armonía, está con los amigos o en un sitio que está a gusto. El duende es como cuando tienes hambre y encuentras comida.

—Leí en una entrevista que decía que el flamenco es la madre de la música. Si el flamenco es la madre, ¿quiénes son sus hijos?

—El flamenco es la madre de la música porque una madre siempre está para todos los hijos. Para mí, los hijos serían todas las vertientes o estilos que hay en la música, como el jazz, el blues... Cada uno de un sitio, porque cada hijo es distinto.

—¿Cómo se puede conectar el flamenco con las nuevas generaciones?

—La única manera de llegar a un joven es con mucha verdad, con lealtad y con letras que puedan entender. Es muy importante que cuando un chaval escuche una letra, un fandango o una bulería se sienta identificado. Esa es la clave.

—¿Cuál es el tópico del flamenco que más detesta?

—No sé si llamarlo tópico, pero lo que más detesto es la falsedad. El abrazo de mentira o el quedabién de gente, incluso de otros músicos, que en realidad no tienen ni idea de lo que están escuchando ni saben valorarlo.

—¿Quiénes son o han sido los más grandes?

—Cada uno en su estilo, ha habido maestros increíbles: Manolo Caracol, Juanito Mojama, Juan Talega, La Niña de los Peines... Pastora Pavón me cambió a mí la forma de sentir. Cuando yo la escuché, literalmente me hizo un cambio en mi cante. Manuel Torres también fue un cantaor muy importante. Hay un montón de artistas que crearon camino. Y después están Paco de Lucía y Camarón, que crearon un universo.

—Vienes a un concierto homenaje a Paco de Lucía. ¿Qué significó para usted?

—Paco de Lucía y Camarón son mi inspiración. Cuando a veces me pierdo, musicalmente hablando, siempre me encuentro en ellos. A ellos les debo toda la musicalidad, la armonía y la paz de mi forma de sentir la música.

—¿Llegó a coincidir o a cantar con él?

—No, solo lo vi una vez en directo en Granada. Mis amigos quisieron pasarme a su camerino, pero por vergüenza y porque me daba mucho respeto, no entré. Me arrepentiré siempre. Son las cosas que me pasan por la timidez.

—¿Cómo va a ser este concierto en Vigo?

—Yo voy a poner en él todo mi sentir y todo mi corazón, porque es un homenaje al maestro y para mí es un privilegio compartir cartel con esos grandísimos músicos.

  • VIGO. AUDITORIO MAR DE VIGO. VIERNES 10, 21.00 H. DESDE 22,50€