
La autora gallega rescata un pedazo de la memoria más desconocida de Galicia con un libro sobre las intrigas de una época a través de una historia de amor en tiempos de guerra, conspiraciones y miseria
02 may 2025 . Actualizado a las 22:36 h.Algunas de las páginas históricas que escribió a fuego la II Guerra Mundial se caligrafiaron con tinta gallega. Porque aquí, en esta esquina del mundo, cientos de ciudadanos anónimos que formaban parte de la Galicia más rural aportaron un pequeño granito de arena a un conflicto global a través de las minas de wolframio, unos enclaves que acabaron erigiéndose en lugares esenciales para las grandes potencias del conflicto. Ese es precisamente el contexto en el que se desarrolla la primera novela de la escritora Maica Gorgal, La casa de la mina, un libro que transporta a los lectores hasta la villa coruñesa de Santa Comba de la mano de una historia de amor en tiempos de guerra, conspiraciones y mucha miseria.
«Esta historia nace de la necesidad que tenía de recoger las anécdotas y las historias que me contaban mis abuelos, especialmente las de mi abuela, que trabajó en la mina de wolframio de Santa Comba. El libro está cargado de anécdotas reales, de cosas que sucedieron en aquellos tiempos», explica la autora, quien además relata que su idea inicial fue tomando otros derroteros a medida que avanzaba en la narración: «La historia de amor entre Sara y Hennes también está inspirada en hechos reales, pero cuando empecé a escribir el libro no pensé que me iba a llevar por los caminos por los que luego me condujo, porque aprendí muchísimo, sobre todo lo que pasó en estos lugares cuando me puse a buscar información y eso me llevó a ir contando la historia de otra forma».
«Nosotros no fuimos a buscar la guerra, pero la guerra vino a buscarnos a nosotros...»
De todas esas indagaciones surgió el relato que protagonizan Sara, una joven que conoce en carnes propias las miserias y el hambre de la posguerra española, y Hannes, un ingeniero alemán que llega hasta la mina de Varilongo, en Santa Comba, para poner patas arriba la vida de la joven. Allí, con el oro negro como hilo conductor de sus vaivenes, ambos tendrán que enfrentarse a un mundo en el que la represión, las intrigas, el poder político y la información se convierten en cuestiones de vida o muerte. Ambientada en 1941, la novela de Gorgal pone en el mapa la importancia de Galicia en el conflicto bélico: «Hay historiadores que lo resumen muy bien diciendo que nosotros no fuimos a buscar la guerra, pero la guerra vino a buscarnos a nosotros. Nos tocó de lleno por nuestros puertos, por la cantidad de wolframio que se sacaba de España y de Portugal. El espionaje en zonas como la de Santa Comba era bestial y el mineral fue un recurso muy estratégico durante la Segunda Guerra Mundial. No cabe duda de que Galicia tuvo un papel clave en todo esto», resume Maica Gorgal.
Un retrato de posguerra
Pero La casa de la mina no es, ni mucho menos, una novela sobre una relación. Es muchísimo más. Es el retrato de la España de posguerra. Es la historia de las mujeres que pelearon y construyeron nuestro pasado desde una posición complicada, incómoda, silenciada y maltratada. «Uno de mis personajes favoritos es la madre de Sara. Yo quería transmitir con ella esa idea de la mujer sufridora, la mujer sometida y la mujer marginada. Pero, a pesar de todo ello, la de una mujer muy fuerte. Porque a pesar de todos los problemas que tiene con su marido, de todo lo que la maltratan, de las penurias que pasa, ella es la mujer más fuerte en toda esta historia», resume Gorgal, a quien le gustaría que su libro fuera recordado como un libro de memoria: «De la memoria de Galicia y de una época». Porque uno de los grandes protagonistas de esta es Galicia, más concretamente Santa Comba y toda la historia que rodea a la gente que vivió en aquel enclave en aquella época tan complicada. «Da mucha pena pensar que no se haya hecho un esfuerzo por conservar la memoria de aquellos tiempos. La mina y la casa de la mina de las que se hablan en el libro todavía existen y se pueden ver, pero están totalmente abandonadas. Me da mucha pena que no se haya aprovechado todo lo que allí pasó y que no se haya dado a conocer por parte de las entidades públicas la historia que guardan. Podrían haber hecho un museo en la casa de la mina de Varilongo. Porque fue uno de los puntos estratégicos de la guerra. Es que, si lo piensas bien, eso es algo realmente grande. Durante mi investigación, leí un artículo de un experto que contaba que uno de los jefes alemanes durante la guerra llegó a decir que el wolframio fue para la guerra en aquel momento lo que la sangre para los hombres. Hasta tal punto era importante para ellos el mineral», resume la autora.
A falta de memoria arquitectónica, siempre quedarán los libros. Como el de Gorgal, que pretende no pasar indiferente. Que busca que la gente mayor reviva una época y puedan compartirla, a través de sus páginas, con las nuevas generaciones.
«La casa de la mina»
Maica Gorgal
Ediciones B (Penguin) PÁGINAS 432 PRECIO 22,9