Sergio Dalma: «Si ahora tuviera que empezar, me lo pensaría dos veces»

FUGAS

Sergio Dalma visita Galicia.
Sergio Dalma visita Galicia. copyright Victor Salvador

A sus 60 años, dice sentirse mejor que nunca. Ha ganado en madurez, valentía y también en reconocimiento. Actúa en Santiago y Ourense

17 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Comenzó como un cantante romántico «que se parecía a» y ha terminado por convertirse en un clásico con personalidad incuestionable. No es un tránsito fácil. Muy pocos lo consiguen. Y menos aún sin despojarse de ciertas dosis de honestidad, como ha sido su caso. Sergio Dalma cae hoy mejor que nunca, suena mejor que nunca y transmite mejor que nunca.

­—¿Estás en tu mejor momento, como dice el título de un tema de tu último disco?

—Me siento realmente ya un tipo veterano, tengo el sello de clásico —que es algo que a cualquiera le gustaría alcanzar cuando empieza— y sigo teniendo todavía ilusión, ganas de seguir haciendo giras y, sobre todo, de seguir evolucionando e innovar, que cada vez es más complicado. Yo siempre he intentado disfrutar de cada momento a nivel personal y profesional y este, la verdad, lo estoy disfrutando mucho. Llegar a los 60 años con este cariño del público es algo que nunca habría soñado.

—Además, has sido capaz de reinventarte y de labrarte una identidad muy personal.

—Sí, cuando yo salí mucha gente decía: «Mira, otro italiano que nos viene a cantar en español». Pero mi voz fue desde el primer momento muy reconocible y eso fue una baza muy importante. Y luego, yo siempre he tenido mucho miedo a quedarme encasillado. Lo del Bailar pegados me tenía acojonado. Yo decía: «Ostras, ¿podré salir de ahí?». En aquella época mucha gente me mandaba canciones y me decía: «Oye, tengo otro Bailar pegados». Y yo decía: «Es que no quiero otro Bailar pegados». Aquello ya estaba hecho y yo no quería vivir de aquel éxito.

—¿Has llegado a aborrecer esa canción?

—En absoluto. Nunca. La sigo cantando, la sigo defendiendo y me sigo emocionando con ella. Lo que pasa es que la he vestido de otro modo y ahora en los conciertos suena totalmente diferente, mucho más actual. 

—«Sonríe porque estás en la foto» es la canción más optimista del 2024.

—Totalmente. Cuando Pablo Cebrián me la mandó pensé «¡buah!, es totalmente lo que hace falta ahora». Estamos viviendo en un momento muy malo y si podemos conseguir que la música sea terapéutica y ayude a la gente, eso no se puede desaprovechar. Y esa canción realmente lo consigue. Hasta el punto de que es con la que arrancamos los conciertos, porque creo que ya es una clara declaración de intenciones.

—Tu optimismo llega a ser ya casi enfermizo porque eres capaz de crear una canción luminosa hasta cuando narras una separación, como en «Los de septiembre».

—Al principio de mi carrera, todo lo que me mandaban eran canciones como muy grises, muy deprimentes. Y yo decía «ostras, pero si yo no soy así». Con los años y hablando con los autores fui consiguiendo que mis canciones trasladasen una imagen mía de como realmente como soy, un tío optimista y positivo. Y en el caso de Los de septiembre, cuando hay una separación tendemos a ver solamente las cosas negativas. Y al final dices «caray, he compartido un tiempo de mi vida con una persona y seguro que me quedo con cosas suyas que me han enriquecido y ella se queda también con cosas mías buenas. Al final, una relación es un intercambio de sensaciones y de emociones y eso tiene que permanecer en nosotros.

—Por cierto, ¿cómo sois los de septiembre? Tú naciste en ese mes.

—(Se ríe) Yo soy un buen balanza. La gente me dice «ah, eres muy equilibrado». No, al contrario. Soy un ser totalmente desequilibrado que siempre voy buscando el equilibrio. Y a pesar de que tengo 60, cuesta.

—«No puedes rendirte, hay que alzar el vuelo», cantas. ¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza hacerlo?

—Yo he sido uno de esos artistas al que no le han puesto las cosas fáciles. He estado en compañías de discos en las que no he tenido el apoyo que han tenido otros artistas. Pero como estoy acostumbrado a pico y pala, a batallar al máximo y creo mucho en mí mismo, he sobrevivido. Pero claro que hay momentos que dices: «Ya estoy un poco cansado». Pero luego ves al público, la cabeza te hace un clic y dices: «Qué tendrá este trabajo que cuando entras en el escenario, te cambia la vida».

—Tú que viviste la edad de oro de la industria discográfica, ¿cómo te ubicas y cómo te sientes en este nuevo contexto, en esta nueva escena?

—Ahora todo lo que vivimos es fruto de la inmediatez y todo resulta más efímero. Yo siempre digo que qué suerte haber vivido aquella etapa, porque era como más artesanal. La gente todavía hacía el ejercicio de escuchar un álbum de arriba a abajo, ahorrabas dinero para comprar ese disco, quitarle el celofán, ver qué músicos tocaban, dónde se había grabado... Era un ritual muy bonito que ahora se ha perdido. Pero, al tiempo, se está consumiendo más música que nunca y la gente acude a los conciertos. En esos aspectos, hemos ganado.

—¿Te imaginas tener 20 años y tener que empezar ahora?

—Creo que me lo pensaría dos veces. Pero, claro, esto lo piensas cuando tienes 60 tacos. En aquel momento eres mucho más inconsciente y más loco y eres capaz de cualquier cosa por llegar a esa meta con la que sueñas. Yo empecé a los 16 años cantando en orquestas. De hecho, mi padre me tenía que acompañar a las salas de fiestas en Barcelona porque era menor de edad. Y cuando tuve la oportunidad de grabar mi primer disco, dije: «Ya he cumplido uno de mis sueños, ahora volver otra vez a las orquestas». Porque yo era feliz cantando en un escenario. Pero lo de Sergio Dalma se fue alargando y así hemos llegado a los 35 años de carrera.

—Da la sensación de que figuras como Pablo Alborán, Pablo López o Manuel Carrasco han reivindicado de nuevo la figura del cantante melódico, de que ya no está tan mal visto...

—Sí, lo de cantante melódico era un término como un poco despectivo y peyorativo. El que hace música ligera, ¿no? Yo desde siempre he intentado huir de las etiquetas. Al final, todos hacemos música y eso es lo único que debería contar.

—En el disco introduces también un tema en catalán.

—Sí, pero como algo natural, no como nada reivindicativo a nivel político. Yo no soy independentista, pero sí que soy un claro defensor de de mi lengua. Siempre he visto lo de cantar en catalán como algo muy muy normal. De hecho, antes de terminar mi carrera me gustaría hacer un disco entero en catalán. Pero de momento, me permito esa libertad de en cada disco poner alguna versión. Y además la gente lo recibe bien.

—¿Has cantado alguna vez en gallego?

—Sí, sí. Canté y grabé el O Tren de Andrés do Barro. Está en mi álbum Todo lo que quieres. Era una canción que, aparte de Apaga o candil, aprendí de tanto pisar Luar (se ríe).

—Aparte de esos estrechos vínculos con Luar, ¿qué más te une con con Galicia?

—Yo tuve durante 18 años una casita cerca de Puebla de Sanabria, con lo cual me escapaba con mucha frecuencia a Galicia. Me encanta el carácter del gallego, tengo grandes amigos allí. Me encanta la comida, el vino, el paisaje, la gente... Ya te digo, me escapaba constantemente porque es un sitio donde me siento muy cómodo.

  • SANTIAGO. PALACIO DE CONGRESOS. VIERNES 17. 21.00 DESDE 52,80 EUROS
  • OURENSE. AUDITORIO. SÁBADO 18. 21.00 DESDE 46,20 EUROS