Simón Casal, director de «Justicia artificial»: «La gente sale encendida del cine, con ganas de discusión»
FUGAS
El gallego plantea el dilema ético de sustituir a los jueces por sistemas de inteligencia artificial
13 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La película arranca con una presidenta del Gobierno planteando un referendo para sustituir la inteligencia humana por la artificial en la Justicia, una trama con la que Simón Casal (A Coruña, 1984) quiere abrir un debate en la sociedad, y que parece que está consiguiendo, a juzgar por la reacción del público en los primeros pases de Justicia artificial, entre ellos el del Festival Internacional de Shanghái, uno de los más importantes del mundo. Él, en su día a día, es cauteloso con esta tecnología, y aunque confiesa que la utiliza como buscador y para organizar ideas, en otras ocasiones reniega de ella, y no sigue las indicaciones de Google Maps, para poder «ir más aleatoriamente por la vida».
—¿Cómo se te ocurrió abrir este melón de la inteligencia artificial en la Justicia?
—Tenía la idea de contar el conflicto entre las nuevas tecnologías y la democracia. Al principio, estaba centrado en el big data, en cómo a partir de predicciones generan recomendaciones de comportamiento, que podrían acabar siendo un arma para manipular sociedades. Luego lo centré en el ámbito de la Justicia, me parecía una institución crítica para el funcionamiento de una democracia, que encarna muchos dilemas éticos, morales, y políticos muy interesantes.
—¿Es una advertencia sobre los riesgos de la tecnología o una reflexión sobre la evolución de la Justicia?
—Es una llamada a reflexionar o a debatir sobre cómo puede impactar la inteligencia artificial en la democracia. Es decir, lo va a hacer, porque igual que está transformando un montón de sectores de nuestro día a día: la medicina, la banca, la conducción... también va a entrar en ámbitos críticos para la sociedad.
—¿Es una llamada de atención?
—Sí, para reflexionar de cómo queremos manejar esto: ¿vamos a dejar que controle todo?, ¿hasta dónde queremos que entre?, ¿dónde va a estar el centro de poder, de control, de estos sistemas?, ¿vamos a dejar que esté externalizado en unas pocas empresas tecnológicas mundiales o vamos a exigir que estos sistemas, como creo que es deseable, se desarrollen en nuestros países, incluso en nuestros territorios, que miren la realidad, la interpreten, y trabajen con ella, a partir de nuestros propios valores y de nuestra forma de mirar el mundo? Incluso en Galicia mismo, que tenemos una manera propia de ver el mundo, de cocinar, de andar por la vida... que tiene que tener sus propios sistemas de inteligencia artificial para gestionar nuestra Administración. Creo que es necesaria esa descentralización.
—¿Crees que las inteligencias artificiales pueden tener un papel positivo en el sistema judicial en un futuro realista?
—Pueden tener un papel positivo igual que negativo, esa es la cuestión, no hay una respuesta. Yo diría: «Van a entrar», entonces la cuestión es hasta dónde queremos que entren y qué ámbitos de decisión dentro de la Justicia debemos blindar al criterio humano, que es un poco lo que plantea la película. Si nos ayudan a llevar a cabo tareas administrativas o de gestión más rápidamente, está bien; la Justicia necesita actualizarse, necesita que la tecnología entre en ella, y la inteligencia artificial puede ser una más.
—¿Crees que la peli puede generar un debate más amplio sobre la ética de la tecnología?
—Es lo que intentamos, que ayude a llevar el debate a la sociedad. Es un thriller político, entretenido y emocionante. El objetivo es emocionar, pero la intención de fondo es provocar un debate, y es lo que estamos percibiendo en los pases que hemos hecho, la gente sale muy encendida, con ganas de meterse en discusiones y dar su opinión.
—Te iba a decir si la encajábamos dentro de ciencia ficción o en nuestra realidad más inmediata, pero creo que lo segundo... ¿no?
—Sí, sí, la película mezcla esa tradición de la ciencia ficción con el cine negro, pero realmente es una ciencia ficción muy realista, y el objetivo era hacerla así. Que tú vieras el mundo que hay en la peli, y no pienses si es futurista o distópico, sino que pienses: «Esto ya está aquí». Que no es una cosa ajena a ti como ciudadano, sino que pienses que esto va a pasar mañana.
—En tu vida cotidiana, ¿cómo te tomas esto de la IA, la ves con entusiasmo o con cautela?
—Las últimas herramientas que han salido no las uso mucho por ahora, uso ChatGPT en el día a día como si fuera un buscador, para investigar, para organizar ideas... Pero no en exceso. Soy consciente de que la IA funciona en muchos de los softwares que ya usamos, desde Google Maps a otros en los que es una parte del proceso y ni siquiera nos damos cuenta. A veces pienso: «¿Por qué Google Maps me manda por aquí y no por allí?, ¿de algún modo está haciendo que en este paseo que doy por aquí me pierda cosas que podían ser más bonitas si hubiera pasado por otro sitio?» Esto sí que está influenciándome, y a veces decido no poner Google Maps para ir más aleatoriamente por la vida. Es interesante eso de hacer algo y ver qué pasa, sin tratar de predecirlo tanto como hacen estas herramientas de inteligencia artificial.
—Un equipo mayoritariamente gallego y rodada en Galicia, ¿casualidad o intención?
—Muy intencionado, la quería hacer en mi casa, empecé a ambientar toda la trama política en Galicia, y en Coruña, incluso escogí localizaciones que para mí son fundamentales de mi barrio, de Monte Alto, de zonas concretas que para mí son especiales y bonitas, y también de bosques y playas por toda Galicia, que tienen un significado especial. Y quería que la empresa de inteligencia artificial que creara este sistema estuviera en Galicia, y evidentemente, trabajar con un elenco gallego. Menos Alberto Ammann y Verónica Echegui, todos los demás son gallegos.
—Estos días que se habla tanto del CGPJ, de la importancia de la ideología de los jueces en la toma de decisiones, en este caso, pasaría a manos de las empresas tecnológicas...
—Exacto, y también la independencia judicial, que es algo fundamental en la sociedad pasaría a manos de estas empresas, y es un problema. La Justicia tiene sus propios problemas, igual que la política, o que otros ámbitos, y se puede mejorar, se debe invertir más en ella, y actualizarse, pero es un peligro que por esta crítica tan generalizada que hay hacia la Justicia, se decida delegar toda esta función en una máquina. Como si fuera a solucionar los problemas de nuestra democracia. Hay que hacer mejor Justicia, mejor democracia y mejor política, invirtiendo más, y mejorando los procesos, haciéndolos más transparentes, más democráticos y más participativos, pero no eliminando a los jueces y juezas de la ecuación, que son una parte fundamental.
—En esta peli tratas dilemas éticos, ¿te has encontrado con otros a lo largo de tu carrera?
—Nos encontramos dilemas éticos todos los días, en las decisiones de consumo, de cómo llevamos nuestra vida, de si nuestro hijo va a un colegio público o privado, o vamos a una sanidad u a otra... También en qué trabajamos, para qué trabajamos...
—La presentasteis en el Festival Internacional de Shanghái que es uno de los más importantes del mundo, ¿cómo fue esto?
—Sí, allí fue la premier mundial, es uno de los festivales de clase A, son 15 el mundo, creo, pero es el único de Asia, y es una puerta para todo el mercado asiático. También se va a proyectar en San Sebastián, en la sección Made in Spain, y para mí es una alegría, nunca he estado en este festival y me alegro mucho. Estamos en otros festivales por todo el mundo, hay mucho interés tanto en Asia como aquí en Occidente.
—Aunque habías hecho otras cosas, llevas ocho años sin hacer producciones más grandes. ¿Necesitabas parar, no surgía el proyecto...?
—Desde que hice mi anterior película en el cine, en el 2016, Lobos sucios, rodé muchos documentales, que es a lo que más me dedico, y también cortometrajes. Este proyecto lo empecé a imaginar en el 2017, pero a financiarlo en serio en el 2020-2021 y a rodarlo en el 2022, y ha tenido un proceso de posproducción largo, todo el año pasado. Lleva tiempo hacer películas, pero por el camino he hecho documentales históricos, judiciales, políticos...
—¿Te llena más?
—Me gustan las dos cosas, ahora tengo otro proyecto de ficción, pero al mismo tiempo también voy a hacer documentales, me parece un género apasionante, y es más ágil, puedo hacer cosas más rápido, más pequeñas, y a veces más libres.