Adri Roma, cantante de Marlon: «Yo también juro cosas de noche que al día siguiente no cumplo»

MARTA REY / M.V.

FUGAS

STEVEN BERNHARD

El músico, que el 7 de septiembre actúa en el Recorda Fest en A Coruña, hace balance de lo vivido hasta ahora junto a su grupo y habla de lo que significa componer para él. «Necesito escupirlo todo, lo hago por mi salud mental», afirma

23 ago 2024 . Actualizado a las 13:48 h.

Roma no es su apellido verdadero, sino que es la unión de las dos sílabas de sus apellidos reales —Rodríguez y Martínez— y que leídas al revés, forman la palabra amor. Lo mismo que siente este asturiano de Salinas por la música que se cocina a fuego lento y las letras que se componen con el corazón. Perfeccionista y encerrado en sí mismo, el cantante agradece que la fama les haya llegado poco a poco. 

—¿Qué tiene de especial este nuevo álbum que no tienen los otros?

Creo que al ser el último eso ya lo hace más especial. Cuando sacas un disco nuevo con música nueva, siempre te parece que es distinto que el anterior, quizás porque no tengas el oído tan acostumbrado a esas canciones o porque vamos evolucionando como banda a la hora de componer y de producir. Cada vez nos juntamos con gente mejor y todo va sumando, y eso hace que las canciones sean más especiales. 

—¿Cómo estáis llevando la gira hasta ahora?

—Muy bien la verdad, pero este verano me está costando más que el resto, no sé por qué. Somos unos auténticos afortunados, porque tenemos muchos conciertos y festivales. Cada fin de semana nos subimos a la furgoneta a tocar por algún sitio de España y eso es lo que nos hace más felices. Al final, nos encanta crear y componer, pero creo que no serviría de nada, si no sales con esas canciones a tocarlas para ver el feedback y tener contacto con el público que quiere escucharlas y cantarlas contigo. Disfrutamos un montón y estamos esperando a que vengan los siguientes. Tenemos todavía para rato [risas]. 

—Habéis estado en Sanxenxo, en el Náutico de San Vicente y ahora el 7 de septiembre actuáis en el Recorda Fest. ¿Os sentís como en casa cuando venís a Galicia?

—Galicia es un sitio especial para nosotros, quizá porque somos del norte. Amamos la comida y la gente de allí es mágica, canta mucho con nosotros y creo que nos ha apoyado al máximo. Siempre ha sido uno de los sitios más importantes para Marlon. En el Recorda Fest estaremos por segundo año consecutivo. El año pasado nos lo pasamos genial y eso que nos cayó un diluvio universal que estuvimos a punto de cancelar el concierto. Salimos a actuar con 20 minutos de retraso. Además coincidimos con amigos nuestros como Pignoise, y este año estamos con Sidecars. 

—Entre gente del norte nos entendemos...

—¡Totalmente! Creo que la gente gallega que viene a Asturias siente lo mismo que nosotros cuando vamos a Galicia. Al final, hay algo muy fuerte ahí que nos une. 

—¿Cómo se gestiona que al principio os vieran 15 personas y ahora haber llenado el Wizink Center?

—Creo que se gestiona con bastante psicología y poco a poco, pero también con naturalidad. Hemos sido siempre un grupo que ha dado pequeños pasos, nunca nos ha llegado nada de golpe. Eso educa bastante la cabeza para después poder digerir todos los pasos. Primero metes a 15 en un concierto, luego a 100, después 500... Así te acostumbras a ello y vas aprendiendo. Es un aprendizaje muy bonito y nos ha cultivado un montón porque si no, no sé dónde estaríamos. Empezamos demasiado jóvenes para poder sostener de repente el éxito a mayor escala que nos vino después. Es el fallo en que muchas veces podemos caer artistas y grupos. Agradezco que todo fuese poco a poco. 

—¿Te sigue impactando ver a la gente llorar cuando os ve?

—Me sigue impactando todo en general. Hemos creado eso de ir paso a paso, pero seguimos siendo las mismas personas, los mismos seres humanos que al principio. Claro que nos sigue chocando. Que alguien llore cada vez que te escucha, compre un ticket para verte o te mande un mensaje agradeciéndote que le hayas ayudado a superar un desamor o una pérdida gracias a tu música, emociona y motiva a seguir. Al final, no dejas de ser tú y de ser alguien normal. Alguien que un día pasa de escribir canciones en su cuarto a hacer que la gente sienta cosas por dentro con lo que compones. Entonces, si eres un poco humano, siempre te va a ilusionar y a sorprender que eso pase. 

—La canción «Que se caiga el cielo» es muy especial para vosotros por lo que significa. ¿Te sirve como terapia escribir lo que sientes?

—Pienso que es por lo que más lo hago. Es mi terapia número uno. De hecho, cuando hay mucho trabajo y dejo la composición de lado, siento que me falta algo, que no estoy bien. Creo que muchas veces es por eso. Yo necesito escupir lo que siento porque soy una persona muy cerrada para mí, con mis movidas, mis pensamientos y mis emociones. La única forma de sacarme todo lo de dentro es escribiendo encerrado con mi guitarra y a solas. No me sale sentarme con gente a llorar ni contarle mis penas. 

—¿Tienes algún momento o sitio especial para componer?

—No, creo que todo va en función del momento en el que me encuentre. A veces es como que de repente mi cuerpo lo siente y necesito coger la guitarra para escribir. Hay cosas que he escrito que no van a salir nunca a la luz ni siento que lo tengan que hacer, pero si en el momento lo necesitaba, ya me sirve de mucho. A veces pienso: 'Voy a sentarme a escribir' y salen cosas que noto que son importantes, que necesito que la gente escuche. Y si se quedan solo en mi cuaderno, pues ya está. Es por mi bien, por mi salud mental. 

—Hablando de la importancia de la composición de letras, ¿crees que estamos en un momento en la música se sirve como si fuese fast food?

—Por supuesto, y es una de las cosas que más me cuesta llevar de la industria musical, de este mundo de consumismo. El otro día hablaba con un chaval bastante más joven que yo, y me contaba que ahora la gente joven consume las películas de manera distinta porque pasan las escenas más tediosas, por así decirlo. Me siento un poco viejo hablando de esto, pero las películas que nosotros veíamos en tres horas, ellos las ven en hora y media, donde se fuman las partes más aburridas o que no les importan. Cuando escuché eso ya fue como el colmo de todo. En la música hay artistas que cada mes sacan una canción con uno, con el otro... No sé, quizás de una forma agresiva, sin sentido. Yo no veo la música así, igual es que soy de la vieja escuela y me identifico más con el grupo de chavales que se encerraban en el garaje a tocar y a escribir. Aún sigo siendo así. Es probable que no entienda la música a día de hoy como las nuevas generaciones.

—¿Cómo de perfeccionista eres?

—Intento serlo mucho, sobre todo, con la música. Es verdad que antes lo era menos con mi vida en general, pero con los años, me he vuelto mucho más. Quizá sea la edad [risas]. Ahora soy más ordenado, más pijo con mis cosas. Antes podía acostarme en mi cama deshecha y ahora es imposible que pueda hacer eso. Ahora compartir habitación en las giras me parece imposible porque necesito mi espacio. Al final, paso mucho tiempo en hoteles, durmiendo fuera de casa y necesito un orden que sea el mío para estar bien conmigo mismo, que igual no es el bueno, pero es el mío. Siempre le he dado muchas vueltas a las cosas. En la música he intentado buscar la perfección a mi manera, haciendo mucho hincapié para ponerle alma y corazón a todo. 

—¿Se puede cantar al desamor estando enamorado?

—Se puede cantar lo que quieras, te haya pasado a ti o no. Son canciones que si ahora no te sale cantarlas o escribirlas por la fase en la que estás, te pueden salir, de repente, dentro de cuatro meses. Muchas cosas salen cuando ya han pasado, que han caducado o no, pero tú las tienes en mente. 

—En la canción «Un mundo contigo» decís «Siempre quedará algún beso pendiente». ¿A ti te queda alguno?

—Creo que a todo el mundo nos queda uno pendiente. Nos quedan, nos habrán quedado y nos quedarán muchos besos pendientes. El resto de nuestra vida, seguro. No tienen por qué ser de pareja, pero a mí sí, me han quedado muchos y me quedarán. 

—¿Quiénes son Lucas y Marta?

—No son nadie [risas]. Es una forma de poner dos nombres para que cada uno se imagine a quien quiera, a su Lucas y a su Marta. El tuyo igual es Pedro y Laura, y el mío Nicolás y María, pero en sí, esos nombres, no son nadie en concreto. Se nos ocurrieron esos dos, quedaban bien en la canción y los metimos como una forma de hablar de los amigos.

—Llamándome Marta, entiende que me imagine que soy yo...

—¡Pues claro! A los Lucas y a las Martas, que habrá muchos y muchas, les gustará tanto como a las Macarenas la canción de Mi Macarena, que tampoco era nadie [risas]

—¿Juraste algo de noche que no cumpliste de día?

—Lo hago todo el rato, pero lo hace todo el mundo, ¿no? Cuando estás de noche de fiesta y con colegas, siempre sale esa efusividad de la borrachera. Dices: '¡Mañana vamos a hacer tal plan!', y al día siguiente no se levanta ni Dios [risas]. Igual se cumple, igual no, pero lo más probable es que no porque estarás tirado en tu sofá comiendo comida basura viendo películas. 

—¿Quién crees que lo hace más del grupo?

—Pues puede que sea yo. En nuestro grupo nos pasa mucho eso. Al final, acabamos un bolo, salimos por ahí y planeamos cosas. Al día siguiente nos reímos y quizá por eso hemos hecho este tema —Lucas y Marta—. Son cosas que hemos vivido y seguimos sintiendo cada vez que nos juntamos y nos tomamos una copa juntos.

—El hecho de que seáis amigos, ¿ha ayudado a que no exista lucha de egos dentro de la banda?

—Sí, ya no solo que seamos amigos, que es muy importante, si no que creo que cada uno tenemos nuestro lugar dentro de la banda y cada uno lo sabe desde el principio. Cada uno sabemos lo que valemos y valoramos mucho lo que vale el de al lado. Yo sé cual es mi trabajo y mi papel dentro de Marlon. Juan sabe cuál es su curro y Jorge también. Además de la amistad siempre ha habido respeto. Jorge y Juan no quieren ser Adri y yo no quiero ser ellos, entonces nos necesitamos. Adri quiere ser Adri, Jorge quiere ser Jorge y Juan quiere ser Juan. En ese aspecto, creo que no va haber problemas. 

—Si solo pudieses quedarte con una canción de Marlon, ¿cuál sería?

—¡Podrías haberme dejado tres! [risas]. Quizás me quedaría con Aquella canción de Blink porque resume todo lo que soy, de dónde vengo y hacia dónde voy. 

—Yo hubiese dicho «Volveré»...

—También podría ser. Lo que pasa que esta también tiene un poquito de Volveré, de esa esencia de resumir las cosas.