Alí Alí, el pintor sirio que lleva 20 años asentado en Galicia: «Oriente es luz y color, lo contrario a lo que venden»
FUGAS
El artista nos conmueve con la exposición «De Damasco a Santiago», un recorrido por su obra
16 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Desde que llegó de Siria, Alí Alí no ha dejado de lado ni un momento su pincel y ha podido hacer de su pasión un trabajo. El artista aterrizó en España en el 2003 gracias a una invitación que recibió de la feria ARCO de Madrid. «Ese año, Siria fue el país invitado y me eligieron como uno de los cuatro artistas para representarlo», cuenta. Al poco tiempo, en Betanzos, se fijaron en su talento y, gracias a la oportunidad, ya lleva en Galicia gran parte de su vida. «En el Centro Internacional de la Estampa Contemporánea les gustó mucho el trabajo que presenté en Madrid y me invitaron a estar un mes allí en la Fundación. Después me ofrecieron hacer un máster sobre obra gráfica y al terminar me pidieron que me quedara un tiempo. Me instalé en Galicia y ahora tengo mi estudio privado en A Coruña», explica. Junto a su mujer, terminó por echar raíces aquí. «Vine por mi trabajo, por lo que había estudiado y por lo que me gustaba y ya llevo aquí 20 años. Mi mujer llegó de Italia y ahora tenemos dos hijos que son gallegos», bromea el artista.
Lejos de su país
A pesar de que el artista se marchó de Siria antes de que comenzase el conflicto en el que el país lleva sumergido desde el 2011, a Alí Alí le tocó vivir la crudeza de la guerra en la distancia. «Fue muy duro porque perdí a mis padres, a mis hermanos y a mis sobrinos. Al estar tan lejos, no sabes realmente qué es lo que está pasando. Toda mi familia y amigos estaban allá. A día de hoy esto sigue, la gente continúa muriéndose, pero el enfoque ahora está en otros países dependiendo de los intereses. Siria sigue como hace 12 años y siempre lo acaba pagando la gente pobre y que no tiene la culpa», afirma. Gracias al arte, pudo encontrar una vía de escape al drama que estaba sucediendo en su país y utilizarlo como herramienta para mostrar al mundo. «Intento transmitir todo lo que ha hecho Oriente. Yo vengo de allí y para mí es luz, alegría y color, todo lo contrario de lo que venden los medios de comunicación, que hacen que se vea como matanzas o terrorismo desde que empezó la guerra. Mi obra está llena de sinfonismos y entre el año 2014 y el 2017 le dediqué una temporada a una exposición llamada El eclipse sirio, para sensibilizar a la gente y que viese lo que pasó en Siria y ahora está pasando en Palestina, Libia...», subraya.
A pesar de estar instalado en Galicia, no estaba en los planes del artista terminar aquí. «Yo escapé de mi país porque o hacía el servicio militar o me tenía que ir. En un principio me iba a ir a París a hacer un doctorado en Bellas Artes, pero salió esta oportunidad de venir a España y lo cambió todo», explica. Sin embargo, la vocación de artista le viene desde que era muy pequeño, cuando veía a su madre trabajar. «Empecé cuando tenía 5 años. En Siria tuve una infancia muy feliz. Mi madre era tejedora y artista de alfombras. Crecí viéndola y solíamos jugar con el barro haciendo esculturas. En el colegio tuve a un profesor que le gustaban mis dibujos y un día me compró colores para pintar porque decía que tenía talento», afirma. Viendo su pasión, sus padres no le pusieron pegas para estudiar la carrera. «Me decidí a estudiar Bellas Artes y a mis padres les pareció bien. Dijeron que era mi vida y que estudiase lo que quisiese. Me apunté en la escuela de artes de Damasco y me cogieron, a pesar de que es difícil entrar porque hay demanda y exámenes de acceso bastante duros», explica.
Sus obras se caracterizan por personajes de ojos muy grandes. Para el pintor, la forma en la que alguien mira dice mucho de cómo es. «La mirada lo dice todo. La gente y las esculturas de Mesopotamia tienen los ojos muy grandes», cuenta. Otro de los elementos que representa en ellas son las alfombras, que en Oriente Medio tienen un significado especial. «Allí es el símbolo de la paz y la tranquilidad. Toda nuestra vida gira en torno a la alfombra y todo se hace sobre ella. Desde comer o beber hasta conocer a nuevas amistades. Para nosotros la alfombra lo es todo», explica. Además, siempre utiliza una paleta de colores muy vivos para transmitir lo que para él es Siria. «Uso colores cálidos porque representan mi infancia y mi país. Los colores potentes reflejan el lugar de donde vengo aunque desde hace años parezca oscuro por culpa de la situación que se vive allí», indica. «Lo tenía claro, tenía que seguir trabajando de lo mío. No fue tan fácil como lo estoy explicando, pero sigo haciendo lo que me gusta y si puedo continuar así para mí ya es un milagro. Estoy muy contento», afirma.
Sobre el futuro de su país de origen, no es nada optimista. «No veo un final cerca porque no hay voluntad de acabar con el problema. Al contrario, se crean más conflictos porque hay quien se beneficia de ello. Aun así, el artista no pierde la esperanza de que algún día las cosas tomen otro rumbo: «No sé si llegaré a vivirlo o lo vivirán mis hijos, pero tengo la esperanza que el país será así de luminoso como en mis cuadros».