
Tras «Puta» y «Reputa», Zahara le da otra vuelta a su repertorio para presentarlo en formato «rave», sin desprenderlo de su carga política. El viernes 4 de agosto estará en Cambados
28 jul 2023 . Actualizado a las 09:39 h.Se veía venir. Los últimos 15 minutos de los conciertos de la gira Puta ya eran una auténtica rave. El fiestón que en ese trance acontecía, arriba y abajo del escenario, y la intensidad con la que se vivía llevaron a Zahara a revestir de electrónica su repertorio y a convertir sus directos en raves de 90 minutos, entendidas como un espacio de expresión y reivindicación, de música y baile, pero también de reflexión. «De todos los formatos que he hecho en mi vida, este es mi favorito», confiesa. «Es un formato lleno de energía y en el que me siento muy poderosa, muy segura en mí misma. Pero es que, además, la sensación de estar cantando estas canciones con un discurso político tan potente, pero hacerlo bailando, es maravillosa. Porque es un show de música, pero también de reflexión. Quiero que la gente baile y se lo pase bien, pero también que en algún momento se pare a escuchar lo que estoy diciendo, reflexione y diga: 'Espera, ¿qué es esto que está sucediendo aquí?'».
—Lo que ocurre es que da la sensación de que las músicas electrónicas lo que provocan es precisamente lo contrario: la evasión, la mente en blanco.
—Sí, tienen un punto mántrico, de conexión con uno mismo. Llega un momento en el que no sabes si es de día o de noche. Puede ser cualquier momento en cualquier lugar en el mundo. Hay un documental precioso de Laurent Garnier en el que él explica cómo utilizar la pista de baile para concienciar. Cómo aprovechar ese momento en el que todo el mundo está bailando al unísono, sintiendo el mismo beat y con el corazón latiendo a la vez. El concepto original de las raves, ya no te digo de Detroit o Berlín, sino aquí en España, en Valencia, en la época de la ruta del bakalao, era el de un lugar donde las personas iban a encontrar un espacio seguro donde expresarse, donde poder permitirse representar públicamente la identidad que sentían. Eso ha sido de las cosas que más me han conquistado del mundo de la música electrónica.
—Va a ser interesante saber cómo en el futuro te bajas de la «rave».
—Uy, sí. No va a ser fácil bajarme de aquí. Tengo la sensación de que es un formato que se va a quedar en mi vida un largo tiempo, porque en él me puedo expresar y divertir a la vez. Yo creo que lo voy a compaginar con lo que haga. Con ello no quiero decir que mi siguiente disco vaya a ser tan electrónico. Haré la música que tenga que hacer. Pero siempre sabré que tengo la rave como ese lugar en el que poder adaptar mis canciones a esa energía, a ese punch, a esa intensidad y a esa conexión con la gente que me ofrece este formato.
—Siempre que hablas de la «rave» citas el discurso político. ¿Cómo estás viviendo la situación política actual en España?
—Con angustia real. Mi generación nunca ha vivido un momento en el que nuestros derechos peligrasen tanto y en el que lo que ya habíamos asumido como natural se puede ir al traste. No puede ser que se cancelen obras de teatro, que se cierren bibliotecas, que se censuren conciertos o carteles... De verdad que tengo mucho miedo. El otro día, después de cantar Esto no es una canción política, me preguntaba a mí misma si canciones como esa se podrían seguir cantando después del 23J. No sé…, me genera mucha amargura y mucha ansiedad el devenir de los próximos años.
—¿Qué pueden hacer los artistas ante tal situación, más allá del derecho al pataleo?
—No lo sé. Yo me bloqueo en estas situaciones. No soy una persona que sepa reaccionar. Ahí revive la niña del colegio a la que le hacían bullying. Siento que soy una adulta pero que carezco de las herramientas, igual que carecía de ellas cuando era niña. Y me siento completamente desvalida. Es cierto que luego subo al escenario y se me olvida todo. Ahí ya no está la niña del bullying. A lo mejor podría contestarte a esta pregunta en un escenario [se ríe].
—Da la sensación de que mostrarte vulnerable en «Puta» se te ha convertido en un arma de fortaleza tremenda.
—Lo que te hace fuerte es mostrarse como una es. No tener miedo a esas cosas que una odia de sí misma. Mostrar mis inseguridades y esas violencias que sufrí, sí que me hace sentirme más fuerte, pero porque me quita el peso y la carga de estar disimulando lo que he vivido. Hasta este disco yo me dejaba el alma con esa lucha interior para que no se notara lo que había vivido. Que nadie se dé cuenta, que no me descubran. Ahora me muestro tal y como soy, y esa energía que ya no tengo que gastar en esconderme la puedo usar para otras cosas en positivo.
—Por último, actúas en Cambados, en la fiesta del albariño. ¿Te tomarás un vino?
—¡Bueno! Me muero de la ilusión. El albariño es mi vino favorito. Siempre que tocamos en Galicia es un gustazo extremo disfrutar de la gastronomía. Pero cuando mi mánager me dijo que este concierto era dentro de la fiesta de Albariño, le dije al momento: «Pues ya está, vamos». Sí, sí el albariño es mi rey.
CAMBADOS, PRAZA DE FEFIÑÁNS VIERNES 4. 23.00 7 EUROS