Ian Anderson, líder de Jethro Tull: «No me parece extraordinario tener una carrera musical de más de 50 años»

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El flautista Ian Anderson presenta con su banda en Galicia «RökFlöte».
El flautista Ian Anderson presenta con su banda en Galicia «RökFlöte».

Tras agotar entradas en Vigo la legendaria banda Jethro Tull recaló en el Palacio de la Ópera de A Coruña con idéntico éxito

28 may 2023 . Actualizado a las 13:12 h.

Jethro Tull presentaron en el Palacio de la Ópera de A Coruña RökFlöte, su nuevo disco, segundo tras un claro silencio, en el que repasan las leyendas de la mitología nórdica a golpe de guitarra y, por supuesto, soplido de flauta. Hablamos con el líder de la banda, Ian Anderson, todo un superviviente de los años dorados del rock.

-Hemos tenido que esperar casi dos décadas por un nuevo álbum de Jethro Tull hasta que el año pasado apareció The Zealot Gene. Se han tomado su tiempo…

-En realidad, The Zealot Gene fue grabado en su mayor parte en el 2017, pero solo me dio tiempo a terminar de mezclar unas cuatro canciones antes de que comenzásemos la gira del 2018. Y después se nos echó la pandemia encima y no pudimos meternos a grabar lo que faltaba. Así que hubo un retraso de tres años en la finalización de la grabación y la mezcla del album. 

-Y un año escaso después, ya tenemos otro disco más de Jethro Tull: RökFlöte. ¿Está viviendo una explosión creativa? ¿Tendremos otro disco más para el próximo año?

-De hecho, ya había comenzado a preparar RökFlöte cuando The Zealot Gene se publicó.. Estoy continuamente trabajando en nuevos proyectos, sean cuales sean. Al fin y al cabo, encontrar la veta creativa y aprovecharla no es más que otro día en la oficina para mi. Así que sí, un nuevo proyecto creativo está en camino en estos momentos, pero no me pondré a trabajar en serio en él hasta finales de este año. La intención es publicarlo en octubre del año que viene.

-«RökFlöte» está basado en las leyendas de la mitología nórdica. ¿Qué encontró en ese mundo que le hizo dedicarle un disco entero?

-Realmente, yo quería escribir sobre creencias politeístas, para variar. Así que consideré hacerlo sobre mitología griega o romana. Pero terminé cayendo en la mitología nórdica al cabo de un par de días de investigación. La verdad es que esos eran los dioses sobre los que menos sabía, así que el reto era mucho mayor, especialmente si se tiene en cuenta la asociación que se le suelen hacer a estos mitos  con determinadas ideologías políticas extremas y la oscura fascinación que ha provocado en determinadas personas como Heinrich Himmler, por ejemplo. Así que era un trabajo complejo encontrar los mejores matices y darle un tratamiento sensible. ¡Siempre disfruto de un buen reto!

-Tengo entendido que en un principio plateó el disco como estrictamente instrumental.

-No, estuve escribiendo las letras desde el primer día de composición. Lo que sí es cierto es que la intención siempre fue que tuviese un componente instrumental muy fuerte.

 -Finalmente, suena como un denso estudio de las posibilidades de la flauta en el rock, pero también hay sitio para guitarras muy duras. ¿Fue intencionada la búsqueda de un sonido especialmente poderoso?

-Tal y como sugiere el título del disco se trata de un álbum de rock. Así que hice las demos directamente con guitarra eléctrica, para dejarle claro al resto de la banda que no se trataba de un proyecto acústico de folk rock. Quería tener las dinámicas de una orquesta sinfónica pero dentro de los límites y las posibilidades que tienen cinco músicos de rock. 

 - En la canción «Hammer on Hammer» cita a un tal "Vlad the Bad". ¿Es una referencia a Putin?

-¡Exacto! Me lo encontré en 1992, cuando conocí al que era su jefe, el alcalde de San Petersburgo, Anatoli Sobchak, y era un tipo encantador. El Putin de hoy se ha convertido en un monstruo que ha perdido la oportunidad de hacer grandes cosas por Rusia tras la guerra fría. En su lugar, ha iniciado otra guerra fría que no para de calentarse día tras día.

-Desde sus orígenes, Jethro Tull ha sido una banda que se salía de lo común. Se apartaron de la explosión blues rock de los setenta para sumergirse en nuevos sonidos, letras críticas y complejos álbumes conceptuales como Thick as a brick. El tiempo les ha dado la razón, aquí están 55 años y 23 álbumes después. 

-No es tan extraordinario. Cuando empecé a escuchar música de adolescente escuchaba a señores mayores tocando jazz, folk y blues. Así que nunca me pareció extraño que una carrera musical de más de 50 años estuviese entre las posibilidades de mi vida profesional. Ahora soy tan viejo como lo eran alguno de mis héroes musicales de cuando era joven.

- Las cosas han cambiado mucho en la música desde su primer disco, «This was». ¿Qué le parece el panorama actual?

-Lo que ha cambiado realmente las cosas en la música para la mayoría de la gente ha sido la tecnología. Pero algunos todavía preferimos tocar nuestros instrumentos en tiempo real y grabar discos tocando todos a la vez en una habitación. No renuncio a la tecnología, la utilizo tanto en la música como en la fotografía, pero lo hago bajo los principios y las tradiciones de mis primeros años. Eso es fundamental, tener un pie en los principios y disciplinas de toda la vida. 

-Una última pregunta. ¿Sabía que varios de sus temas se censuraron en la España de Franco? Por ejemplo, el disco «Aqualung» se publicó sin «Locomotive breath» por su supuesta carga sexual y no se vendió aquí hasta 1975.

-Sí, fue algo que vivimos en aquella época, y nos preocupaba no ser bienvenidos en aquella España, ¡pero finalmente fue todo lo contrario! Curiosamente nos pasaba lo mismo con la censura en Italia a principios de los 70, a pesar de que el clima político era radicalmente opuesto al de España. Creo que es muy importante respetar las tradiciones y creencias de los distintos países que visito cuando voy de gira. Pero tengo claro que hay unos cuantos lugares que directamente prefiero no visitar. Y paso de dar nombres…