Irene Esteban, guitarrista de Furious Monkey House: «Si gustamos ahora es por nosotros. Ya no hay niños ni mono»

FUGAS

Irene Esteban (segunda por la izquierda) justo al resto de Furious Monkey House
Irene Esteban (segunda por la izquierda) justo al resto de Furious Monkey House cedida

Aquellos críos que hacía stoner ya rondan la veintena. Su nuevo disco, «Oneiric», atestigua de manera fehaciente su evolución

23 abr 2023 . Actualizado a las 23:05 h.

Suena a epitafio y me da pena. No me gustaría que Oneiric fuese el testamento sonoro de Furious Monkey House porque es, con diferencia, su mejor disco. Su mejor momento. No desaparece la potencia y la ferocidad de sus guitarras, ni la contundencia de su base rítmica, pero gana peso una componente electrónica que le otorga a estas canciones atmósferas mucho más densas, profundas y ricas en matices. El mono, Gonzalo Maceiras, se ha quitado la careta -ya es uno más- y Furious muestran todas sus cartas. Charlamos con Irene Esteban, de 19 años, estudiante de Fisioterapia, jugadora de waterpolo y guitarrista de la banda.

—¿Qué papel juega la música en tu vida?

—Siempre ha jugado un papel muy importante. Hasta el punto de que yo recuerdo las épocas de mi vida por las canciones que escuchaba en ese momento. Pero ahora se le suma el que estamos superfocus en este nuevo disco.

—¿Cómo surgió en ti la afición por la guitarra?

—Cuando tenía 9 años mi tía me regaló un teclado y mis padres querían que fuera a clases para aprender a tocarlo. Yo siempre dije que no quería ir al Conservatorio así que buscamos un profe que diese clases particulares. Y así conocí a Gonzalo.

—Y cambiaste del teclado a la guitarra.

—Gonzalo siempre te enseña tres instrumentos: guitarra, teclado y batería. A mí, al principio, me gustaba más la batería. Supongo que siempre es lo que llama más la atención a un niño. Pero con el tiempo me fue gustando más la guitarra y me quedé con ella. Tampoco reflexioné mucho.

—Buena parte de los músicos de rock -y ya no hablemos de otros géneros- carecen de formación musical. ¿Hasta qué punto es importante contar con esa base?

—A ver, el método de Gonzalo es un poco particular porque no aprendes solfeo sino que aprendes a partir de interpretar las canciones de otros y de hacer tus propias canciones. Y me parece mucho más gratificante. Yo tengo un montón de amigos que fueron al Conservatorio y, la mayoría, acabaron el grado y no volvieron a tocar el instrumento. Mientras que pasar por una escuela como Bonobo lo que realmente hace es que le cojas cariño al instrumento, querer seguir aprendiendo y querer seguir tocando.

—Vayamos a «Oneiric». ¿Qué hay de nuevo en este disco? ¿Dónde crees que es donde más se nota la evolución del grupo?

—Lo noto en todo. Las melodías son mucho más rebuscadas, más complejas y más bonitas a la vez. Las letras son más profundas. Antes hablábamos de las cosas que se le pasaban por la cabeza a una niña de 12 o 13 años y ahora ya estamos en otro punto, en el que empezamos a entender lo que es la vida y en el que ya hemos sufrido alguna pérdida importante. A nivel musical, se nota que nuestras influencias han cambiado un montón. Yo antes escuchaba lo que me ponía mi padre en casa: Mecano, Raphael, Janis Joplin... Ahora descubrí otras cosas, escucho la música que a mí me gusta y eso se refleja en el disco.

—¿Qué música estás escuchando?

—Ahora estoy consumiendo mucho rap en español y rap americano. En otros momentos he escuchado un montón a artistas tipo C Tangana o Sen Senra. Pero he de decir que la onda de Oneiric también me representa. Son canciones que yo escucharía.

—Ya no se puede hablar de Furious como una banda juvenil.

—Juvenil, sí. Lo que ya no somos es un grupo infantil. Antes las decisiones las tenían que aprobar nuestros padres, ahora las tomamos nosotras.

—¿Cómo ha ido cambiando el papel de Gonzalo a medida que ibais creciendo?

—Antes Gonzalo era nuestro profesor, el que dirigía todo y el que tomaba las decisiones. Ahora es uno más, todos opinamos por igual y las decisiones las tomamos entre todos. Él es, desde luego, quien nos sigue dirigiendo porque es el que más experiencia tiene pero intentamos quitarle carga de trabajo. Yo ya lo veo más como un compañero o un amigo.

—Ya se ha quitado la careta.

—Sí, sí, el primer concierto de esta gira ya lo dio sin careta. Ya enterramos al mono. Ahora, si gustamos es por lo que hacemos nosotras. Ya no hay ni niños ni mono.

—¿Habéis sentido que os hayan tomado menos en serio por vuestra edad?

—Cuando éramos pequeñas, no lo sé porque no nos dábamos cuenta. Pero ahora, por ejemplo en los festivales en los que hemos estado, la gente nos trata como a un igual. Aunque no nos conozcan deben pensar «algo harán bien estos chavales para estar aquí».

—Si vuestros discos los hubieran firmado músicos de otra edad, ¿crees que habrían tenido una acogida distinta?

—Nunca lo podremos saber pero creo que el rollo de que fuésemos unos niños tocando rock and roll enganchaba mucho a la gente. Sobre todo a padres puretas que decían «quiero que mi niño salga así».

—Son pocos los grupos infantiles que sobreviven a la edad adulta. Por múltiples cuestiones: desplazamientos por estudios o trabajo, tensiones, inquietudes distintas... ¿En qué momento está Furious?

—En la pandemia tuvimos momentos de incertidumbre y estuvimos un poco desconectadas. Pero en cuanto pudimos volver a ensayar, a hacer temas nuevos y decidimos que íbamos a hacer un tercer álbum, nos implicamos al cien por cien. Todos tuvimos que renunciar a algo, pero el compromiso es muy fuerte. Ahora mismo estamos todos muy a tope.

—¿A qué tuviste que renunciar tú?

—Yo igual fui la que menos tuvo que renunciar. Lo típico, dejar de salir algún sábado porque el domingo teníamos ensayo. O cancelar la idea de hacer un interrail este verano porque estaremos tocando. Pero Mariña, por ejemplo, se iba a ir a estudiar a Madrid y decidió no irse por Furious.

—¿Está entonces garantizado el futuro de Furious Monkey House?

—A corto plazo está garantizado cien por cien. Todas nos comprometimos con este álbum. Nosotras, en principio, sacamos este disco como un cerrar la etapa Furious. Lo que venga después, no se sabe. Si va muy bien, ¿quién sabe lo que puede pasar?

—¿Tú tienes algún otro proyecto musical en marcha o en mente, además de Furious?

—No puedo. Tengo muchas horas de clase y además juego en la Segunda División nacional de waterpolo, lo que me obliga a entrenar todos los días 3 o 4 horas y a viajar cada dos fines de semana. Ahora mismo no me da la olla.