Unos pasillos atestados con la sensación de vuelta a la normalidad y a las ventas, más una cierta incertidumbre por la sucesión del Reina Sofía jalonan esta edición de Arco
04 mar 2023 . Actualizado a las 11:38 h.Me gustaría empezar poniendo en cuestión el ya agotado tema de la emergencia en el arte: no hay ninguna prisa. Lo demuestra Eleonore Koch en el estand de este año de la galería Travesía 4 en Arco, una artista que pintaba en los años cincuenta en Sâo Paulo. A Koch, que fue mujer y pintora, se le puede arrimar fácilmente un poco de pegamento decolonial y, sin darnos cuenta, ya estamos en el siglo XXI, el siglo del archivo y la justicia. También lo demuestra la obra de Nacho Criado, que nos dejó en 2010, pero parece un autor vivo y su obra está presente y sorprendentemente fresca, como la de nuestro Teo Soriano en la catalana Marc Domenèch. Hay una pintura de Nacho Criado en Álvaro Alcázar que cuenta todo esto mucho mejor que yo.
Javier Arce parece seguir donde lo dejó Odilon Redon, del que no es precisamente coetáneo, y tiene unos deliciosos cuadritos en The Goma. Una pieza de Alcolea en animada charla con un dibujo de Picasso y unos bocetos de Maruja Mallo en Guillermo de Osma me hicieron sentir en casa. Arte emergente.
Pereñíguez en Luis Adelantado es otra historia. Es como si un samuray se hiciese los kimonos (o como se llamen las prendas con las que se cubren) en Saville Row. Si a eso le añades un pequeño retablo de Teixidor en Nieves Fernández, ya tienes suficiente imaginería para sobrellevar este confuso gazpacho de nfts, arte urbano y cartoon que quiere lograr, con un abracadabrante trampantojo, convertir Carabanchel en Brooklyn. Los ricos se mezclan con los menos ricos en pintorescas y desconchadas naves industriales. Poco trabajo para los paletas. Hay una galería que es como un latifundio distópico de la que sales aturdido. Deberían poner un cercanías para recorrerla.
Flotaba en el ambiente la incertidumbre por la sucesión en el Reina Sofía. Los reinados largos producen fieles vasallajes y enconadas animadversiones. Los pasillos de Arco traían eso y muchas ventas: fue un zoco bullicioso.
Lo más destacado de la presencia gallega es la gran noticia protagonizada por Damián Ucieda. Su serie fotográfica Camiño Negro, un descarnado retrato de la gran falla con la que un oleoducto atraviesa la ciudad de A Coruña, ha sido adquirida por el Reina Sofía. Este trabajo, que destaca por su rotunda solidez, vio la luz en el espacio A Normal de A Coruña, dirigido por Leticia Eirin y fue comisariado por Juan de Nieves. Ahora pertenece al Reina Sofía, pero primero la vimos aquí.
En Nordés, la única galería gallega en Arco, Pablo Barreiro, Rosendo Cid y Julia Huete se consolidan con solvencia. Irene Grau y su obra a cuatro manos con Alberto Odériz, producida para el Festival Plataforma de Compostela, también lucía en Nordés. Odériz este año además se alzó con el VII Premio Cervezas Alhambra.
La galería coruñesa Vilaseco desembarca con una batería de libros de artistas en la sección ArtsLibris, entre ellos el de María de la Vega sobre Álvaro Negro.
En la pintura de Kiko Pérez en Ehrhardt Flórez hay un cambio de registro en el que la madera tallada sustituye al papel de forma natural y orgánica. Kiko siempre fino.
Álvaro Negro vendió su pieza al museo noruego Kistefos. Una gran pintura con un marco del siglo XVII con el que se produce una perfecta ósmosis de materia e historia. Es agradable comprobar que el arte gallego es valorado fuera. Ahora solo falta que lo valoremos dentro.
