
Se trata del «soundpainting», una técnica de improvisación en vivo, que el santiagués trabaja con la Orquestra Galega de Liberación
30 ene 2023 . Actualizado a las 09:54 h.Seguro que hay mucho más que solo colegueo entre este grupo de 16 músicos que no saben qué sucederá sobre el escenario. De espaldas al público está Xacobe Martínez Antelo (Santiago, 1976), el director de la Orquestra Galega de Liberación. No tiene batuta y, en lugar de eso, hace unos gestos extraños con las manos y el cuerpo. Los músicos, entre los que hay trompetistas, bateristas, saxofonistas, cantantes, guitarristas y más, responden con facilidad a las señas que parecen un juego.
En algún punto, el director da la cara al público y les hace una seña a la que no todos responden con igual facilidad. Hará falta que los músicos respondan a la orden un par de veces para que el público reaccione como el director quiere: risas, aplausos, ponerse de pie, sentarse. Sus movimientos son tan variados y las acciones tan diversas que van desde solicitar a los artistas notas cortas o silencio, hasta hacerles posar como si les fuesen a hacer una fotografía.
Se trata del soundpainting, un lenguaje de signos adaptado a la improvisación multidisciplinar en tiempo real. Nació en los años 70 en New York a manos de Walter Thompson, de quien aprendió el director de esta orquesta de músicos 100 % gallegos.
«Eu estaba a estudar na escola de música moderna en Santiago. Era case a única en Galicia daquela. Dixéronnos: vén un tipo moi interesante a ensinar as técnicas. Resulta que este home era Walter Thompson. Era a primeira vez que viña a Europa e xusto foi en Santiago, veu xente de toda España. Esa fin de semana fixemos un concerto con esa gran banda que montamos, na antiga sala Nasa de Santiago. Eu flipei en cores. Quedei coa cabeza voada», relata el director.
Pasó un tiempo en el que no tuvo contacto con la técnica, pero después de unos años Thompson regresó a Europa y Xacobe se certificó como especialista. Aplicó la metodología a diferentes colectivos, mientras seguía con la música en otros escenarios, hasta que un día, justo en pandemia, decidió que quería aplicar esos conocimientos a su mundo. «O incrible disto é que eu, sendo músico, fixera soundpainting con todo tipo de persoas, menos con músicos. Entón, fixen un dream team, unha lista de persoas coas que me gustaría traballar e todos dixeron que si. A idea era só facer un concerto, pero o resultado foi incrible, así que seguimos», narra Xacobe con ilusión. Desde entonces han hecho doce conciertos.
Además, la acogida del público ha sido mejor de lo esperado. «Hai xente que non cre que todo sexa improvisado e composto a tempo real», dice el director. En sus espectáculos, tan únicos como extraordinarios, todo es una sorpresa, incluso para Xacobe. «Compoñer con soundpainting implica ter unha resposta ao que sucede en tempo real. Non podes ter unha idea preconcibida do que queres. É absolutamente imprescindible estar no momento presente», explica.
Sin embargo, contrario a lo que podría imaginarse la gente, no se trata solo de xogar, aunque también un poco. Los músicos que están ahí han ensayado para estar en perfecta sincronía, para tener la concentración plena en el momento y, sobre todo, para aprenderse los signos que les hará Xacobe; hay más de mil en este lenguaje que sigue creciendo y retroalimentándose. «Está el sinvergüencismo de xogar, rir, pasarlo ben, incluso sorprender aos músicos, e por outro lado está a necesidade de entregar ao público lo que espera», reconoce su responsabilidad.
Entre tanto, el proyecto sigue creciendo, se creó también el Ensemble Liberdade, en un formato más pequeño, con seis músicos; han grabado tres discos en vivo que están disponibles en Spotify y otras plataformas; se han presentado en escenarios tan importantes como el teatro Colón e incluso han ido a Portugal. También planean incluir un poco de danza en sus shows.
Por su parte, Xacobe sigue disfrutando de su oportunidad para experimentar con la música, estar en el presente y componer en vivo. «É unha especie de sincronía zen entre os sentidos, corpo, mente e as túas habilidades. É superadictivo. É un estado de felicidade, paz e de musica compartida con grandes colegas, un exercicio de honestidade, un agasallo», concluye.