Susanna Tamaro: «Odio las ideologías, son las jaulas en las que nos quieren obligar a vivir»

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Susanna Tamaro

El corazón la llevó muy lejos hace ya 25 años y la sigue inspirando en su última novela, «Una gran historia de amor»

16 dic 2022 . Actualizado a las 12:41 h.

Como Andrea, el protagonista de Una gran historia de amor (Seix Barral), Susanna Tamaro (Trieste, 1957) prefiere vivir lejos del bullicio. Ella no lo hace en una isla, sino en Porano, una localidad de apenas 2.000 habitantes. Desde aquí crea historias destinadas a los mayores y cuentos para los niños. «El tiempo en el campo tiene una dimensión arcaica, lenta, que es fundamental para elaborar el pensamiento», sostiene.

Su retiro físico no lo es espiritual. Los problemas de una sociedad que, considera, ha perdido parte de su humanidad, están en sus pensamientos. La autora que alcanzó la fama mundial a mediados de los 90 con Donde el corazón te lleve, regresa con otra relación sobre los secretos familiares que nos callamos y solo nos atrevemos a revelar a distancia, la que garantiza haber dejado atrás este mundo.

- ¿Siente la presión del nuevo libro, del siguiente éxito después de Donde el corazón te lleve?

-Un éxito mundial como el de hace 25 años es difícil de replicar. Y nunca he intentado hacer eso. Siempre he seguido mi voz interior, escribiendo historias muy diferentes a lo largo de los años, sin pensar nunca en que deberían convertirse en un éxito de ventas. Los escritores best-seller son profesionales. Un escritor «normal» puede tener la suerte de escribir un best-seller, pero si continúa persiguiéndolo, acabará con su racha creativa.

-En Donde el corazón te lleve nos sumergió en una relación por cartas entre una abuela y su nieta. Ahora, es un marido quien le habla a su mujer fallecida. ¿Usted aún escribe cartas o las ha suplantado el correo electrónico?

-Sigo escribiendo cartas. La carta permite dedicarle un tiempo largo al pensamiento y a la memoria. Antes de la llegada de los correos electrónicos, respondía a mano miles de cartas de mis lectores, dedicaba un día a la semana a eso. No puedo escribir cartas personales y profundas a través del correo electrónico, solo comunicaciones breves sobre temas prácticos.

- ¿Va a dejar algunas cartas para cuando no esté? 

-No, no lo he pensado porque, básicamente, todos mis libros son cartas al futuro. Sin embargo, no debemos olvidar que, en la historia más reciente de la humanidad, las letras han sido el baluarte de la memoria afectiva familiar.

-Siempre nos quedan muchas cosas por decir. ¿Pensamos que nuestro tiempo nunca va a agotarse?

-Incluso la abuela de Donde el corazón te lleve sintió esa urgencia, el miedo de no poder decir las cosas importantes que siempre se callan. Así también Edith, la protagonista de Una gran historia de amor, siente la necesidad de explicar en sus dos cartas a Andrea su comportamiento, sus fugas, sus miedos. Lo que no se dice ejerce un gran peso en el corazón de las personas y devasta a las generaciones futuras

-¿Qué pasaría si fuésemos más conscientes de que hoy puede ser el último día? ¿Se puede vivir así?

- Yo he vivido así desde que era una niña. Cada mañana, cuando me despierto, sé que no tengo la certeza de que vuelva a acostarme en la misma cama. La conciencia constante de la fragilidad y de la muerte es la clave para vivir una vida equilibrada y sabia.

-¿El corazón y nuestra libertad son los grandes perjudicados por nuestro ritmo de vida?

-Los últimos 20 años han producido una aceleración descontrolada del ritmo de nuestras vidas y no tengo ninguna duda de que un cambio tan drástico ha traído -y trae- consigo una devastación en la realidad de lo humano de la que quizás no seamos conscientes del todo, pero que se evidencia como una gran señal de alarma por el número creciente de trastornos psiquiátricos, por la infelicidad cada vez más rampante, por el número cada vez mayor de jóvenes, si no de niños, que deciden quitarse la vida.

-Creo que usted reside en Porano, una localidad de menos de 2.000 habitantes. ¿Mucho mejor que el bullicio de Roma?

- Por mi carácter, mis necesidades y mi trabajo es seguro mucho mejor, precisamente porque el tiempo en el campo tiene una dimensión arcaica, y la dimensión lenta es fundamental para elaborar el pensamiento, y por ende también la narración.

-El largo viaje que a veces hay que emprender para ser un alma libre y, después, encontrar el camino de regreso a casa. Este es uno de los temas de su literatura. ¿Es posible vivir hoy al margen?

-Desgraciadamente, la tendencia cada vez más fuerte de nuestras sociedades avanzadas a la homologación del pensamiento está borrando las diversidades humanas para transformarnos en una masa de obedientes ejecutantes y consumidores. Es algo de lo que hablo a menudo con mis coetáneos. En los años 70, cuando yo era joven, había una enorme libertad de pensamiento y de formas de vida. Ahora ya no es posible, uno es inmediatamente demonizado.

-¿Es más complicado ser uno mismo con la omnipresencia de las redes sociales? ¿Usted las utiliza? 

-Las uso con moderación, porque no usarlas sería una forma de orgullo estúpido. Me gusta estar en contacto con mis lectores a través de Facebook e Instagram. Pero considero muy nocivo desde todo punto de vista el uso compulsivo y totalizador que hacen los jóvenes y los niños. Hacen añicos la riqueza individual, la concentración y la capacidad de procesar un pensamiento con un mínimo de complejidad. Llevo 30 años escribiendo libros para niños y en estos libros, desde principios de los 90, he hablado de los Orcos de la posmodernidad.

-¿Qué le transmite el auge de partidos de extrema derecha en Italia y Europa?

-Honestamente, al menos en lo que respecta a Italia, no veo motivo de preocupación. Italia es un país democrático y elige a sus gobiernos a través del voto popular. Después de años de gobiernos de izquierda, ahora tenemos un gobierno conservador. Dejémoslo trabajar. Y si resulta verdaderamente antidemocrático y totalitario, tenemos el arma siempre lista de unas nuevas elecciones.

-Los nacionalismos apelan al sentimiento de unidad, ¿nos sentimos perdidos sin una ideología?

-Personalmente, odio las ideologías. Son las jaulas en las que nos quieren obligar a vivir. Las ideologías son un velo sobre los ojos que nos impide ver la realidad. Siempre han sido la forma más cómoda y sencilla de manipular a las masas. En nuestro bagaje evolutivo está la necesidad de la tribu y la de demonizar al oponente para sentirse del lado correcto.

-¿Están en peligro los derechos de las mujeres en Occidente con el auge de estos movimientos?

-Absolutamente no. Esta es otra manipulación de la información. Los derechos adquiridos en una sociedad democrática se ganan para siempre y un gobierno elegido democráticamente no puede anularlos. Me llama mucho la atención que nos estemos lanzando a estos temas en el siglo XX, mientras nuestras vidas y nuestras sociedades están totalmente en manos del capitalismo de vigilancia.

-Los escritores italianos son muy leídos en España. ¿Pasa lo mismo al revés?

-También en Italia hay una buena relación con la literatura española, que está mucho más traducida que la literatura alemana. Además de una lengua afín, tenemos un carácter que nos hace similares y empáticos entre nosotros.

-Para terminar, aunque aquí, en España, el último libro que nos llega suyo es esta novela, en Italia acaba de publicar un ensayo, Tornare umani (Solferino). ¿La inspiró la pandemia del covid-19 a la hora de escribirlo?

-Sí, ciertamente porque, de alguna manera, fue un punto de no retorno para nuestra sociedad. Especialmente en Italia, la situación se manejó primero de manera torpe y luego terrorista. Ahora Italia es un país balcanizado, partido en dos por una lucha sin sentido entre pro vacunas y anti vacunas que solo daña al país. En esos meses me hice muchas preguntas sobre el mundo, sobre la medicina, sobre las finanzas que destruyeron la economía, sobre los daños ambientales que provocan epidemias cada vez más graves y sobre la imposibilidad de poder pensar de manera tranquila y autónoma. Además de contar historias, los escritores también tienen el deber de observar la realidad, sin prejuicios, como hizo Pier Paolo Pasolini. La locura de estos dos años me ha llevado a hacer un largo y detallado razonamiento sobre la irracionalidad que ha dominado estos últimos años, aterrorizando a la gente, y sobre la necesidad de un nuevo humanismo para lograr ser humanos de nuevo.