«El acontecimiento»: la película que hizo llorar a Annie Ernaux 60 años después

FUGAS

La última adaptación de Annie Ernaux al cine es un durísimo y esperanzador manifiesto a favor de la libertad de las mujeres

20 oct 2022 . Actualizado a las 16:50 h.

En los años 60 del pasado siglo, abortar en Francia era un delito. También estaban prohibidos los anticonceptivos. Así que el control de la sexualidad de las mujeres estaba en manos de cualquiera... menos de ellas mismas. ¿Qué podía hacer una universitaria embarazada a la que sus padres pagan los estudios con lo que sacan en el bar del pueblo? En esta situación se encontró la escritora Annie Ernaux, premio nobel de literatura, en 1964. Apenas veinte años antes, otra mujer había sido condenada a muerte (y guillotinada) en Francia por practicar abortos clandestinos. Lo contó Claude Chabrol en Un asunto de mujeres. Asunto, acontecimiento. Eufemismos para evitar una palabra, aborto, que no se menciona ni una sola vez en la adaptación al cine de la novela de Ernaux, con el mismo título. Dirigida por Audrey Diwan, El acontecimiento ganó el año pasado el León de Oro en Venecia a la mejor película, y la prodigiosa Anamaria Vartolomei, que ocupa todas las secuencias de la cinta, se llevó el César a la mejor actriz revelación. La película de Diwan es dura, contenida, dolorosa. Mucho más que buenas intenciones, más que denuncia y manifiesto por la libertad de las mujeres, esta película es buen cine. Del que genera debate cuando se encienden las luces no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo hace. No hay una sola concesión al espectador, ni sentimentalismo, ni trampas, ni intención de juzgar.

EN LA ESTELA DE MUNGIU

Hace quince años, otra película sobre un aborto golpeó el festival de Cannes y se llevó la Palma de Oro. Era Cuatro meses, tres semanas, dos días, del rumano Cristian Mungiu. Extraordinaria historia, durísima, en la Rumanía de finales de los 80, y de la que bebe El acontecimiento el mismo estilo sobrio y al mismo tiempo sofocante, cada vez más opresivo. Si en Cuatro meses... la amistad entre las dos protagonistas es capital (en el infierno que pasa Gabita para interrumpir su embarazo, siempre estará Otilia para hacer mucho más que dar la mano), la Anne de El acontecimiento está sola, completamente. No hay una mano a la que agarrarse, apenas una sonrisa de apoyo muy puntual, y la ayuda que consigue llega a oscuras, en un parque que parece salido de una película de espías. Esa soledad angustiosa se refuerza con la relación de aspecto: la imagen es cuadrada, una ratio que exploraba, con el mismo efecto, la monumental El hijo de Saúl (László Nemes, 2015), para trasladar la angustia de un campo de concentración. Aquí la cámara se convierte en los ojos de la protagonista. Ante ella o sobre su hombro, así vemos el mundo que la rodea y esa cárcel cada vez más opresiva en la que se convierte su cuerpo a medida que avanzan las semanas de embarazo y la desesperación crece hasta el punto de intentar abortar ella misma, en una de las escenas más dolorosas del cine reciente.

Porque Diwan no escamotea nada al espectador. Es una decisión muy consciente, que la propia Ernaux ha alabado. La escritora destaca el coraje de la directora precisamente por no ocultar todo a lo que las mujeres recurrían antes de que la Ley Veil despenalizara el aborto en 1975. En las escenas más duras de la película, la imagen juega un papel fundamental, pero no menos importante es el sonido. O la ausencia de él: un solo grito, un llanto, y paro, dice la mujer que realizará la intervención, una contenida y madura Anna Mouglalis. «Las paredes son muy finas», recuerda. Y así, mordiéndose los labios y soportando el dolor como puede, comienza el principio del fin para Anne que culminará con otro sonido (durísimo). Apenas hay música en esta película, en la que los silencios son clave. Nada dice Anne a su madre (Sandrine Bonnaire, otro icono del cine francés) cuando la abraza antes de salir del bar de sus padres. Nada se dicen la protagonista y su compañera de residencia cuando todo ha pasado y vuelven a encontrarse en la facultad. Anne, nos imaginamos, no volverá a hablar de un tema que luego sabemos que convertirá en novela. Y que sesenta años después llena aún de lágrimas los ojos de Annie Ernaux, que reconoce que salió emocionada del cine.

Hay miedo, hay soledad, hay dolor, hay enfado, hay desesperación... y esa alegría de ser joven y tener toda la vida por delante para convertirte en lo que siempre has soñado. Del foco del quirófano a la luz del sol con la que Anne se enfrenta a un examen con el que vuelve a ser dueña de su futuro.