Los Pixies se esfuerzan por sonar como los Pixies

FUGAS

Kiko Huesca | EFE

«Doggerel», su nuevo álbum, salió al mercado hace una semana, satisfacciendo a los fans, que podrán verlos en marzo en A Coruña

07 oct 2022 . Actualizado a las 13:08 h.

Gran noticia la que recibíamos la semana pasada: los Pixies volverán a pisar tierras gallegas el año que viene (marzo en A Coruña). Pasaron ya por aquí justo antes de la pandemia dejando más discusiones que satisfacción entre los asistentes, algo que es marca de la casa. Y regresan con nuevo disco, Doggerel, que salió al mercado hace exactamente una semana. Un elepé que tampoco dejará a todos los fans entusiasmados y que podría resumirse diciendo que suena a los Pixies intentando sonar como los Pixies.

 El disco no podía empezar mejor, con un tema llamado Nomatterday que parece un libro de instrucciones de cómo hacer una canción de los Pixies. Sobre el metrónomo de la batería se impone un duro ritmo con el bajo en primer término. Y de ahí arranca Black Francis con un recitado mientras la guitarra va haciendo espirales de fondo. Todo muy Pixies, de libro. Y llega un estribillo de esos que explican la influencia del grupo sobre toda la generación grunge. Pero lo mejor está por venir. Al llegar al minuto dos de canción, sin previo aviso ni transición, cambia el ritmo, cambia la melodía, cambia el concepto y hasta la tonalidad.

El ritmo pesado se convierte en saltarín y la melodía sube y baja de un modo casi infantil hasta que acaba de modo repentino. Dos canciones en una. De nuevo, todo muy Pixies. Esta canción funciona como una especie de prólogo que resume en cierta medida lo que uno se va a encontrar en el disco: Una colección de temas que parecen hechos a propósito para sonar a los Pixies, con todos sus trucos y rutinas, pero sin esa chispa que tenían años atrás. Continúa el disco con Vault of heaven, uno de los singles que se adelantaron y que recuerda al rijoso When I go Down on You del Nonstoperotik de Francis, y Dregs of the Wine, en la que participa Joey Santiago en la composición. Medios tiempos como The Lord Has Come Back Today, canciones que recuerdan a la deriva hacia la música de raíces americana que marcó buena parte de la carrera en solitario de Francis, como Thunder and Lightning, Who's More Sorry Now? o Pagan Man, y furiosos trallazos de guitarras siderales (You're Such a Sadducee, Haunted House). Y cierra el disco la canción que le da nombre, Doggerel. Casi cinco minutos que vuelven a funcionar como un compendio de sonido Pixies.

Visto así, el disco no tiene pega. Es de los Pixies, suena a los Pixies y no tiene un tema malo. Todo en su sitio. Pero quizá ahí radique el problema, que lo que más nos gustaba del grupo era, precisamente, la sensación de que en sus discos nada estaba en su sitio. Cada álbum que grabaron antes de su separación (y posterior reunión) parecía que había sido editado antes de tiempo, que la banda llegaba tarde al estudio de grabación y que todas las ideas que llevaban las tenían que plasmar sin haber sido maduradas. Todo demasiado fresco, sin terminar, casi improvisado. Y eso era maravilloso. Esas canciones de menos de dos minutos, esbozos de una idea brillante, que dejaban al que las escuchaba con ganas de muchísimo más, se han convertido en temas que duran el doble y que sacian demasiado al comensal. Se añora a aquellos Pixies que no eran tan buenos músicos y no sabían cómo componer una canción. Y sí, se echa de menos a Kim Deal. Todos los días y a todas horas.