Así es la música del 2022 que saca de quicio a la generación roquera

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Conciertos en los que no hay músicos, temas no publicados que arrasan, chicas que hablan de sexo sin remilgos, público que lo graba todo con el móvil... Sí, el futuro ya está aquí. Y es así

07 oct 2022 . Actualizado a las 15:37 h.

Anda el mundo de la música pop revuelto. Los nuevos modos de crear que adoptan muchos artistas y su manera de mostrarse descolocan a las generaciones que superan los 40 años. Son los educados en una idea central del rock, el guitarra-bajo-batería y lo anglosajón como eje. En los últimos años todo ha cambiado. Tanto que se ha producido un choque de eras regado de violencia dialéctica. Jorge Drexler lo explicaba este verano en una entrevista en La Voz: «Una generación siente que pierde territorio, se defiende desconfiando y atacando a la generación más chica».

Muchos sitúan el crac en la resaca de la crisis de Lehman Brothers del año 2008, la que cambió el mundo. En ese territorio de tierra quemada y convulsiones sociales, apareció un nuevo estilo bastardo que tomaba elementos del rap, el reguetón y otros géneros hispanos como la rumba o el flamenco. Abusaba del autotune y se mostraba autosuficiente. Irritaba tanto como otrora el punk o el bakalao, arrancando de las bocas adultas la frase mágica: «¡Eso no es música!». Es la misma que en día recibieron Siniestro Total, Barón Rojo, Los Chichos, Chimo Bayo y Los Planetas. En el 2022, tras dos años de letargo en la pandemia, llegó el momento del cara a cara en conciertos y festivales en los que se mezclaba la considerada música buena y la considerada música mala. Ha sido un shock. ¿Qué ha pasado aquí?

1. Bum latino

Hubo otros momentazos latinos en el pasado (recordemos los noventa de Ricky Martin, Carlos Vives y Gloria Stefan, por ejemplo), pero la prevalencia actual no tiene parangón. El éxito de Despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee marcó un punto de inflexión. Para los jóvenes actuales Bad Bunny y Rosalía son tan importantes como antes fueron Michael Jackson y Madonna. Y los estilos que practican son omnipresentes. Tener a J Balvin de cabeza de cartel hoy es el sueño de muchos festivales indies que hace un lustro no contaban ni con un segundo de música latina en su listado.

2. Canciones sueltas

Desde la aparición de internet se ha venido hablando de la muerte del formato elepé en favor de las canciones sueltas. Pero era algo que no terminaba de consolidarse. Sin embargo, en estas nuevas músicas urbanas se empezó a imponer esa idea, una tendencia que contagió a la mayoría. La pandemia lo aceleró. Muchos artistas iban a sacar disco. Hubo que retrasarlos y, en su lugar, se fueron soltando los temas a cuentagotas. Otros ya empezaron a grabar así: canción que registro, canción que suelto. De pronto, se impuso la idea de que lo más conveniente es estar aportando material nuevo cada poco tiempo para alimentar la bestia de Spotify y su endemoniado algoritmo.

3. Sin músicos en el escenario

No es que salir al escenario con parte o toda la música grabada sea algo nuevo del 2022 (el karaoke y el playback lleva practicándose años), pero sí el modo tan provocador de hacerlo de algunos artistas. Ahí tenemos la gira Motomami de Rosalía. La artista borró directamente a los músicos del escenario. Llevó toda la música de su show enlatada, con la excepción de algunas piezas que interpretaba ella con guitarra o piano.

Eso, tratándose de la figura más relevante del pop nacional, generó una gran polémica. Muchos —críticos musicales de peso, entre ellos— salieron a la palestra, negándose a denominar sus actuaciones como un concierto. Pero sus fans, especialmente los más jóvenes, la defienden a muerte. Otro caso reciente es el de Quevedo. Lo lleva más allá. Si en los conciertos canta por encima de lo grabado, cuando llega el tema estrella, Quédate, abandona el micro y deja sonar la canción, mientras celebra su éxito.

4. Cantar a la pantalla

El año 2022 ha consolidado una revolución en la música en directo. Las dos giras nacionales más importantes, la de Rosalía y la C. Tangana, han dejado claro que las pantallas forman parte de su espectáculo en una medida mucho más intensa de lo que se hacía hasta ahora. Mientras que un artista clásico de rock —pensemos, por ejemplo, en The Rolling Stones— las concebía como algo complementario y, por tanto, dejaba libre el espacio entre el escenario y el público, este tipo de artistas funcionan de otro modo. No tienen problema alguno en llenar la escena de operadores de cámara porque su objetivo es ser filmados de la mejor manera posible. En muchos casos los buscan y los miran al cantar. ¿Por qué? Saben que el público los está viendo por las pantallas con una realización en directo impresionante, muy por encima de lo que antes era habitual.

5. Ver el concierto a través del móvil

Si sobre el escenario se mira a cámara, abajo cientos de espectadores reciben las imágenes tras un teléfono móvil. Más allá de grabar un vídeo para al recuerdo, en las nuevas generaciones se constata en el móvil forma parte clave de la experiencia. En su libro Canción de amor definitiva, el cantante de La Habitación Roja Jorge Martí relata una experiencia con su hija en un recital de Ariana Grande. Al ver que ella quería registrarlo todo, le insiste en que dejase el teléfono. La niña, llorando, le pregunta si quería estropearle el concierto. Ella le explica que quiere tener sus propios vídeos, enfocar el escenario con los brazos en alto y usar el zoom para ver los pequeños detalles. El músico, perplejo, asume ahí el salto generacional.

6. Explosión LGTBiQ+

Si el pop ha de reflejar su momento, toda la revolución que estamos viviendo en lo referente a la orientación e identidad sexual tiene en él un claro espejo. La música se encuentra llena de pulseras arcoíris, banderas trans y mensajes a favor de la diversidad. E iconos rompedores.

¿Un caso reciente? Villano Antillano, artista que se define como una persona no binaria transfemenina. Ha grabado con Bizarrap y canta: «Si tú no puedes conmigo, mala mía / Que si vengo pesaíta, que si ya tengo tetitas / Si me tiré con tu gato».

7. Mujeres hablando claro de sexo

La carga sexual de una parte de este nuevo pop y los mensajes machistas son de los aspectos más criticados por las generaciones adultas. Estas, en muchos casos, obvian temáticas similares (o peores) en artistas como Los Ronaldos, Guns n' Roses, Un Pingüino en mi Ascensor o AC/DC. En medio de ello surge un fenómeno nuevo: artistas femeninas cantando sobre sexo en castellano de un modo que no se recuerda. Eso abarca desde lo más edulcorado en lo alto de las radiofórmulas, que replican luego alumnas de primaria («Si quieres algo conmigo / conmigo, si quieres, puedes /puedes ser más atrevido y yo lo sé», que suelta Aitana) a otros versos mucho más explícitos («Este coño te hace bajar down low, él es jamaicano pero se lo come to», que larga Bad Gyal).

8. Adelantos para viralizar

Hay que volver a ella, porque sin duda es la que marca el camino. Este verano Rosalía logró algo inaudito: una canción suya se convirtió en el tema del verano sin haberse editado. Hablamos de Despechá. Cuando aún no tenía siquiera título, la interpretó en directo delante de un ejército de fans dispuestos a registrarlo todo con sus móviles. El tema circuló por cuentas de TikTok e Instagram. Se viralizó de manera instantánea hasta que semanas después se lanzó oficialmente. Esa práctica resulta común hoy en día. Lograr ese efecto es un indicador de la popularidad de un artista que, muchas veces, lo provoca.

Ahora ya se ve cómo desde el escenario se pide explícitamente que se graben esos adelantos para que en el próximo concierto la gente los pueda cantar. La práctica se conoce como preview, adoptando la terminología del audiovisual.

9. ¿En qué idioma hablan?

Es uno de los motivos de rechazo que más abiertamente demuestra la edad de los que repudian frente a los que disfrutan. Estas músicas reguetoneras y traperas apelan constantemente a un híbrido de español latino, inglés y jerga callejera. En internet incluso se han llegado a publicar diccionarios para entender qué son términos y expresiones como bicho (órgano sexual masculino), booty (culo), modo diablo (estar vivo), flexy (sentirse seguro de uno mismo), bellaquear (tener sexo), cangri (líder), roncar (alardear) y titerito (espabilado), entre muchos otros. Nada que no ocurriera antes con el rock n' roll, el punk o el rap. Ser joven y manejar unos códigos que no entiendan los mayores es una necesidad casi antropológica.

10. La fiebre del «featuring»

Las colaboraciones no son una novedad de esta era, aunque sí el hecho de que hayan explotado hasta un punto nunca antes conocido. Todo viene del pop latino del arranque del siglo XXI. Llevó la fórmula al extremo, mezclándolo todo: Enrique Iglesias, Ricky Martin, Daddy Yankee, J Balvin, Maluma… La tendencia se ha expandido y, hoy por hoy, lo raro empieza a ser encontrar un single que no sea el resultado de una agregación de artistas.