—A Julio Iglesias se le está rehabilitando ahora como artista serio, cuando se le veía como un simple personaje del corazón.
—Eso es un error de falta de cultura. Es como si me dices que Sara Montiel es una persona que sale en Tómbola. No, Sara Montiel es la primera gran estrella internacional que tuvo España. Si usted no tiene cultura y solo la conoce porque la ha visto en un programa del corazón, es un problema suyo. Con Julio digo lo mismo. Él, además, tiene a su hijo que también es una estrella internacional y las cosas se opacan. Pero a veces es inevitable pensar que oye, hay que tener un poco de cultura respecto a lo que son esos artistas...
—¿Es algo exclusivamente español? Dudo que en Inglaterra a Tom Jones se le vea simplemente como un mujeriego que sale en las revistas del corazón.
—Tienes toda la razón. Tom Jones al final toca en el festival de Glastonbury y allí a nadie le sorprende que suceda eso. Aquí, sí.
—Artistas como Rosalía y C. Tangana generan una guerra entre la vieja y la nueva guardia. ¿Lo de «eso no es música» le recuerda a lo que sufrió con Kaka de Luxe?
—Totalmente. Pero es que eso le pasó a Elvis, que también muchos decían que lo suyo «no era música». Hay que recordar que para muchos el rock n' roll no era música. No tenía letras, solo era «auanbabulubabalambambú». Es una especie de choque entre personas que optan por unos estilos de música u otros. Hablabas antes de la incultura de la gente respecto a Julio Iglesias. Pero cuando es gente que se dedica a hablar de música u otros músicos y dicen estas cosas a mí me parece sangrante. Intenta tú hacer una base de trap, a ver si te sale. Es una música muy complicada a nivel de producción y de composición. Cada cosa tiene lo suyo. Pero eso lo llevo oyendo desde pequeña. Primero era el rock, luego fue el glam. ¿Quién hablaba bien de Bowie en el 73? Yo ya tengo una edad. Lo he visto y lo he vivido. ¿Quién hablaba bien de Kiss en el 74? Es así.
—Hay veces que la historia se repite con tanta fidelidad que asusta. Si uno ve lo del Disco Demolition Night de 1979 y compara con lo que alguna gente dice del reguetón parece lo mismo.
—Sí, es que es «otra vez». ¿Y lo que le pasó a la música electrónica? Son ciclos que se repiten siempre. Yo tengo la suerte de que encuentro cosas maravillosas en todas ellas y me nutro de todas.
—Cita el «auanbabulubabalambambú» del «Tutti Frutti» de Little Richard. Cuando se criticaba la letra del «SloMo» de Chanel, algunos lo sacaron a relucir.
—Es que es verdad. Si nos ponemos puristas, siempre hay esas fisuras. A no ser que digas: «A mí solamente me gusta Paco Ibáñez». Pues vale, hablamos de otra cosa. Pero si no, hay que saber que esto va a ser siempre así. No hay nada que hablar, ni nada que comentar. A palabras necias, oídos sordos.
—Ha estado presentando Benidorm Fest. ¿Otra fantasía hecha realidad?
—Sí, era mi segunda vez. Hice una previa de Eurovisión cuando salió Soraya y Melody quedó segunda. Pero era la primera vez que se hacía de una forma tan cuidada y tan grande. Por eso creo que funcionó bien, porque se hizo a conciencia. Que contaran conmigo y, por encima, en Benidorm, que es un sitio por el que tengo una querencia especial, pues fue algo fantástico.
—¿Qué le parece todo este repentino fervor eurovisivo?
—Es que claro, tú vives en tu burbuja vital y yo en la mía. En la mía Eurovisión siempre ha sido algo fantástico, que lo vemos todos y lo comentamos todos. Es importantísimo y forma parte de nuestras vidas. No sé lo que pasa más allá de mi frontera. Pero parece ser que ahí ahora hay tanto fervor como dentro de mi frontera. Me alegro muchísimo. Pero ojo, que esas cosas son burbujas, como vienen se van.
—¿Y las polémicas qué piensa?
—Que un concurso es concurso. Hay unas reglas y es lo que tienen.