Sol Salama, editora de Tránsito: «Me dijeron que crear mi propia editorial iba a ser un suicidio»
FUGAS
La editora que cautivó a libreros, lectores y críticos cuenta el camino que ha recorrido desde la creación de su sello hasta hoy
30 mar 2022 . Actualizado a las 16:47 h.Arriesgarse casi siempre es la elección de quien no tiene otra alternativa. Y eso fue lo que hizo Sol Salama (Madrid, 1986) cuando decidió crear Tránsito, una editorial independiente y feminista. Venía del duelo, de la muerte de su padre, y el corazón que le quedaba tenía que invertirlo bien. Por eso, lo puso completo en ese sueño de imprimir y materializar voces. Casi cuatro años después de aquel primer septiembre en el que dio el paso, Tránsito se ha convertido en el útero de 22 libros, el hogar de una veintena de autoras y la editorial de confianza de cada vez más lectores. Pero ¿cómo se construye ese camino con 32 años? Su despertador suena cada día a las 7.00 horas, aunque asegura que ya entonces tiene los ojos abiertos: «Es una cruz». Se toma el primer café y repasa mentalmente lo importante. Luego lee, «un par de páginas de algo que no sea trabajo». Lo demás es esfuerzo y puede que también un poco de magia. O de destino. Después de todo, algo de poética hay en que su olor favorito sea el de las gomas de borrar.
—¿De dónde te viene el afán de la edición?
—Desde pequeña huía de grande planes sociales y me quedaba leyendo, me sentía muy loser, torpe socialmente, pero ahora entiendo que ya era una necesidad. Siempre que he visto una película en la que aparecen autores y un editor (siempre era hombre), sentía que quería ser él, con esas montañas de papeles sobre la mesa. Cuando mi padre y yo, los últimos años antes de su muerte, empezamos a hacer aún más fuerte nuestro vínculo regalándonos libros uno al otro, descubriéndonos obras, compartiéndolas, analizándolas juntos. Me di cuenta de cuánto disfrutaba todo lo que tuviera que ver con los libros y dije: «Ya no des más vueltas, es editora lo que quieres ser».
—¿Tienes referentes? ¿Quiénes hicieron lo que haces? ¿De quién heredas??
—La verdad es que no tengo una figura de editor o editora que haya sido un referente. Heredo de mis padres la pasión y la tenacidad, la curiosidad; y también de mi familia el hambre y la necesidad por la cultura con minúsculas.
—Eres joven y lo eras todavía más cuando diste el paso de crear Tránsito.
—Creé Tránsito porque no podía hacer otra cosa. Estaba en un momento muy duro, en duelo, en el que o me entregaba a algo que me moviese de verdad o no hacía nada. Al final, aunque me faltaba mucho conocimiento del sector, seguí mi impulso. En verdad estaba por fin creando algo con lo que había soñado años, tener algo propio relacionado con los libros.
—¿Cuánto de esto tiene que ver con ese duelo, con tu padre?
—Surgió a raíz de que se fuera, así que ha influido cada día. De algún modo, lo llevo dentro, en la mirada, y eso hace que Tránsito esté irremediablemente enlazado a él.
—Es duro estar al frente de una editorial independiente, pero, además, tú apuestas por autoras, por literatura feminista.
—Sí, me dijeron que iba a ser un suicidio, pero yo pensaba justo lo contrario. En una sociedad dominada por el canon masculino y la mirada patriarcal, en la que las mujeres, nuestras voces y nuestras historias, han estado históricamente devaluadas o en los márgenes, ¿cómo no, siendo una mujer comprometida y sensible, darle prioridad precisamente a ellas, poner el foco allí donde nunca ha estado? Pero lo que me interesa son los asuntos que tratan, sus historias, el carácter fuerte de los libros. Publico pocos libros al año, así que he de escoger mucho.
—¿Cómo eliges tus libros y a tus autoras?
—Me fijo mucho en la voz que ha construido la autora. Me interesan también las apuestas arriesgadas porque me gusta sacar a quien lee de su zona de confort. Son claves también para mí los asuntos que aborde el libro, porque con Tránsito quiero acompañar y ayudar a reflexionar sobre el mundo en que vivimos.
—¿Qué editoriales leías antes de crear una?
—No me fijaba tanto en las editoriales, sí en las ediciones, en el objeto. Ay, qué suerte y qué tiempos en los que no lo analizaba todo... Pero las lecturas que recuerdo de la temporada previa a empezar la editorial son Stefan Zweig, Natalia Ginzburg, Delphine de Vigan, Unica Zürn, Marta Sanz, Belén Gopegui, Grace Paley, Oliver Sacks... Insistentemente Virginia Woolf, poesía de Gil de Biedma y de Pizarnik.
—¿Te esperabas la acogida que has tenido?
—No, no sé qué esperaba, pero no esto. Creo que cuando empecé, por mis circunstancias, solo había pensado en un corto y medio plazo. Así que está siendo emocionante, un aprendizaje bello y duro también, porque muchas cosas siguen siendo nuevas y suponiéndome un reto.
—¿Qué factura le pasa esto a tu salud mental?
—Hay algo que me hace mal, y es la ausencia de horarios. Al fin y al cabo, es mi proyecto y yo sé que irá mejor cuanto más trabaje. Esos límites —y otros— tengo que trabajarlos por salud mental. Le presto mucha atención, aprendo a escuchar mi ansiedad y a rebajarla, pero no es fácil, ¿para quién lo es lidiar con tantas ansiedades cuando invertimos tan poco tiempo en cuidarnos, en prestarnos atención?
—¿Qué te ilusiona? ¿Qué está por venir?
—Hay varios libros que me han impactado y que van a salir en Tránsito, como, por ejemplo, Basura, de Sylvia Aguilar Zéleny, que saldrá en abril. Me muero por que la gente lo lea. También me hace mucha ilusión que este año estemos en la Feria del Libro de Madrid por primera vez, hablar con las lectoras, encontrarme con la gente y estar en la caseta.