UNA PRESENCIA CONSTANTE
La presencia de nuevas realizadoras se ha convertido, por tanto, en una constante entre las películas que la Academia escoge cada año, lo que no deja de ser un termómetro de cómo están cambiando las cosas. Y de que existe un talento que necesita ser empujado para llegar a las salas y al público. ¿Pero quién lo impulsa? Hay otro nombre propio de mujer que explica en parte el fenómeno: cuando Carla Simón recogió el Oso de Oro, se lo dedicó a una emocionadísima María Zamora. La productora, antes en Avalon y ahora en Elástica, está detrás de Alcarràs como lo estuvo de Verano 1993. Pero es que además es una de las productoras de Libertad, y también apostó por Nely Reguera en María (y los demás), una deliciosa primera comedia rodada, por cierto, en Galicia, también con nominación a la mejor dirección novel para su realizadora. Zamora también produjo ¿Qué hicimos mal?, personalísima obra de Liliana Torres.
Aunque no hay una etiqueta bajo la que clasificar a esta hornada de nuevas directoras, sí coinciden todas ellas en una mirada muy personal sobre la sociedad que nos rodea, sea en un pasado inmediato (Las niñas, Verano 1933) o en la actualidad.