Michael es más complejo, no es un héroe, pero tiene un lado oscuro, por eso la película tiene ecos shakespearianos indudables, te habla del poder y de cómo el fin justifica los medios.
Pero el acierto es la conexión emocional que se establece con una familia a la que queremos, a la que vemos positivamente, aunque asesinen o extorsionen. «Cando Vito Corleone vai mercar as laranxas e o tirotean, sofres, queres a ese tipo, do mesmo xeito que cando lle dá o ataque ao corazón», apunta Fernández. Ese punto tierno del patriarca fue cosecha de Brando, quien cuando hizo el casting se puso los famosos algodones en los carrillos de la boca para darle la apariencia de un bulldog: parece malo, pero en el fondo es cariñoso. De ese modo los protagonistas se reflejan en cualquier familia, si bien la complejidad de Michael es superior al resto de personajes, dice Losa. «Conseguir esa empatía del público con todos es muy difícil, pero Michael es más complejo, no es un héroe, pero tiene un lado oscuro, tiene que tomar decisiones morales como matar a su hermano, por eso la película tiene ecos shakespearianos indudables, te habla del poder y de cómo el fin justifica los medios. Aunque mi personaje favorito por primario y testosterónico es el de Sonny, pero todos están maravillosos, Al Pacino, Brando... y no me quiero olvidar de la jovencísima Diane Keaton, que aún no había hecho nada con Woody Allen», avanza Losa, que ve tanto El Padrino como El Padrino II como un todo. «Para mí es un díptico, y como conjunto sí forma parte de mis cinco películas favoritas, aunque la segunda me parece más ambiciosa y más compleja», señala Losa. Él deja a un lado la tercera parte, aunque salva a Sofia Coppola, «debo ser el único del mundo», se ríe. Sin embargo, Miguel Anxo reivindica el filme de Andy García: «As tres partes son excelentes, pero El Padrino es el principio de todo».
Si los espectadores más curiosos saben que Coppola decidió poner la cabeza del caballo real justo en el momento de rodar la escena final para sorprender de verdad al actor que la protagonizaba, otros desconocerán que el gato que acaricia Brando fue un extra que se sacó de la manga el director. Era un gato que se había colado en el plató y Coppola lo subió a las piernas de Vito para siempre. «Todas las escenas son icónicas —apunta Losa—, la simbología de las naranjas anunciando la muerte, el montaje del bautizo a la vez que el baño de sangre de la masacre, la muerte de Sonny... Pero la boda de El Padrino solo es comparable a la del Gatopardo, para mí las dos bodas sobresalientes de la historia del cine; en esa boda Coppola hace un cuadro de familia, presentando a los personajes mientras en el despacho Vito hace su papel de conseguidor. Es brillante».