El líder de Wilco enseña cómo se hace una canción

FUGAS

«Coge una guitarra» es uno de los primeros consejos del líder de la banda de referencia del rock alternativo de EE.UU.

14 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Dejemos a un lado la mística roquera, la idea del genio excéntrico y la inspiración que asalta a las cuatro de la mañana y de la que sale una obra maestra de modo instantáneo. Jeff Tweedy, líder de Wilco, una de las bandas de referencia del rock alternativo estadounidense, piensa que todo eso está sobrevalorado. Que lo que hay es que quitarse miedos de encima y, sobre todo, ponerse a trabajar. Cuanto antes y sin excusas. «La mayoría de la gente que se dedica a ello todos los días y tiene una vida artística satisfactoria toma a menudo las herramientas de la creación», dice en el arranque de Cómo componer una canción (Contra), el libro en el que abre los secretos de su taller de composición. «Coge una guitarra y será mucho más probable que compongas una canción», señala.

Durante 168 páginas, Tweedy alterna el papel del hermano mayor que da un empujón al pequeño, el divulgador que hace comprensible el misterio de la grabación y el escritor de una suerte de autoayuda musical. Hace preguntas al lector sobre cuánto tiempo desperdicia en aficiones inútiles que podría ser invertido en componer, lo anima a sacudirse la pereza de encima y explica enseñanzas sobre su propia vida de fracasos que derivaron en éxitos. Ahí está Yankee Hotel Foxtrot (2001), un disco rechazado en su día por los obtusos ejecutivos de Warner Bros que hoy es un clásico inapelable para la crítica. «Que te digan directamente y sin tapujos que eres un mierda... ¡Vaya regalazo tan increíble que fue aquello!», reflexiona al respecto.

Lo cierto es que leyéndolo, con ese tono ágil, directo y divertido, dan ganas de coger una guitarra y ponerse a escribir temas como ese Cant Stand, salido a toda prisa tras las presiones de las discográficas de contar con un single para Summerteeth (1999). Si es tan fácil como lo cuenta, si las canciones salen de conversaciones de bar y si uno puede tirarse a la piscina sin formación musical e incluso sin saber tocar un instrumento, lo lógico es que de sus páginas salgan decenas y decenas de futuros compositores.

Para ellos diseña todo un catálogo de trucos, desde los préstamos literarios a las técnicas de recortes, desde jugar a cambiar los adjetivos a extraer la magia de las canciones de los demás, robándola. También ofrece recetas para superar la crítica propia, la temida escucha de la creación de uno y todo un repertorio de consejos para el que se enfrente a la creación musical lleno de dudas. Y además, cuenta pormenores de la carrera de su grupo, fetiche indie donde los haya.