Farmacia versus Disney

Mercedes Corbillón FUGAS

FUGAS

23 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre me intrigaron las personas tristes, no las melancólicas, porque uno aprende rápido que la vida es perder y siempre hay algo por lo que volver la mirada atrás, o adelante, sabiendo que nunca va a suceder.

Pero no me refiero a esa tristeza suave y estética, sino a la angustia profunda, a la desazón vital, a las cercanías del abismo. Hablo de ese monstruo oscuro que a veces nos habita. Hay personas de naturaleza más propicia para los demonios, pero todos, tú también, yo también, podemos rompernos.

Algunos niños aprenden eso enseguida. Me imagino a los pequeños de Silvia Plath comiendo las galletas que ella les dejó, masticando despacio mientras ven a su madre hierática, con la cabeza metida en el horno. El Gran Wyoming veía a su madre entrar y salir del psiquiátrico, la de Pau Donés se desangró voluntariamente en una bañera. La gente sufre, la gente quiere irse de este mundo y yo no lo entiendo. Y me fascina.

En Fármaco, Almudena Sánchez ha hecho de su depresión literatura. Incluso en lo más oscuro, la verdad ofrece su belleza. La escritora, joven, guapa, con talento, una mujer amada y que ama, cuenta el terror, la incomprensión, el bloqueo, la búsqueda a oscuras de una solución, la tentación del suicidio, el diagnóstico psiquiátrico, las visitas al Dr. Magnus. Utiliza el humor, quizás una de las pocas herramientas que tenemos para salvarnos.

Ah, y cree más en las farmacias que en Disney. Soñar con finales felices a veces no es suficiente.