Álvaro Urquijo, cantante de los Secretos: «Por cinco millones de escuchas me han dado 600 euros»

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En lo musical, no disimulan su nostalgia de otros tiempos. En lo personal, asumen que la «presencia» de Enrique sigue siendo esencial en el grupo

28 may 2021 . Actualizado a las 09:09 h.

En 1980, una banda entonces liderada por dos hermanos, Enrique y Álvaro Urquijo, editaron un epé, que ni siquiera tenía título, con cuatro temas entre los que figuraban lo que fueron dos auténticos himnos de la modernidad, aún hoy asumibles y reivindicables, como Déjame o Sobre un vidrio mojado. Y el rock español ya nunca volvió a ser el mismo.

-Leí hace unos días una crónica del concierto de Los Secretos en Palma de Mallorca que se titulaba «Nostalgia de juventud». ¿Sientes esa nostalgia?

-Pues mira, en lo musical sí. El mundo del consumo y la inmediatez del éxito hace que, hoy, si escuchas una canción cuatro meses después de su lanzamiento, recibas comentarios del tipo de «eso está viejo ya». Eso me ha pasado a mí, en mi casa. ¿Qué ocurre? Que nosotros no componemos pensando en que un producto se va a agotar en seis meses, ni para una franja de edad determinada, ni siquiera para determinados segmentos de público. Hemos comprobado que las buenas canciones, las que atraviesan la frontera del tiempo, no lo son gracias a Los Secretos ni a las discográficas, lo son gracias al público.

«Las composiciones de mi hermano Enrique son inagotables, tendrán mil vidas»

-Lleváis cuatro décadas en los escenarios y no perdéis vigencia. ¿Cuál es el secreto de Los Secretos?

-Una combinación de tres factores. Por un lado, hacemos una música que es muy identificable y atemporal. Por otro, están las composiciones de mi hermano Enrique, que son inagotables. Tendrán mil vidas. Y por último, un esfuerzo constante por mejorar. Yo te aseguro que en el próximo concierto que me veas, intentaré por lo menos haber mejorado en algo. Todo eso hace que lo que podría ser un plato clásico se convierta en una delicatesen.

-En los conciertos hablas de tu hermano Enrique como un miembro más del grupo.

-Sí, por supuestísimo. Los Secretos somos lo que somos por el público. Y el público viene de la mano de un montón de canciones que hizo mi hermano Enrique, que se han agarrado a sus corazones. Lo que perdura de Los Secretos no es ni el estilo ni la imagen, son las canciones. Es por eso que la presencia de Enrique es tan notoria, incluso después de su muerte. Porque son sus canciones las que nos han hecho perdurar en la gente y la gente la que nos ha hecho perdurar en el tiempo. No hay concierto que hagamos en el que no le nombremos como alguien que está por ahí en ese momento y que forma parte esencial de Los Secretos.

-Los Secretos han logrado, y no es fácil, ser un grupo transversal en lo generacional.

-Sí, y no hay una razón que te pueda decir «es por esto». Yo, como compositor, no hago una canción pensando en a quién puede gustar. Todo ese rebozado de mercantilismo que después se le pone a un disco o a una canción se lo ponen otras partes de la industria, con las que yo no estoy del todo de acuerdo.

-Te he oído manifestarte de forma muy crítica con la industria musical. Sin embargo, ¿no está hoy la música más libre que nunca de la industria?

-Yo ya he dado por sentado que la música es un bien libre, pero en otro sentido. Los Secretos nunca hemos sonado tanto. Tenemos decenas de millones de escuchas en las plataformas, 50 millones de visualizaciones en YouTube en los últimos cuatro años. Y sin embargo, por eso no nos pagan prácticamente nada. A mí por cinco millones de escuchas en Spotify me han dado 600 euros. En España nunca ha habido una política de protección cultural, del estatuto del músico o de la justicia digital. Permitimos que los gigantes tecnológicos obtengan beneficios millonarios con contenidos de los que sus creadores apenas reciben nada. Así como, por ejemplo, hay una ley que obliga a las televisiones a guardar parte de sus beneficios para el cine, con la música no se ha tenido esa consideración.

«No me gusta decir 'de esta agua no beberé', pero en un talent show es raro que me veas a mí»

-Hace unos meses formaste parte del jurado de un talent...

-Perdona, no era un talent, era un concurso de grupos noveles. Yo di mi opinión de once vídeos de otros tantos grupos. Y te diré que a todos los puse por las nubes, aunque no me gustaran, porque yo creo que necesitaban esa ayuda y valoré lo bueno de cada uno. No me gusta decir «de esta agua no beberé», pero en un talent show es raro que me veas a mí.

-¿Por qué tan en contra de los talents?

-No soy yo de televisión espectáculo con lágrima. Me molesta que se estén cambiando los valores. Antes para ser famoso había una meritocracia, tenías que haber hecho algo muy bien o muy distinto. Ahora hay gente que es muy famosa por el único mérito de salir en la tele, independientemente de si lo hacen bien o mal. Con todo el respeto, camadas y camadas de Operación Triunfo no pueden sustituir a la trayectoria natural de los grupos, al empezar a tocar en garitos. Mi forma de cultivarme en el mundo de la música fue distinta. Mi criterio no fueron los followers.