Las residencias, la penúltima estación

Mercedes Corbillón FUGAS

FUGAS

20 abr 2021 . Actualizado a las 21:36 h.

La noche está oscura, la luna y las estrellas se pierden en una bruma de abril y el mar solo es una presencia temblorosa bajo el foco del puerto. Lo veo desde la cama, al foco, digo, al mar solo lo oigo y no demasiado porque está tranquilo y porque mientras escribo escucho a Le Grande Sophie, que se come las olas con su bonita voz francesa. Delphine de Vigan cita unos versos de una canción suya en Las gratitudes. En ellos la cantante se pregunta adónde van las palabras que resisten y desisten, que nos hacen y deshacen, adónde van cuando todo nos abandona.

La escritora por su parte se pregunta cuántas veces damos las gracias sin enterarnos, mecánicamente, por cortesía o urbanidad y cuántas lo hacemos de verdad a lo largo de la vida, sinceramente. Si lo hacemos cuando debemos hacerlo, si ofrecemos nuestra gratitud cuando alguien la merece.

Me gustaría escribir como ella, contar cosas importantes con frases sencillas, dibujar una emoción con un solo trazo.

Marie, la protagonista, es una anciana que está perdiendo la capacidad de hablar, sus pensamientos no encuentran la manera de convertirse en palabras, se pierden en el camino del cerebro a la lengua.

Envejecer es empezar a aprender a perder.

El mundo está lleno de viejos, pero la vejez es un pozo oscuro del que hablamos poco o nada. La ficción casi nunca los contiene, supongo que porque los escritores jóvenes escriben sobre lo que anhelan y los escritores mayores sobre lo que añoran. Los mayores, cuando están, son padres o madres, son relaciones troncales en la vida de los que narran, son trauma u orfandad, son evocación o conflicto, pero rara vez tienen entidad propia, a pesar de la Úrsula de García Márquez o la Mencía de Alejandro Palomas o aquel abuelo que tanto me hizo reír cuando saltó por la ventana y se largó.

Marie es personaje, y como los buenos personajes, podría ser real. Vive en una residencia. Las residencias son la penúltima estación, pero antes del destino final tal vez haya suficiente vida para dar las gracias. Y para recibirlas.