Cisco García: «El éxito es haber superado lo que pasó con alegría»

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Autor de «Irrompible», se quedó en silla de ruedas tras un salto practicando snowboard y acaba de publicar un cuento para niños

19 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos recibe en un día muy especial para él. Su hijo Gonzalo cumple un año, y minutos antes de esta entrevista ha recibido los primeros ejemplares de Compañeros de aventuras, el cuento que acaba de publicar y en el que, en boca de su hijo, Cisco García cuenta su historia, su día a día y las increíbles aventuras a las que se enfrenta esta familia que no se rindió jamás desde que aquel 28 de diciembre. En el 2015, practicando snowboard, sufrió una caída que le dejó en silla de ruedas. Lejos de rendirse, le plantó cara a la vida y, hoy, es todo un ejemplo de valentía y superación.

-¿Cuántas veces le has leído el libro a Gonzalo?

-Ninguna, lo acabo de recibir ahora mismo. Me he esperado a tener el libro delante para leérselo, que es lo bonito, con todas las ilustraciones que tiene le va a gustar mucho. Va a ver a una mujer que se parece mucho a su mamá, a un chico en silla, que pensará: «¿Somos nosotros?».

-Me atrevo a decir que te vas a esforzar para que cada letra se haga realidad.

-Sí, es lo que nos gustaría. Cuando sea consciente del día a día que tenemos, quiero que lo viva y aprenda, que vea que siempre intentamos sacar pequeñas enseñanzas, que pueda viajar con nosotros, conocer otras culturas y otras diversidades, que sea muy tolerante, pero, sobre todo, que aprenda a caerse, que las cosas no salen a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, pero si persistes seguramente acaben saliendo. Y si no salen, tampoco pasa nada.

-De todos los mensajes que transmites en el libro, si Gonzalo tuviera que recordar solo uno, ¿cuál elegirías?

-Sin duda, que sepa que a lo largo de su vida se va a caer muchas veces, que le van a llegar muchas adversidades, momentos duros, también muchos buenos, pero esos son más fáciles de aceptar, y que siempre se tiene que levantar y seguir hacia delante. Me daría mucha tranquilidad que estuviera preparado para eso.

-Estás dispuesto a dejar que se equivoque.

-Sí, mucho. Yo creo que cuando eres padre te da miedo que le puedan pasar cosas, pero tengo muy claro que quiero que descubra por él mismo y se equivoque. No puedes pretender sobreproteger a alguien, al final. Si le tiene que pasar algo, le va a pasar, y uno aprende de las experiencias, es parte de la vida.

-Si tuvieras que explicar a los niños por qué sois la familia que no se rindió jamás, ¿qué les dirías?

-Que éramos una familia muy feliz, que nos iba todo relativamente bien, y que nos llegó un palo muy grande, muy duro, pero que supimos juntos, con amor, paciencia, buena actitud y alegría, superarlo y ser felices aun en esas circunstancias. Para mí, el éxito es haber superado lo que pasó con la misma alegría, porque ha sido algo duro que podía haber separado a una familia o haber hecho que no quisieran seguir adelante con la misma actitud. Vivir triste y enrabietado no va conmigo, yo creo que hay que ser feliz dentro de lo que se pueda, y por eso no nos rendimos jamás. Nos llegue lo que nos llegue, vamos a intentar siempre salir adelante.

Mi filosofía de vida es aceptar lo que no puedes cambiar. No tengo ningún momento de pena por algo que no pueda hacer

-¿Familia es sinónimo de equipo?

-Una persona sola no va a ningún lado, necesita a alguien que la apoye, que esté en los buenos y en los malos momentos, que sepa estar, que no te eche cosas en cara si te equivocas. Para mí, es lo más bonito que puede haber.

-¿La familia que planteas es como tú te has criado?

-Tiene muchas partes parecidas a cuando yo era pequeño, íbamos juntos a todos lados, mis padres jugaban mucho conmigo, estuvieron siempre encima de nosotros, aunque me dejaron mucha libertad cuando tuve más edad, pero hay cosas que yo he ido aprendiendo que quiero incorporar, que a lo mejor no tuve tanto, como pueden ser los viajes a sitios lejanos, que igual no se llevaban en aquella época o mis padres eran más tranquilos para eso.

-Desde que eres padre, ¿has tenido que superar muchos obstáculos?

-Es más duro de lo que yo creía, pero todo lo bonito en la vida tiene partes muy duras. Hay noches complicadas y al día siguiente hay que seguir viajando o haciendo tu vida, no descansas, llegas de entrenar reventado y no te puedes tumbar, igual Gonzalo quiere jugar, como es normal, y luego que desde mi silla es todo más complicado. Por ejemplo, yo soy el que lo lleva a la guardería todas las mañanas, lo pongo en mis rodillas hasta el garaje, lo coloco en la silla, me subo a la parte de atrás del coche para atarlo, porque desde fuera no puedo, me subo a mi asiento, meto la silla... y lo mismo cuando llego a la guardería. Es mucho esfuerzo de mi espalda, sin embargo, lo hago encantado. En la guardería me dicen que les avise y me ayudan, pero a mí me hace ilusión sacarlo yo, abrir la puerta y ver la carilla que tiene de adormilado y cómo se alegra al verme. Obviamente hay que apretar mucho los dientes y te encuentras muchas adversidades.

-¿Te frustra no poder hacer algo?

-No me frustra porque una parte importante de mi filosofía de vida es aceptar lo que no puedes cambiar. No tengo ningún momento de pena por algo que no pueda hacer. Me gustaría poder entrar corriendo a la playa, pero no me paro a pensarlo porque no puedo. Me gustará jugar al fútbol con él, y no podré, pero tengo mis soluciones, como hago con mis sobrinos, me pongo de portero. Hay que encontrar la manera, igual no es la que te gustaría, pero sí es la que puedes hacer en tu situación y lo aceptas.

-No es tu primer libro, hace unos meses publicaste «Irrompible» contando tu experiencia. ¿Escribir te hace ser más consciente de lo que has superado?

-Quizá me pasó sobre todo con Irrompible, son 256 páginas en las que me sumerjo en mi pasado, y ahí sí que fui consciente de la vida tan intensa que había tenido con tantas cosas buenas y tantas cosas malas, que llegas a pensar: «Sí que me ha dado de sí la vida». Hay muchas cosas que cuento en ambos, en uno para adultos y en otro para niños, pero los dos cierran con la misma historia, que me pasó en Costa Rica con una tortuga, se llama la tortuga que se empeñó en seguir leyendo. No cuento más.