Silvia Venegas, candidata al mejor corto documental: «Cada día lo del Oscar me parece más real, me veo allí»

FUGAS

Su trabajo «Nuestra vida como niños refugiados en Europa» aspira a competir como mejor corto documental

05 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Nació en Extremadura, pero con solo 6 años se mudó a Mallorca. Sin embargo, Silvia Venegas (Santa Marta, 1982) regresó a su tierra natal para desarrollar su carrera profesional, un trabajo que la ha colocado en la carrera de los Óscar, que se celebrarán el próximo 25 de abril. Nuestra vida como niños refugiados en Europa es candidato al mejor corto documental, aunque todavía debe superar un par de cortes para convertirse en nominado. Ella, que ya cuenta con la experiencia del goya, sabe que si eso ocurre, llevará chuleta.

­-¿Lo de Oscar suena a palabras mayores?

-Si tiene que caer que caiga, el documental llegará más lejos y se conocerá más, que es el objetivo y el compromiso que adquirimos con los chicos que salen en él.

­-¿Te has imaginado recogiéndolo?

-Uff. Cada día que pasa lo veo más realidad. Cuando nos lo comunicaron pensamos: «Vamos a hacer todo lo posible para estar en la shortlist de 10, y luego entre los cinco nominados». Al principio, parece que no va contigo, y a medida que la gente lo va sabiendo, se ve como más real y al final te ves allí. Entre las amigas ya pensamos que nos vamos a ir todas a Los Ángeles, aunque no se pueda viajar, da igual, nos vamos a ir. Es una alegría, aunque sea pequeñita, en este año tan complicado que llevamos.

­-Por si acaso, ve pensando qué decir, porque todo el mundo, gane o no, lleva papel.

-Yo creo que es lo mejor porque si no... Cuando me tocó recoger el goya, llevaba un papelito en la mano con ideas, porque enseguida me emociono y si te emocionas no hablas, solo lloras. Lo tenía por si acaso, pero ni lo miré. Intenté respirar, hablar muy despacio y no emocionarme demasiado.

­-¿Por qué esta historia?

-En el año 2010 fundé una productora con otro director, Juan Antonio Moreno, pero antes ya habíamos empezado a hacer documentales con este tipo de temática, que se pudiesen utilizar como herramientas educativas en los colegios, que ayudasen a la transformación social, a sensibilizar de realidades que no se ven, que están olvidadas u ocultas. Nuestra vida como niños refugiados en Europa entra dentro de esta línea editorial, pero además, aunque se estrenó en el 2018, la acabamos en el 2017, cuando Europa había vivido la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Siempre habíamos hecho películas fuera de España, incluso fuera de Europa, en los campamentos de Afganistán, en Sierra Leona, y que los refugiados estuvieran llegando cómo llegaban a Europa, que se les estuviera recibiendo así, que desaparecieran niños y nadie supiese qué pasaba con ellos... nos preocupaba mucho y sentimos la necesidad de contarlo.

­-Lo que vemos en el telediario no llega.

-Yo creo que no, también porque a veces nos dan las noticias de última hora, pero no van más allá, no pueden investigar más. Para los que quieran conocer más, es necesario este tipo de contenido. Es una película de 15 minutos que también puede utilizarse en los colegios. En una clase al profesor todavía le queda tiempo para hablar de la situación de los refugiados, de dónde vienen, cómo son acogidos... Ahora mismo está en Filmin, pero también se puede ver en un portal educativo, Platino Educa.

­-Una herramienta de cambio, ¿no?

-Ese es nuestro sueño o la utopía que queremos conseguir, que cambie algo en cada una de las personitas o personas que vean nuestros documentales.

­-Es pura realidad, pero lamentablemente para mucha gente sigue siendo ficción.

-Sí, yo creo que a veces nos falta un poco de empatía hacia la otra persona. En el caso de los menores refugiados, muchas veces se les ha estigmatizado, criminalizado, relacionado con robo, con delincuencia... Eso poco a poco va generando unos prejuicios sobre ellos, que el debate público sea en negativo y en contra de ellos. Este tipo de películas lo que hacen es que durante 15 minutos escuches a las personas que realmente lo han vivido, no noticias que pueden ser falsas o bulos, o a políticos que muchas veces hacen una utilización política de estos menores, cuando tienen que protegerlos, están obligados por ley.

­-Son niños que no viven como niños.

-Son niños que han tenido que aprender a vivir como adultos. Amir tiene 9 años, es afgano, llevaba dos años en Grecia atascado. Había aprendido un poquito de inglés y griego, en los campamentos de refugiados, y él era el que ayudaba a su padre a comunicarse, porque solo hablaba dari. Al final, el niño se había convertido en el cabeza de familia, le ayudaba con todo. Son niños que están haciendo un papel que no les corresponde, que se encuentran muy solos, excepto por las oenegés que están ayudándoles. Amir lo dice: «Que los europeos nos enseñen su cultura, queremos aprender».

­-¿Por qué Grecia y Suecia?

-Grecia porque era el principal país por donde habían entrado los refugiados, y Suecia porque era donde la mayoría de los menores solos querían ir. A nosotros nos interesaba mucho ver cómo estaban esos menores dos años después de haber llegado. Estuvimos planteándonos hacer una parte en España, pero en el 2015, uno de los años que más menores llegaron, a Suecia lo hicieron 35.000, mientras que en España eran 30. Con esa cifra es muy difícil hacer un seguimiento.

­-¿Cuál es la clave de un buen corto documental? No hay guion, efectos...

-Para mí, los protagonistas, en todos los que hemos hecho nosotros, son muy valientes, se atreven a contar historias, aunque sea de espaldas. Muchas veces no los eliges, pero que sean capaces de contar la historia, de transmitir, de atravesar la pantalla, de conectar con el público.