Elena Vavilova: «Tener hijos y ser espía no es fácil»

FUGAS

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Pasó 25 años como agente encubierta del servicio de inteligencia ruso y su doble vida en EE.UU. inspiró la serie «The Americans»

05 dic 2020 . Actualizado a las 12:27 h.

Elena Vavilova (Tomsk, Rusia, 1962) y su marido, Andrey Bezrukov, fueron reclutados por el KGB y desde finales de los años 80 operaron como espías en varios países. En 1999 fueron destinados a Estados Unidos, donde vivieron en el área de Boston: Vavilova era Tracey Foley y trabajaba en una inmobiliaria, y su esposo era el consultor Donald Heathfield. Sus dos hijos, de 6 y 10 años, no conocían la verdadera identidad de sus padres, que evitaban hablar en ruso delante de ellos. Una década después fueron arrestados por el FBI y deportados junto a otros agentes en el intercambio de espías más publicitado desde la Guerra Fría. A su regreso a Moscú, ambos fueron condecorados por el presidente Putin y actualmente Vavilova —con rango de coronel— se dedica a escribir e impartir seminarios.

—¿Cómo es el día a día de una espía? ¿Es peligroso y estresante, como se muestra en las películas, o hay mucho trabajo burocrático?

—Un espía tiene que realizar diferentes tareas. Algunas de ellas son aburridas y requieren paciencia. Otras son más técnicas. Pero seguramente la vida de un espía es más peligrosa que la de una persona común y muy a menudo puede ser estresante. En misiones serias un espía se enfrenta a lo desconocido. Es difícil estar totalmente preparado para lo inesperado. El estrés y el subidón de adrenalina son normales, pero es importante manejar el estrés de manera efectiva. Fui entrenada para controlar mi estrés, mi miedo y mis emociones. Durante mi misión me arriesgué a ser arrestada y encarcelada. En algunos estados los espías se arriesgan incluso a ser ejecutados si son atrapados.

—¿Usted aceptó ser espía por seguir a su marido o lo habría hecho igualmente?

—Cada uno de nosotros tenía que tomar una decisión independiente. No creo que sea posible seguir a alguien en un viaje tan difícil y que implica sacrificio personal y riesgos. La historia del espionaje conoce algunos casos de espías femeninas que trabajan solas. Las mujeres suelen ser muy observadoras y pueden tener una intuición más fuerte cuando tratan con la gente. Trabajar en pareja también tiene sus ventajas. Dos mentes son mejores que una. La gente sospecha menos de una mujer. En general, las mujeres son tan capaces como los hombres, y la habilidad o destreza de ningún modo se pueden dividir por sexos.

—¿Cómo fue su época escolar y universitaria en Rusia, en plena Guerra Fría?

—Recibí una educación muy sólida en la escuela y luego estudié Historia en la universidad. Como muchos de mis compatriotas, crecí en medio de la Guerra Fría y era consciente de la tensión geopolítica entre la Unión Soviética y Occidente. Era consciente de que la lucha por el dominio conduce al desarrollo de arsenales nucleares y militares, así como a la guerra psicológica, el espionaje, los embargos y la rivalidad en la tecnología.

—Usted tuvo después la oportunidad de ver cómo era la vida en los países occidentales. ¿Qué fue lo que más le sorprendió? ¿No quedó impactada por el mayor nivel de vida y de libertades respecto a la Unión Soviética?

—Descubrir la vida en los países occidentales fue una experiencia interesante. Por supuesto, el nivel de vida era más alto, pero no me centraba en las cosas materiales. En términos de libertad, personalmente no sentí falta de ella en la Unión Soviética. Sentí que el sistema soviético me cuidaba bien. Creía que la sociedad soviética era justa. Los Estados Unidos no ofrecían a sus ciudadanos posibilidades de educación gratuita, trabajos garantizados, pensiones o atención médica.

—¿Cómo ha cambiado la vida en Rusia respecto a los años 70 y 80?

—La vida en Rusia ha cambiado desde la época soviética. La gente tuvo la posibilidad de viajar libremente al extranjero, tuvo acceso a una mayor variedad de bienes; pero al mismo tiempo hay más desigualdad, la generación joven se ha ido orientando más hacia el dinero y se siente insegura sobre el futuro. Culturalmente, Rusia sigue siendo diferente de los países occidentales. En cierto modo, hereda muchas de las tradiciones soviéticas.

—¿Como espía recibió formación militar, sobre el manejo de armas, venenos y otros métodos para matar?

—Aunque me retiré con el rango de coronel, nunca he recibido entrenamiento militar o instrucciones sobre cómo matar o envenenar. Como espía encubierto tuve que pasar por un riguroso programa de entrenamiento. Consistía en aprender varios idiomas a un nivel de hablante nativo, entrenar en artes marciales y tratar con comunicaciones de radio encriptadas. El kárate era muy útil para tener más confianza en uno mismo. Tenía que saber cómo manejar las armas en general, realizar operaciones de lanzamiento y pases de objetos, y detectar la vigilancia. También me entrenaron para detectar, estudiar y reclutar fuentes, y establecer contactos con gente importante.

—La serie «The Americans» se inspira en usted y su marido. ¿Es fiel a su historia?

—La serie capturó bien los flashbacks y los dilemas psicológicos a los que los espías se enfrentan. Tengo que decir que los asesinatos mostrados en algunos episodios no eran parte de nuestro trabajo. Nunca usamos la violencia o los disfraces.

—¿Nunca temió por la seguridad de sus hijos? ¿Y cuando fue detenida en Estados Unidos?

—Como cualquier madre, pensaba en la seguridad de mis hijos y temía por sus vidas. Tener hijos y ser espía no es fácil. Nuestros hijos no conocían nuestras verdaderas identidades y creían que sus padres eran canadienses comunes y corrientes, no rusos. Fue impactante para ellos saber la verdad después de nuestro arresto. Estaba preocupada por su destino en caso de que mi marido y yo recibiéramos una larga sentencia de prisión.

—¿Cómo es su vida actualmente?

—Ahora mismo vivo una vida bastante normal. No tengo que ocultar mi nombre. Puedo comunicarme libremente con mis parientes. No hay más leyenda que seguir. Recientemente escribí una novela en ruso que representa un relato ficticio de mi vida como espía y que planeo traducir a otros idiomas. Me encantaría que se creara un videojuego o un programa de televisión basado en mi libro. Por supuesto, no es fácil olvidar algunos hábitos y habilidades adquiridos durante el servicio. Sigo siendo cuidadosa y atenta con lo que sucede a mi alrededor. Examino mis relaciones con la gente. Me adapto fácilmente a cualquier circunstancia y a los desafíos que la vida pueda presentar.

La Guerra Fría llega a «Call of Duty»

Vavilova es muy popular en Rusia y una habitual de los programas de televisión, y su conocimiento de la época de la Guerra Fría ha hecho que participe en la promoción de Call of Duty: Black Ops Cold War, la decimoséptima entrega del popular videojuego de disparos en primera persona. La trama incluye a un misterioso agente soviético conocido como Perseo y otros personajes, y se hace eco de la paranoia y la incertidumbre de esa época de enfrentamiento entre las dos superpotencias. «Los jugadores tienen la oportunidad de sumergirse en la experiencia a través de una serie de operaciones y misiones de combate ficticias», explica la ex espía, que destaca cómo los creadores del juego «prestaron atención a los detalles al representar los sitios inspirados en los lugares históricos soviéticos. Estos contextos reconocibles se utilizan como puntos de partida desde los que la historia se sumerge en la ficción. Creo que ayuda a transmitir autenticidad y ofrece a los jugadores diversas experiencias».

No obstante, Vavilova recuerda que, al igual que la serie de televisión inspirada en su vida, el videojuego es una obra de ficción. «Tanto The Americans como Call of Duty: Black Ops Cold War nos llevan a la era de la Guerra Fría con sus tensiones geopolíticas y nos ofrecen entretenimiento», dice. La realidad es mucho más dura y arriesgada.