Raül Refree: «Si buscas algo radical, está en las músicas tradicionales»

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Catapultó a Silvia Pérez Cruz, a Rosalía y a Rocío Márquez. Ahora deconstruye el fado de la mano de la cantante portuguesa Lina

04 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No faltan quienes le atribuyan la condición de moderno Rey Midas recordando sus iniciáticas producciones para Silvia Pérez Cruz, Rosalía, Rocío Márquez o Rodrigo Cuevas. Y cierto es que en su quehacer musical hay grandes dosis de magia y mucho de alquimia. Pero si algo es Raül Refree es un impenitente y heterodoxo investigador que se implica hasta el tuétano y sin prejuicio alguno en cada uno de sus proyectos. Por muy distantes que a priori puedan parecer de su background musical. El último lo ha llevado a dotar de inverosímiles sonoridades y atmósferas al fado en compañía de la cantante portuguesa Lina.

-¿Cómo surge esta confluencia?

-Me habría encantado que fuera idea mía pero no, fue una propuesta de Carmo Cruz, la manager de Lina. Después de escuchar lo que yo había hecho con Rosalía, tuvo la intuición de que me tenía que involucrar en el fado. Me invitó a ir a Lisboa, allí escuche cantar a Lina y reconozco que me impactó mucho. Pero incluso después de eso yo tenía miedo de encontrarme con alguien que no entendiera esa visión tan personal que yo tengo de la música. Me ha pasado muchas veces. Que la gente espera algo más ortodoxo y a mí la ortodoxia no me ha interesado nunca. Lo que hizo que metiera de cabeza en esta historia fue el primer minuto en el que toqué con Lina. Realmente funcionó super rápido. Vi que ella no tenía miedo ante cualquier giro que yo hacía. Eso fue determinante.

-¿Por qué optó esta vez por acompañarla con piano y sintetizadores?

-Yo fui a Lisboa con mi guitarra flamenca y, a priori, en mi cabeza el disco me lo imaginaba con guitarra y voz. Empezamos a tocar y no es que fuera un desastre, pero yo tenía la sensación de que no fluía. Era una sensación como muy epidérmica. Pedí que me pusieran un piano y algunos teclados. Me senté y de golpe, todo cuadraba.

-Y en lugar de reproducir acordes lo que hizo fue crear atmósferas y texturas.

-Fue algo muy natural que surgió solo. Ella cantaba fados que yo no conocía de nada y yo me ponía a tocar encima. Era una propuesta arriesgada, no lo negaré, pero no quise tener la referencia de la fuente original porque eso me habría condicionado. De este modo fui encontrando esas texturas casi sin querer. Supongo que fue esa tristeza propia del fado la que me llevó de una manera muy natural ahí.

-¿No temía lo que le pudieran decir en Portugal, donde el fado es una religión?

-Obviamente, teniendo en cuenta mis antecedentes y el poco aprecio que en otras ocasiones me habían mostrado los puristas, era algo que tenía muy presente. Enseguida me di cuenta de que el entorno del fado era muy parecido al del flamenco, de que la ortodoxia y quienes propugnaban que nada se moviese tenían un gran peso. Y en esta ocasión, además, con el agravante de que yo no era portugués. Pero paso todo lo contrario a lo que yo pensaba que podía pasar. En Portugal ha habido artículos de teóricos y de gente respetadísima del mundo del fado diciendo que este era un disco importantísimo para la historia del género. Seguro que ha habido críticas, pero te prometo que de forma explícita yo no las he visto.

-Lina colgó en sus redes un artículo de un periódico portugués en el que se podía leer: «Transportam Amália a paragens onde ela nunca sonharia chegar».

-Es que este disco, aunque es verdad que está planteado desde un prisma muy personal y contemporáneo y aunque a la gente más cerrada le pueda parecer una herejía, está hecho con muchísimo respeto. A veces le han preguntado a Lina si cree que a Amalia (Rodrigues) le habría gustado el disco y ella siempre responde que sí.

-Usted ha dicho en alguna ocasión que Amalia fue una gran experimentadora.

-Sí, claro. En el flamenco también pasa lo mismo. A veces parece que los grandes nombres de un género son artistas que hayan hecho una sola cosa y que eso no se pueda tocar. Pero Amalia, como pudieron ser Camarón, Morente o Marchena, son gente muy inquieta y muy experimentadora.

-Se atrevió con la canción popular catalana, con el flamenco, con la música tradicional asturiana, ahora con el fado... ¿Hay algún género al que le diría que no?

-Nunca sería una decisión basada en el género musical. He dicho muchas veces que no a cosas y no ha sido porque el estilo no me gustase sino porque yo no me veía en ese proyecto o pensaba que no podía aportar lo suficiente.

-Y de Galicia, ¿hay algo que le interese?

-Últimamente conozco mucha música tradicional gallega gracias a Rodrigo Cuevas y él me transmite que se están haciendo cosas muy interesantes. De hecho hace unos días estuve en Asturias trabajando con él sobre unas canciones gallegas muy antiguas que se cantaban cuando se recogía el lino y me quedé alucinado.

-¿Concuerda con quienes afirman que en los últimos años, musicalmente, lo más rompedor está surgiendo de la tradición?

-Hemos vivido una globalización brutal y de repente cuando miras a lo estrictamente local, a esa tradición que se estaba olvidando de una manera incomprensible, te das cuenta de que si estás buscando algo extremo está precisamente en las músicas tradicionales. Primero, porque tienen esa emoción pura que te conmueve casi sin hacer nada porque las llevamos en los genes. Pero es que además a mí, por ejemplo, esas grabaciones de Alan Lomax de los cantes de la recogida del lino me parecen mucho más salvajes que cualquiera de los discos de música experimental electrónica que pueda escuchar hoy en día.

-¿Qué piensa cuando escucha de usted eso del «moderno Rey Midas»?

-Creo que la clave de que algunas artistas con las que he trabajado hayan despuntado está en que intento escoger muy bien los proyectos en los que me involucro y que cuando lo hago me empapo mucho de ellos. Siempre intento trabajar con gente que me provoca admiración y de la que busco aprender. Y gracias a esa actitud es como si todo su talento multiplicase el mío. Supongo que por eso soy capaz de llevarlas a lugares donde funcionan bien.

-¿Dónde tiene puesta ahora la mirada?

-Es muy difícil hacer planes. A ver cómo responde en los próximos meses esta situación que estamos viviendo. El otro día vi una obra de arte en la que ponía «Echo de menos mi futuro». Y pensé que esa era la sensación que tenemos todos ahora. Sí que tengo por delante cosas que me apetecen mucho, entre ellas algunas bandas sonoras. Quiero ponerme las pilas y buscarle una segunda parte a este proyecto con Lina. Y tengo ganas de trabajar en un concepto nuevo que tengo en la cabeza, casi más cercano a la música clásica que al pop.