En un verano en el que conocidos yutuberos infantiles estrenan libro, analizamos este auge editorial que suma éxitos de venta y opiniones a favor y en contra. Sus partidarios valoran que fomenta la lectura. Enfrente se sitúan quienes seleccionarían otros títulos para los jóvenes

Olalla Sánchez
Redactora

Este año la cancelación o el retraso de las principales ferias del libro del país impidió que se volviese a repetir una escena literaria que nunca deja indiferente, la de ver cómo autores de los denominados yutuberos —estrellas en el portal de vídeos desde donde dan el salto al mundo de las letras— logran reunir infinitas colas de jóvenes seguidores a la espera de una dedicatoria. Desde que en el 2014 fue El Rubius el que acaparó la atención con El libro troll, un título sobre retos y bromas que reventó con rapidez la industria editorial, cada año estas citas suman un escritor revelación de similares características para asombro del sector. En el 2018 fue Elashow, una niña de 13 años que mantiene un enorme éxito con un canal en el que canta, baila o hace manualidades, la que generó la máxima espera con un libro sobre una coreografía para una red social. Un nuevo éxito de ventas de un bum editorial que, sin embargo, no deja de ser cuestionado o minusvalorado ante la querencia de que los menores opten por otro tipo de títulos.

En un verano en el que a falta de grandes citas sí hay varios estrenos de estos autores infantiles, profundizamos en el debate con una de las principales editoriales, con un booktuber de referencia —comunidad de yutuberos especializados en libros— y con dos trabajadoras de la biblioteca municipal del barrio de Los Rosales, en A Coruña, que, a raíz del auge de esta tendencia y ante la reticencia observada entre algunos padres, impulsaron en los últimos meses un encuentro literario con las familias para poner sobre la mesa sus diferentes intereses.

«Les pedimos a todos los participantes que escribiesen en un cristal qué les gustaría que leyesen los menores. Mientras los adultos optaban por obras de su infancia y por clásicos como El Principito, los más jóvenes no dudaron en escoger cómics o libros de yutuberos. Hay mucha diferencia entre lo que quieren unos y otros», constata sin dudarlo Lili Piñeiro, una de las dos empleadas del centro. Su compañera, Lorena Maceiras, lo confirma aunque introduce una variante que sí puede suponer una confluencia entre ambas generaciones. «Unha das tendencias que comprobamos na actividade é que moitos nenos, á hora de escoller un libro, se decantan por portadas brillantes, de colores. É ao que estamos afeitos hoxe en día. Por iso coas coleccións clásicas que contan cun formato renovado e atractivo, como pode ocorrer coa de Los Cinco, os nenos volven a elas e para os pais, que tamén leron eses títulos, iso é un punto de unión estupendo», razona la bibliotecaria antes de insistir en lo decisivo de ver también la literatura como un disfrute. «Entre os libros de yutuberos, hai como dúas variantes, os que reproducen na escrita algo moi similar ao que fan os seus autores nos vídeos e outros que si contan historias, aventuras sen máis. Está claro que non son relatos cunha calidade extraordinaria, pero si conectan cos nenos, coa súa realidade e coa súa linguaxe. Resúltanlles entretidos e non hai que esquecer que a lectura non é só aprender. Supón tamén divertirse», reflexiona Maceiras. «No taller entre todos chegamos á conclusión de que non se saca nada positivo de non autorizarlles a ler estes libros. Non pasa nada porque o fagan. Non significa que vaian quedar léndoos para sempre nin que non vaian escoller outros títulos. Hai que deixar que os pequenos evolucionen por si sós e creen os seus propios criterios», añade.

Sobre la máxima de que lo que han conseguido estas obras es acercar a niños nacidos en una era digital a un libro físico, ambas lo confirman. «Creo que esta lectura é un mal menor sempre que na escola, nas bibliotecas e nas familias, que somos coma os tres axentes que lles acompañamos nese hábito, sexamos conscientes do noso labor e saibamos aproveitar ese enganche que teñen entre os nenos para lograr introducirlles outro tipo de títulos», sostiene Maceiras. «Los que ya son lectores van a leer sí o sí. Estos libros lo que fomentaron fue el hábito entre los menores que no lo son y que demandan, sobre todo, entretenimiento», remarca Piñeiro.

UNA APUESTA POR EL ENTRETENIMIENTO

Una convicción que también comparte Anna Casals, editora de Destino Infantil y Juvenil del Grupo Planeta, uno de los sellos de los que dependen algunos de los títulos firmados por yutuberos más demandados. En la editorial se publican los libros de la propia Elaia Martínez (Elashow); de Mónica Morán (Monismurf), una leonesa de 20 años convertida en estrella en Tik Tok (la popular aplicación de edición de vídeos), y que, por ejemplo, este año logró en Santiago que las 450 invitaciones que había en una librería para la presentación de su segundo título se agotasen en media hora; o de Las Ratitas, dos hermanas de 8 y 9 años cuyas aventuras con juguetes o vestidos son vistas en su canal de YouTube por más de 20 millones de seguidores. Si en mayo publicaron su primer título (Tres, dos , uno... ¡superpoderes!), un relato mezcla de ficción y libro fan en el que ambas preparan una canción para un concurso, este mes se lanzó el segundo (Súper Alma en acción), en el que comparten unas vacaciones.

A partir de esta novedad, preguntamos a la editora si en el sello hubo debate sobre la conveniencia o no de publicar este tipo de libros. «Los yutuberos infantiles son una realidad en el ocio de los más pequeños, y trasladar sus contenidos al formato libro nos pareció a todo el equipo de la división una buena idea para ganar nuevos lectores. Con este tipo de títulos, muchos niños se inician en la lectura, y eso es de agradecer. Gracias a ellos, ven la lectura como una actividad divertida, y muchos se convertirán luego en grandes lectores. Además, se cuidan en detalle los contenidos para que también potencien valores como la perseverancia, la amistad o el amor», defiende la editora, quien relativiza la creencia de que ser yutubero sea un argumento de ventas o de que incluir el número de fieles en la sinopsis sirva para atrapar a más. «En muchos casos, que un autor tenga seguidores ayuda a ganar lectores, pero no siempre es así. Son muchos los yutuberos que se aventuran a publicar, y no todos sus libros son un fenómeno de ventas. Tener seguidores no es siempre sinónimo de éxito en el sector editorial. Al final los libros que funcionan son los que tienen un buen contenido capaz de atrapar al joven lector, y aquellos cuyos autores trabajan activamente en la promoción de sus libros y creen firmemente en ellos», sostiene Casals.

«BOOKTUBERS», PASIÓN POR LA LECTURA

En el taller de A Coruña se dedicó un amplio espacio a los booktubers, autores que recomiendan libros en YouTube, a los que las bibliotecarias consideran «os nosos aliados». «Achegan lecturas, a través do audiovisual, que conectan con moitos nenos que ao mellor non lerían eses títulos se non chegan a ver eses vídeos», explica Maceiras sobre una comunidad consolidada de prescriptores literarios que tiene entre sus referentes a Sebastián García Mouret, un joven de 24 años que suma más de 250.000 suscriptores en su canal El coleccionista de mundos, creado en el 2012, y que este julio ha publicado su primer libro, Nuestro último verano, una aventura estival y coral sobre cuatro amigos. El escritor, afincado durante muchos años en Galicia, y gran conocedor desde dentro de todos los nuevos fenómenos, no comparte de inicio la clasificación de libro de yutubero. «Lo único que tienen en común estos títulos es la profesión de sus autores pero entre ellos hay novelas gráficas, relatos infantiles... Si ahondamos un poco más, sí que creo que hay libros planteados como un producto de merchandising, y que no han trascendido, pero también hay muchos otros firmados por autores con inquietud literaria. Ser yutubero no está reñido con que toda la vida hayas querido ser escritor», apunta no sin rechazar lo que denomina «elitismo en la literatura», con directrices sobre «lecturas adecuadas». «Creo que es algo que hay que romper, sobre todo en favor de los jóvenes, que son a los que más se juzga por lo que consumen», destaca mientras pone en valor cómo estos nuevos títulos acercan la literatura a «menores que igual no parecían destinados a leer pero sí estaban en YouTube». «Es cierto que estos autores no siguen el camino ortodoxo de la publicación. Llegan ya con un público y sus novelas están muy enfocadas a él, pero, en balanza, sus libros conllevan cosas positivas para la lectura y para la industria editorial. No hay que olvidar que con sus ventas masivas han ayudado a sostener el panorama de la literatura juvenil», refuerza.

García Mouret, que valora la capacidad de los booktubers para crear una comunidad lectora en Internet, que retiene a muchos jóvenes, huye del concepto de crítico. «Nuestra función no es determinar la calidad de una obra. Lo que hacemos es hablar, con un lenguaje cercano, de títulos que disfrutamos. Eso humaniza la lectura. Tenemos que hacer mucho hincapié en que también es ocio, que se pueden divertir leyendo», concluye.

O sabor das primeiras lecturas

MALORES VILLANUEVA

Agora que as pequenas e os pequenos teñen máis tempo, as familias aproveitan para visitar as librerías, as bibliotecas ou as feiras do libro na busca dun bo quiñón de historias coas que entreter horas de lecer e alimentar un hábito tan saudable como o da lectura. Na actualidade non é difícil atopar na nosa lingua calquera xénero do que gusten, pero non sempre foi así, en realidade ata a década dos oitenta non houbo apostas firmes pola literatura infantil e xuvenil en galego. Nos andeis atopabamos só algunhas alfaias, propostas pioneiras como A galiña azul, de Carlos Casares ou Os soños na gaiola, de Manuel María, pero habería que agardar ata 1988, cando xorden as coleccións Árbore, na Editorial Galaxia, e Merlín, en Xerais, para que houbese unha continuidade de títulos para a rapazada nas dúas grandes editoras do país. Manuel Bragado falou, para estes primeiros autores, da «Xeración Lamote» á que pertencerían: Agustín Fernández Paz, Xabier Docampo, Paco Martín ou Fina Casalderrey, gañadores todos do Premio Nacional de Literatura Infantil e Xuvenil.

No grupo, só unha muller, Fina Casalderrey, quen sendo mestra comezou a escribir para o seu alumnado, primeiro adaptándolle ao teatro contos populares e, despois, construíndo as súas propias historias. O teatro escolar daríalle moitas alegrías, pero tamén algún desgusto, pois foi denunciada por levar a cabo esta actividade en galego. Segura do que facía, seguiu adiante co obxectivo de fomentar a lectura e o amor pola palabra nos primeiros anos; Fina era consciente do que pesan esas carencias na infancia, ela mesma pasara fame de libros e saboreábaos coma larpeiradas cada vez que un lle caía nas mans.

A escritora sempre tratou o seu lectorado sabéndoo intelixente e esixente e os seus libros foron traducidos a moi distintas linguas, porque responden ás preocupacións que ten a infancia en calquera parte do mundo. Fina Casalderrey aprendeu moito do seu alumnado, del tirou materiais cos que modelar historias e soubo situar os cativos como protagonistas. Non houbo un tema que non afrontase: a relación coas novas parellas dos pais, a chegada de irmáns, a adopción, a morte, as drogas, o maltrato, as dúbidas sobre a propia sexualidade, o paro, o acoso... E os avós e as avoas, ese referente de seguridade e transmisores dunha cultura propia, pero que ás veces atopamos sos nun mundo que menospreza a vellez.