La biografía del grupo más auténtico: Estopa

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ESTOPA

Un libro repasa la trayectoria del dúo de hermanos que protagonizó una de las cabriolas más sorprendentes de la música nacional de los últimos 25 años

21 jun 2020 . Actualizado a las 11:22 h.

Corría 1999 cuando Jose y David Muñoz, es decir Estopa, se plantaron en las oficinas de BMG Ariola. Iban a tocar unos temas para los cabecillas de la discográfica. Habían pedido el día libre en la fábrica en la que trabajaban haciendo piezas para Seat. Frente a ellos estaba Jose María Cámara, el presidente de la compañía. Se enamoró del modo que tenían aquellos chavales de rescatar la rumba con una frescura inusitada. Viéndolos, lo tuvo claro. «Estos no vuelven a la fábrica», pensó. Y no lo hicieron.

Ese momento, en el que la vida de estos dos hermanos cambió para siempre, es uno de los muchos que recoge El libro de Estopa (Espasa), un volumen biográfico del periodista Jordi Bianciotto que repasa la trayectoria del dúo. Retrasado por decisión de los artistas, que consideraban hace años que no tenían entidad suficiente como para que alguien escribiera algo sobre ellos, ahora se lanza con la excusa del vigésimo aniversario. Aunque, en realidad, ya estemos en el 21.º.

En las más de 300 páginas se propone una sumersión en la vida y obra de estos chavales con cara de pillos que, de pronto, se convirtieron en estrellas en una de las cabriolas más sorprendentes de la música nacional de los últimos 25 años. Regado con cañas, pinchos y bravas, el diálogo del periodista, los artistas y ocasionalmente sus padres dibuja una historia de película.

Esta se inicia en Sant Ildefons de Cornellà, un barrio dibujado como los de Cuéntame, que acogió a numerosos inmigrantes extremeños y andaluces en los años setenta. Entre ellos, Pablo y Paula, los padres de Jose y David, que montaron el bar La Española, sede de muchas de las entrevistas del libro. Familia currante que escapaba en las vacaciones a Zarza-Capilla, el pueblo de origen. En esos viajes sonaban Los Chichos y Bordón 4, que moldearon su gusto musical mientras iban al cole. Luego (mal)estudiaron FP y terminaron por echarse a currar, de camareros, de operarios de fábrica... de lo que fuera. Entre eso y su chispa natural, se pueden encontrar las claves de lo que vendría después. «Cuando escribes una letra como Pastillas de freno la gente que se levante a esa hora pensará: "Este tío, o ha recibido muchas cartas de gente que ha vivido eso, o es que lo sabe de verdad, por experiencia propia"», reflexiona David. Bianciotto, por su parte, apunta una relación directa en el haberse criado en un bar y su disposición natural a relacionarse con la gente y buscar puntos de encuentro. Todo ello se viste de una autenticidad difícilmente encontrable en las lentejuelas que envuelven el negocio.

A Estopa les propusieron irse a vivir a Miami. También meter trap y reguetón en su música para hacerla más exportable. Y, cómo no, acudir a programas como La Voz. Pero hay algo en estos chicos que los diferencia del resto. Parece que exista un centro de gravedad lo suficientemente potente para no despegarlos del suelo, ni del sentido común que los guía. Al final Jose reflexiona: «No hemos cambiado ni de mánager ni de compañía». David añade: «Ni de parejas». La cosa deriva en que tampoco han cambiado ni a los hermanos ni a los padres. Y así llevan 21 años siendo grandes. Muy grandes.