La conexión con el resto del mundo
En ese relato de Valentín uno puede descubrir cómo la conquista del Polo Norte y Sur y la relación de los hombres que la hicieron posible está muy conectada. En este «viaje emocional», como lo define el escritor berciano, hay, además, espacio para la reflexión. La Antártida puede parecernos un lugar remoto donde no se nos ha perdido nada, pero lo que allí pasa tiene una influencia trascendental en el resto del mundo. «En el libro hablo del efecto polar mariposa: el aleteo de una mariposa en Siberia produce un tsunami en Oceanía. Humboldt, el primer científico que observó este fenómeno en el clima, en los volcanes y en las corrientes marinas, lo enunció de un modo sencillo: todo está relacionado. Hace 30 años, cuando viajé a la Antártida, el asunto candente era el agujero de ozono, pero no se hablaba de cambio climático. En tres décadas ha variado la perspectiva científica. Pensemos en la pandemia del coronavirus. Vivimos ahora un estado de alarma puntual y concreto, muy duro pero, ¿no deberíamos estar hace tiempo todos los países en estado de alarma permanente por la crisis climática», sostiene Carrera.
Mujeres científicas
La historia de la Antártida también pertenece a todas aquellas mujeres que fueron pioneras por partida doble en una época en la que una misión como viajar a la zona más inhóspita y hostil del planeta era un asunto reservado para los hombres. Sin embargo, fue una mujer, Josefina Castellví, la primera persona que depositó en 1986 el primer contenedor en la isla Livingston, al que, con el tiempo, se le unirían otros muchos más hasta convertirse en lo que hoy es, la base científica española Juan Carlos I, que actualmente gestiona el CSIC y que ha ido renovada recientemente. «Fue una pionera, y su convivencia con el entorno masculino no siempre fue pacífica. Aquel año, yo compartí viaje con cuatro biólogas del Instituto Español de Oceanografía: Ana Giráldez, Milagros Millán, Ana Ramos y Carmen Gloria Piñeiro, estupendas compañeras, pero hubo quien pretendió que alguna de ellas le lavara y planchara la ropa. Desde entonces, hemos mejorado mucho en igualdad y en actitudes, pero aún lejos de la paridad, no solo en el Ejército y la Armada, también en el CSIC y las universidades. En nuestra expedición hubo 17 científicas sobre un total de 70 investigadores: el 24%, cifra similar a la media del CSIC. Recuerdo que cuando celebramos en las bases el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, decidía lanzar un reto que sigue vigente en la actualidad: ¿Qué tal, señores del Comité Polar, del CSIC y de las universidades, si en las próximas campañas duplicamos el número de investigadoras», concluye Carrera.