El salto de Desakato hacia el otro lado

FUGAS

Desakato, en As Revenidas el verano pasado
Desakato, en As Revenidas el verano pasado MONICA IRAGO

Ya está aquí su séptimo trabajo, una «miel hecha con flores muertas» para poner banda sonora a esta primavera enclaustrada

24 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Fieles a su costumbre de proponer un lanzamiento cada dos años, ya está aquí el séptimo trabajo de Desakato. Una miel hecha con flores muertas que nace para poner banda sonora a una primavera enclaustrada, lo que no deja de venir muy a cuento, como una extraña profecía desempolvada o un alineamiento de planetas orbitando el título del álbum.

Pero tampoco nos pongamos raritos. Lo que importa es que aquí dentro hay algo grande. Durante mucho tiempo, los asturianos pulieron una virtud fundamental en el ámbito del punk rock: la inmediatez de su pegada, que disco tras disco sumaba contundencia. Auténticos himnos que atacan tus encías, ensamblados cada vez más fino para ganarte en directo y llevarte en volandas adonde les apetezca. Esa escalada hizo cumbre en La Teoría del Fuego (2016), un trabajo perfecto en lo suyo. Sin un segundo de desperdicio. Brillante, inmejorable y, precisamente por eso, terminal. Cuando alguien es capaz de grabar algo así no le queda otra que elegir entre repetir la fórmula, con el riesgo de acabar en algún momento en la cuneta, o asomar la cabeza sobre el muro para intentar ir más allá antes de que se la vuelen. Los de Llanera enseñaron las orejas a su manera en el EP Antártida (2018), cuya gira concluyó en noviembre, petando La Riviera dos noches consecutivas tras pasar por Galicia en As Revenidas. Y no se han echado atrás. Esta gente ha saltado ya al otro lado, cuidándose bien de marcar el sendero con carbón para no olvidar de dónde vienen.

Aparca un rato aquellos álbumes transparentes. Con esta miel vas a tener que sentarte y dedicarle un par de escuchas. Contiene el genoma de Desakato, furia, colmillo, fuerza, pero también un nuevo mapa de carreteras en el que incluso el indómito Pepo apunta matices. En el sonido, eso sí, se nota la mano de Manuel Cabezalí, de Havalina, sobre todo en la saturación de las guitarras. Para gustos. Berri Txarrak los motiva y eso quiere decir algo. En mayo iban a estar en Santiago con Bad Religion, pero esta primavera solo florece entre cuatro paredes. Mala suerte.