Elísabet Benavent: «Dan miedo esos libros que hacen creer a los jóvenes que el amor es tóxico»

c. puente

FUGAS

La magia de Beta Coqueta vuelve a las librerías el 20 de febrero con «Un cuento perfecto», «el resultado de soñar». Elísabet tiene sus «cosiñas» y cree, sobre todo, en las mujeres fuertes

10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Elísabet Benavent (Gandía, 1984), más conocida como Beta Coqueta, arrasó con su éxito Los zapatos de Valeria (2013), que fue continuada en una saga con varios títulos que han atrapado sobre todo a miles de lectoras. Desde entonces su prolífera carrera como escritora la ha aupado como una de las autoras de referencia entre los más jóvenes.

­-¿Cuánto tiene de coqueta Beta?

-Buff, Beta es muy coqueta. Ja, ja, ja. Es un apodo que me pusieron mis amigas de toda la vida, rimaban Beta de Elisabeta, y coqueta es lo más amable que me decían. Beta Coqueta se ha convertido ya en un álter ego, no dejo de ser yo. Ella es la parte más sociable de mí, la parte valiente.

-«A veces escribes cosiñas», dices en Instagram. ¿Por qué esa descripción?

-Sí. Yo he incorporado a mi lenguaje palabras de todos los sitios, la verdad es que utilizo palabras asturianas, gallegas..., creo que todos vamos siendo parte de todos los sitios que visitamos y yo como me dedico a las palabras, de alguna manera inconsciente voy armando el vocabulario que guardo, que utilizo, con palabras de todos los lugares que visito porque son parte de mí.

-Entonces en Galicia te has sentido a gusto, ¿no?

-Mucho. Soy muy mala mediterránea y yo siempre digo que el día que me retire, y esté harta de Madrid, me iré para el norte. No sé si a Asturias o a Galicia. Son mis dos lugares preferidos del mundo.

-¿Qué libro despertó tu interés en escribir?

-Me marcó muchísimo La casa de los espíritus, de Isabel Allende, pero porque estaba un poco ligado a una prohibición. Mi madre me dijo que era demasiado joven para leerlo, que esperase, y lo escondió en la parte alta de una estantería. Yo le saco diez centímetros a toda mi familia, soy la más alta, y era una tontería, porque yo llegaba de puntillas y mi madre tenía que subirse a una silla, ja, ja, ja. Entonces me dio un poco de risa y empecé a leerlo, al final me atrapó y fue uno de los libros que me marcó.

-¿Y el último libro que has leído?

-El último barco. No había caído en la cuenta de que es gallego y está ambientado en Vigo. Ja, ja, ja. Me está gustando mucho.

-¿Cuánto tiene Valeria de Elísabet?

-Pues tiene mucho de mí. Valeria y yo no nos parecemos en las cosas buenas, nos parecemos en las cosas malas. Suele pasar, eh, porque son los miedos, las inseguridades.... Es un modo de sacarlas fuera.

-¿Qué parte del libro es verdad?

-En Valeria hay muchísimas conversaciones que son de mis amigas, que las he plagiado y que eran de verdad. Lo que pasa es que he pedido permiso a las personas que formaban parte de la conversación con el compromiso de que jamás se desvelarán sus nombres. Una conversación del libro entre Valeria y Carmen es real, la tuve yo con una amiga mía sobre otra persona. Al final los grupos de amigas funcionan siempre de la misma manera, repetimos roles, una es la que se preocupa más, otra es la loca... Es imposible no volcarlo.

-Hay muchas Valerias por el mundo, ¿cuál crees que es la clave de tu éxito?

-En realidad el triunfo es cosa del lector, pero si tuviera que señalar una cuestión más técnica, sería que creo que habla el lenguaje que hablamos todas. Creo que Valeria, Martina, Silvia... hablan como nosotras cuando hablamos con nuestras amigas.

-Ahora Netflix va a darle vida a esa primera saga, ¿cómo lo vives?

-Pues llevábamos mucho tiempo hablando con ellos, viendo si encajaba dentro de su catálogo, y la verdad es que yo ya pensaba que no iba a ser. Es increíble, pero también duro porque sueltas a tus personajes. Debes entender que tienen que volar en manos de otras personas.

-Confesaste que tu mayor complejo es haber sido una mujer con sobrepeso, ¿por eso describes a muchas de las chicas de los libros como voluptuosas?

-La verdad es que mi intención es que haya de todo. Las hay así, las hay con cuerpo de modelo, las hay plus size..., me gustaría más poner un granito de arena en la cuestión de la diversidad. No hay una manera adecuada de ser mujer. Todas somos mujeres y nadie tiene por qué cambiar su fisonomía, ni su cuerpo para entrar en un grupo.

-Con el momento que estamos atravesando las mujeres con la fuerza del feminismo, ¿cambiarías la forma en la que contaste alguna de las historias?

-Sí, pero no por el momento social, sino porque yo tenía 24 años cuando escribí a Valeria. He crecido y he aprendido muchas cosas, te toca afrontar situaciones, aprendes también en el trabajo, la sororidad, aprendes que la mujer no es enemiga de otra mujer, y bueno, también de las relaciones tóxicas... A los 24 años no ves el amor como a los 35. Entonces cambiaría muchas cosas, pero porque yo creo que he aprendido. Forma parte también de la evolución.

-Estás escribiendo una nueva obra, ¿piensas más los valores que puedas estar transmitiendo con tus historias ahora?

-Yo me dejo llevar, pero lo que pasa es que como ya tengo aprendidas algunas cosas de las que te decía, las tengo interiorizadas, yo ya no creo en personajes débiles como esa damisela en apuros que tiene que ir el príncipe a salvarla para que sea feliz. Creo en mujeres fuertes como las que tengo alrededor, como mis amigas, y me sale de una manera automática.

-¿Has oído mucho de tus libros que son historias de amor ñoñas?

-Me pasa mucho porque escribo en un género que está bastante denostado en general, tiene connotaciones incluso negativas como noveluchas, novelitas, pero bueno, yo creo que el público es soberano. Cada uno decide lo que lee.

-¿Puede ayudar al feminismo tu escritura?

-Yo creo que todo mensaje que podamos dejar ayuda. No voy a ponerme tampoco ninguna medalla de abanderada de, pero ayuda en el día a día que lo hagamos, que quitemos esas muletillas heteropatriarcales de: «Esa es una zorra». Cada vez cambiamos más el lenguaje, va a ser poco a poco, pero, como dice mi madre, que es un dicho que me gusta mucho, «toda piedra hace pared». Y yo creo que todo lo que podamos hacer está bien, sobre todo cuando te lee gente muy joven que es el público más como una esponja, que se va a quedar con todo. Por eso a veces dan mucho miedo esos primeros libros donde el amor es un poco más tóxico, esos vaivenes de la relación, da miedo que las personas muy jóvenes crean que si no es tortuoso no es amor.

-Confesaste en Twitter que estabas cansada y por eso decidiste abandonarlo. ¿Qué te pasó?

-Creo que Twitter en un principio era una comunidad que estaba muy bien, había mucho sentido del humor y el problema es que me he cansado de que todo el mundo tengamos la piel tan fina. Ya no se puede hacer humor, no se puede comentar nada sin que salgan trece personas que saben más que tú, pero de cualquier cosa. Yo publicaba versitos de vez en cuando y recibí hasta amenazas que pensé: '¿Vale la pena el contenido que estoy generando solo para esta red social, quitando tiempo de otras cosas?'.