Miriam Rodríguez: «Mi fuerza viene de haber tocado en la calle y en las bodas»

FUGAS

SANDRA ALONSO

La de Pontedeume cierra su gira en Galicia tras un año lleno de éxitos después de la publicación de su primer álbum, «Cicatrices»

03 jul 2019 . Actualizado a las 15:47 h.

Miriam Rodríguez (Pontedeume, 30 de septiembre de 1996) destacó hace dos años en Operación Triunfo, fue la tercera finalista, la gallega que se alzó con el cariño del público enseguida y que en poco tiempo se forjó un carácter encima del escenario. Esa «leona» que lo da todo cuando tiene a la gente delante es la misma que se parapeta en la intimidad, en donde se aferra al núcleo duro de la familia (su padre, su madre y su hermano) cuando asoma alguna dificultad. Aunque Miriam lleva tiempo demostrando que siempre tiene el viento a favor, que lo suyo no es un capricho de reality ni un fogonazo de una artista de paso.

La de Pontedeume sabe desde bien niña, desde los 11 años, que para llegar arriba hay que ponerle mucho esfuerzo, tragarse muchas horas de ensayo, darlo todo en cada actuación y volcarse con el público en cualquier circunstancia: también cuando se canta en los bares o en la calle. Esa Miriam guerrera saborea ahora la miel de un trabajo que la ha llevado desde noviembre a girar por toda España en salas pequeñas, como ella ha elegido, con Cicatrices, su primer álbum en solitario. Un disco producido en Los Ángeles, que ella se ha tatuado en el brazo como su auténtico triunfo, su primera huella musical, en el que han participado Pablo López, Vega o Andrés Suárez. «Un trabajo de desahogo -confiesa Miriam-; fue un proceso intenso de sacar todas las cosas que en su momento quedaron ahí como cicatrices».

­-Hace unos meses, antes de empezar la gira, nos decías que lo que habías vivido era muy heavy. ¿Cómo lo llevas ahora?

-Pues muy bien, la verdad, mejor de lo que me esperaba. Entro en la recta final y vamos a terminar en A Coruña y Vigo, supone cerrar el círculo, porque allí arrancamos en noviembre.

­-¿Con qué te quedas de esta gira?

-Con la respuesta de la gente, ver su intensidad desde el principio. Cuando empezamos acabábamos de sacar el disco, yo creía que nadie se iba a saber las canciones y de repente te encuentras con un público entregado. Esa confianza que me dieron desde el comienzo es lo más importante. Partíamos de cero a nivel profesional y no sabes si te van a apoyar o no. En mi caso no pudo ser mejor.

­-Son letras en las que tú te has desnudado, es una Miriam más próxima, ¿tienes alguna «cicatriz» más?

-Yo, aunque escribo mucho, no soy demasiado explícita, ni siquiera me gusta explicarme para que de esa forma cada uno haga suya la canción, que se monte cada uno su movida, su película personal. Las letras se me van ocurriendo y en notas de mi teléfono voy apuntando la mayoría de las cosas, luego en mi casa ya las ordeno. A mí me cuesta mucho exteriorizar lo que siento y al final la mejor manera es a través de las canciones.

­-¿Llegar a ti de otra manera es difícil? ¿Es esa tu cicatriz?

-Sí, soy una tía complicada [risas]. Por mi carácter, a pesar de que soy una tía extrovertida, a la que le gusta mucho hablar, soy abierta a la gente, pero luego me cierro más en mi lado más personal. A esa Miriam más íntima y delicada es más difícil llegar, adentrarse en ella.

­-¿Pones un muro?

-Sí, las personas que tenemos un carácter fuerte o que damos sensación de fortaleza, de que podemos con todo, luego somos en realidad las más frágiles.

-¿En esos casos quién te ayuda? ¿Quién tira de ti?

-Mi familia. Yo siempre nombro a mi padre, pero él, con mi madre y mi hermano son el núcleo que yo tengo. Quienes me soportan. Yo creo que el círculo familiar es el que te da la estabilidad emocional. En mi caso, quien me mantiene a día de hoy es mi familia.

-¿Eres de llorar?

-Sí, soy una llorona, lo fui toda la vida.

-Y en esos días de bajón, ¿te cuesta el escenario?

-Yo como persona pública tengo esa responsabilidad y esa imagen, pero luego hay una parte más personal, más frágil, más Miriam. Luego yo me rompo encima del escenario, soy muy

 

cercana con el público. Una vez que sales al escenario, yo me noto con más fuerza, es mi zona de confort, donde disfruto y estoy segura. Me gusta mirarle a los ojos al público.

-¿Te has hecho algún tatuaje más en este tiempo?

-No, el último fue el de LA (Los Ángeles), donde grabamos el disco. Para mí esa experiencia fue muy importante, un cúmulo de sensaciones, un conocerme más a mí misma y, cuando por fin vio la luz, decidí tatuármelo. Fue una primera experiencia brutal.

-Después del fenómeno «OT» supongo que estabas deseando saber esto, cómo te iba a ir.

-Sí, todos teníamos esa incertidumbre. Yo creo que esto es una carrera de fondo que nunca termina. Para mí el balance es muy positivo, estoy muy contenta de subirme al escenario cada semana con grandes profesionales, pero claro que ha sido un cambio enorme. La vida da muchas vueltas, las vueltas también dan mucha vida, ¿eh?, pero yo claro que quiero seguir aprendiendo y trabajando de esto. Tiene que ser una formación continua.

-Pero supongo que habrá habido algún aprendizaje más definitivo en este tiempo.

-Sí, yo siempre digo que el trabajo, la constancia, el esfuerzo y las ganas que le pones a algo acaban devolviéndotelo. Habrá momentos mejores y peores, pero mi intención es seguir trabajando al máximo, porque yo me siento en deuda con las personas que están confianza en mí, con las que creen en mi música.

-En «Operación Triunfo» parecía que eráis todos la leche, que todo os iba genial, que eráis un grupo superunido. ¿Habéis tenido vuestro mal rollo?

-No, no [risas]. Seguimos en contacto, aún hace unos días hablé con algunos de ellos. Esa experiencia no se olvida, fue un antes y un después en nuestras vidas. Tenemos nuestro grupo de WhatsApp y nos vamos hablando. Echo más de menos a todos por igual, el otro día vi a Roi, pero estamos todos con nuestras giras, los musicales...

-¿Te has desengañado en este tiempo? Lo pensaba por esa letra: «No, tú no». ¿Has echado a mucha gente fuera?

-No, yo sigo siendo la misma Miriam de antes. Mi vida no cambió en absoluto a nivel personal, tengo a la misma gente de antes. Yo era algo a lo que le tenía mucho miedo, llevarme un chasco en este aspecto y para nada fue así. Mis amigos, la gente de mi pueblo, de Pontedeume, está ahí, es la misma, no cambió nada de nada. Por eso estoy muy agradecida.

-Tienes una imagen pública. ¿Que de repente te relacionen como pareja con Pablo López no te afecta?

-No, ahí sí que soy una persona muy normal, y al tener la familia que tengo eso no me afecta. Lo que realmente a mí me ocupa es que a nivel musical la gente esté contenta con mi trabajo. Yo me exijo muchísimo, soy muy perfeccionista en el trabajo, pero en el ámbito personal eso no me afecta nada. Yo paso muchísimo porque creo que son cosas que pasan, pero no me afectó en ningún momento. Además no soy mucho de estar metida en las redes, solo las uso para mi trabajo, para estar en contacto con el público.

-Dices en tu disco: «Soy mujer, no pertenezco a nadie».

-Fue un mensaje para reivindicar a la mujer. Este año se manifestó más la gente y es bueno concienciar; los autores tenemos responsabilidad en esto, y creo que debemos canalizar mensajes. En mi caso yo quería mostrar ese mensaje de libertad hacia la mujer, para decir que soy feminista y lo hice porque estaba también relacionado con Vis a Vis, con la serie.

-¿Algún capricho que te hayas dado últimamente?

-¡Uf! Llevo mucho tiempo centrada en lo que viene, en un no parar...

-¡No te concedes nada!

-Muy poquito, muy poquito. Tengo la suerte de que mi trabajo es puro disfrute.

-¿Qué echas de menos de Galicia?

-El aire, mi familia, echo de menos todo. La manera de vivir de allí, todo lo de Galicia es bueno.

-¿Qué música no falta en tu móvil?

-Tengo de todo, de todo. Desde Lady Gaga a Pablo López.

-Tienes una letra que dice: «Exprimo cada segundo de lo poco que tengo». ¡Estás exprimida!

-[Risas] Sí, sí, pero estoy muy contenta. Yo no me puedo quejar de nada. Es un momento de vivir lo que me está pasando. Yo llevaba peleando por esto con mi padre, concierto para arriba para abajo, haciendo bodas y queriendo vivir de esto. Ahora que tengo la oportunidad no es momento de relajarse.

-Cuando hacías bodas lo petabas.

-Yo aún ayer veía algún vídeo de hace años y flipaba, cada verano hacía más y me ilusionaban muchísimo. Fueron experiencias que a mí me hicieron crecer como artista, como persona y valorar muchas cosas.

-Cuando una canta en una boda ya tiene unas tablas para siempre.

-Yo llevo haciendo conciertos desde los 11 años, en la calle, en los bares; tuve la suerte de que muchos amigos de la hostelería de mi pueblo me permitieron tocar en sus garitos y poder coger esas tablas. La gira de OT me sirvió como profesional, pero al final lo que a mí me dio la fuerza artística es haber tocado toda la vida en la calle y en las bodas.

-Ahora cantan las tuyas.

-Me emociona ver a las niñas en las galas de fin de curso cantando mis canciones... Me gusta mucho y pienso: «¡Madre mía, quién me iba a decir a mí todo esto!».

-Te confesaste hace unos años como una mujer «rabuda» [risas].

-Ya no, ya no. Eso fue hace tiempo, ahora relativizo mucho, tengo mucho nervio, pero intento transformar todo en energía positiva. Yo ahora lo que quiero es rendir lo máximo.

-¿Vendrás a alguna playita en verano?

-Eso espero que sí, a ver si puedo recuperar el mar. Me hace falta.

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