La imposible aceptación de un cuerpo, la difícil explicación fuera

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«Llamadme Nathan» aborda un reto mayúsculo con transparencia y sinceridad

05 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde la portada de este Llamadme Nathan hay un extraordinario trabajo de transparencia y sinceridad, un ejercicio de honestidad con el lector que se despliega hasta la última página. Y no debería ser para menos cuando hablamos de lo que hablamos en este cómic.

La historia que aquí cuenta Catherine Castro, con dibujo de Quentin Zuttion, le llegó indirectamente a la escritora francesa, aunque nadie diría que no está pensada en primera persona, por el nivel de detalle con la que desarrolla esta novela gráfica. Relata los años que van desde que Lila -nombre ficticio para una historia real- se convierte, mental y físicamente, en Nathan. Es un cómic sobre la transformación sexual de una joven estudiante. Pero es a la vez (no se puede abordar de otra manera) un trabajo sobre los miedos, las dudas, las frustraciones, la incomprensión, el ansia por huir...

Nathan nace como una niña. En un cuerpo de niña. Y le llaman Lila. Y recibe peluches, y mochilas rosas, y juguetes con Hello Kitty, y blusas... Pero Lila quiere patinetes, camisetas, pantalones y pelo corto. Un día en la playa se mira reflejada en el mar y ve cómo empiezan a crecer sus pechos. Y no quiere pensarlo ni verlo. Rechaza su cuerpo. Y le empiezan a atraer las mujeres. Su cabeza -la ya de por sí complicada cabeza de un adolescente- es un lío. Incapaz de trasladar los miedos a sus padres, se rodea de sus amigos, posiblemente la parte más amable de un tebeo directo, y que tangencialmente implica a tres secundarios clave: un padre que no sabe si lo que le pasa a su princesa (así la llama) es solo un problema de edad; una madre que no advierte a tiempo las preocupantes señales que hay en su casa (por ejemplo, los cortes en las muñecas de Lila/Nathan); y un hermano pequeño de quien se ríen en el colegio, impasibles al dramático caso de su hogar.

Llamadme Nathan aborda un reto mayúsculo, el de la identidad, introduciendo la sexualidad, la crueldad infantil o el feminismo. Es un trabajo estupendamente narrado y dibujado, incluso con buen rollo, que no viene mal para destensar. No será uno de los mejores tebeos del año, no. Pero es un cómic necesario.

«Llamadme Nathan»

C. Castro y Q. Zuttion

EDITORIAL ASTIBERRI PÁGINAS 144 PRECIO 18 EUROS