Novedades Carminha: «Queremos que cuando vengas a un concierto sea la noche de tu vida»

Carlos Pereiro

FUGAS

Los santiagueses publican hoy su nuevo disco, «Ultraligero», una oda al baile y al disfrute musical, que desarrolla el cambio que emprendió la banda con su anterior trabajo

15 feb 2019 . Actualizado a las 23:20 h.

Profetas en su tierra. Novedades Carminha lo son. Los santiagueses lograron con su sonido de garaje establecerse como un referente de una nueva ola del rock y pop castellano. Surfeando por la península se instalaron en un Madrid, que supo acogerlos y en el que situaron su base de operaciones. Desde allí lanzan hoy Ultraligero. Un salto hacia la mezcla de géneros, donde la cumbia, el hip-hop o el pop conviven pacíficamente. A un mes de su concierto en Capitol, su hogar, ya han vendido todo. Se avecina tormenta. Carlos Pereiro, Carlangas, voz y guitarra de la banda, contesta.

-¡Cómo hemos cambiado! Es una frase que seguramente lleve escuchando un tiempo. Recuerdo que en su día comentó: «Quizás perdimos diez, pero ganamos quinientos», a la hora de hablar de lo difícil que es para un músico el cambiar de aires y retener a sus seguidores.

-Fue así. Hay que asumir riesgos. Primero para evolucionar, para que siga habiendo ilusión y ganas de seguir tocando. Hacemos música que nos mola a nosotros. Campeones del mundo ya mostró un cambio evidente, y ahora Ultraligero acaba de desarrollarlo. ¿Se ha bajado de Novedades Carminha a lo largo de su carrera gente? Sí, pero por suerte se han subido mucha más. No nos hemos equivocado en ese sentido, y si así fuera daría igual. Esto es lo que nos sale de corazón.

-Lo que sí se percibe es que ha habido un proceso muy pensado por su parte. Fueron avisando de la llegada de este disco con adelantos. Con calma, pero sin pausa.

-El público agradece poder ir escuchando nuevo material cada cierto tiempo, sin tener que esperar hasta el próximo disco. Era una idea que queríamos traer a Novedades Carminha. Nos permitía ir trabajando en el disco con tiempo, repasar músicas de baile que nos molan, pero pasándolas por nuestro filtro. Queríamos hacerlo de manera fresca e inmediata.

-¿Es posible que el público se tome la música y sus géneros más en serio que los autores? A la hora de separar, de no mezclar. Casi sectorial.

-Es que a mí me mola la música, no un género en concreto. En el pop hay eso de que «con el disco que te descubrí es con el que te quiero ver morir», pero… mis referentes no son así. The Clash, por ejemplo, es una banda de punk que acaba haciendo un disco de reggae y dub. O The Beastie Boys, que empiezan en el hardcore y acaban siendo una de las bandas más importantes de hip-hop… Novedades Carminha quiere eso, hacer algo propio, no mirar la tendencia.

-En «Obsesionada» canta «últimamente estás extraña / ya no me miras a los ojos / solo te importa la unidad de España». Su humor sigue presente.

-Es que somos gallegos. La retranca y la ironía es el hilo conductor que llevamos desde el primer disco. Queremos que el público se refugie con nosotros, que cuando nos vean en directo sea un momento de bailar, de pasarlo de puta madre y donde cada uno haga lo que quiera.

-¿Es el baile el gran punto de este disco?

-Es que el baile es algo que se comparte en comunidad, pero que disfrutas individualmente. Me gusta pensar que nuestra música se disfruta así, en grupo. Es un concepto que me atrae. Proponer cosas nuevas con base en el rock and roll, que al fin y al cabo fue la música que durante años se usaba para bailar. Visitamos nuevas fórmulas, pero queremos que cuando vengas a un concierto nuestro sea la mejor noche de tu vida.

-En octubre cerró en Santiago la tienda de Novedades Carmiña, de la que cogieron el nombre. Ya está alquilada. ¿Visitó a los nuevos inquilinos?

-[Ríe] No, no, aún no, no sé qué hay allí. Lo que sí intentamos fue quedarnos con el cartel pero no fuimos capaces. ¿Sabes? Nos llegan miles de fotos, literalmente, al año de gente con el cartel. Es increíble.

-¿Pero llegaron a intentar su compra entonces?

-Hicimos la intentona, pero no se pudo. Al fin y al cabo, los ladrones del nombre fuimos nosotros.