Una historia de amor en un ecosistema lleno de color

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El Circo del Sol presenta en el mes de diciembre en A Coruña su espectáculo «OVO», en el que unos insectos se debaten entre el romance y la envidia mientras desafían a la ley de la gravedad

13 oct 2018 . Actualizado a las 01:24 h.

Cualquier ecosistema puede ser pervertido por un elemento extraño. Hasta el más bucólico ve rota su armonía por la llegada de algo tan aparentemente inocuo como un huevo. Es el caso del micromundo fantástico que nos propone el Circo del Sol en su espectáculo OVO, que estrenará en A Coruña esta navidad. Una sociedad perfecta, poblada por insectos llenos de color, ve turbada su paz cuando una mosca y un huevo se cuelan en su dichosa monotonía. Y todo esto, claro, desafiando las leyes de la gravedad entre trapecios, piruetas y contorsiones, como mandan las normas que rigen en esta compañía.

«Es como mirar a través de un microscopio, de manera que se descubre un nuevo universo minúsculo, pero visto a lo grande», explica Gerry Regitschnig, que interpreta a Máster Flipo, el jefe de esta comunidad de bichos, y que define este espectáculo como «una historia de amor con un huevo en medio». El huevo de la discordia lo trae una mosca que termina entablando relaciones con una mariquita y despertando así los celos del jefe del grupo. Una suerte de Romeo y Julieta en clave entomológica donde predomina el color, y no solo en el vestuario y los decorados: «Hay color incluso en la música, que tiene muchos toques brasileños», asegura Regitschnig, austríaco residente en Bilbao que lleva desde 1992 trabajando con el Circo del Sol.

Pero conseguir todo ese color y espectacularidad requiere una dedicación total: «Todas nuestras actuaciones son muy exigentes. Esta en particular tiene un número de trapecio espectacular. Para eso ensayamos y entrenamos todos los días entre cinco y siete horas. Es que son muchos números dentro del mismo espectáculo. Aquí estamos todos en un estado físico excelente. Tenemos que cuidarnos, incluso en la alimentación», cuenta Máster Flipo. Y quien se encarga de cuidar a los artistas en este espectáculo es Victoria Vázquez, stage mánager de OVO: «Soy la que administra los entrenamientos diarios e intenta agilizar la carga de trabajo que tienen durante el espectáculo de la noche», cuenta desde Las Vegas. Unos cuidados en los que intentan darle a los artistas «todo lo que necesitan para estar en forma física y mentalmente. Son giras muy largas, de dos meses o dos meses y medio, y no pueden agotarse. Tienen que estar muy preparados, incluso mentalmente, porque no es fácil estar moviéndose constantemente de ciudad cada semana. Dormir siempre en una cama diferente es agotador», explica. Eso sí, tanto esfuerzo tiene su recompensa: «Cuando llega la noche del estreno y sale todo bien ves que todo ha merecido la pena».

Escenario complejo

Pero la complejidad de un espectáculo de estas dimensiones va mucho más allá de lo que se ve en el escenario, tal y como explica la stage mánager: «No hay que coordinar solo a los artistas, sino también todo el apartado técnico, porque el escenario es muy complejo. Los técnicos lo montan dos días antes de cada representación para que los artistas puedan entrenar allí mismo antes del espectáculo. Son alrededor de cincuenta artistas los que se ven sobre el escenario, pero hay más de cien técnicos y 23 autobuses para trasladar toda la infraestructura del espectáculo. Son más los que no se ven, los que están detrás del escenario, que los que ve el público». Así lo relata Victoria Vázquez, que conoce bien los entresijos y secretos del Circo del Sol, porque antes de dirigir la escena pasó por ella: «Empecé en el 2008 con el Circo del Sol como artista, pero ya antes era trapecista. Trabajé con mi familia en varios circos por toda Europa y EE. UU.. Con el Circo del Sol hice show fijo, no de gira, y la experiencia es muy diferente. Estuve así cinco años, pero después pasé a stage mánager, seguramente porque al haber estado en el otro lado entiendo mejor que nadie las necesidades de los artistas. Conozco muy bien cómo se cansa el cuerpo de un trapecista», asegura. Aunque después, en escena, todo desaparece y surge la magia.