Dani de la Torre: «Me encanta colarme en una sala y ver que el público grita»

FUGAS

MARCOS MIGUEZ

Años 20. Barcelona. Anarquistas. Luchas obreras. Es «La sombra de la ley», la primera película de gánsteres de España, que supone el regreso del monfortino Dani de la Torre a la gran pantalla tras el éxito de «El desconocido»

28 sep 2018 . Actualizado a las 12:53 h.

Ambientado en los felices años 20, el 11 de octubre llegará a los cines el nuevo thriller de Dani de la Torre (Monforte, 1975), La sombra de la ley, un proyecto de la productora gallega Vaca Films con el respaldo de Atresmedia Cine. El punto de partida de esta historia de gánsteres es el robo de un tren militar, que deberá investigar Aníbal Uriarte (Luís Tosar).

-¿Cuándo tuvo claro que el cine español debía tener sus propios gánsteres?

-Después de El desconocido, Emma Lustres (Vaca Films) y yo queríamos hacer otra película juntos. Buscamos temas y ella me habló de un guion que había recibido para una película de gánsteres. Lo leí y me gustó mucho la historia, la época, los problemas y conflictos que había. Después, me entró la curiosidad sobre si eso tenía algo que ver con la realidad. Estuve investigando, viendo filmaciones, fotografías, leyendo libros de la época... y, al final, no nos diferenciábamos mucho del Chicago de los años 20. La ropa, el vestuario, los coches, el ocio... Al ver las pintas de cómo iban, dije: «Esto es tal cual la época de Al Capone», pero realmente estaba muy oculto.

-Corrupción, luchas de poder, manifestaciones... No está tan alejado de la actualidad.

-Eso es una de las cosas positivas que tiene la película y, al mismo tiempo, negativa. Es positivo que nos podamos sentir identificados, pero hay muchos temas que no han tenido solución. Los años 20 y la época del pistolerismo han sido la base de la sociedad moderna. Es una película que, además de entretenernos, nos va a hacer reflexionar mucho.

-Un filme que supone continuidad de muchos miembros del equipo respecto a «El desconocido». Luís Tosar, Jorge Coira, David Machado...

-Somos muy gallegos a la hora de montar clanes [se ríe]. Para mí es una seguridad trabajar con ellos. Cuando las cosas funcionan, ¿para qué cambiarlas? Estamos todos contentos con el trabajo, que fue complicado porque rodamos en siete semanas y media.

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-¿Lo peor fue el poco tiempo?

-Sí. La mayor dificultad siempre es la económica, tampoco tenemos los presupuestos de películas de Hollywood. Tienes que hacer las cosas con mucho menos tiempo y muchísimo más esfuerzo. Una de los aspectos que más me preocupaban era no estar a la altura de la puesta de escena de una película de gánsteres, y estoy orgulloso de todo el esfuerzo a nivel fotográfico, de puesta en escena, de producción y efectos digitales, que ayudan a que el espectador se sumerja y viva la Barcelona de los años veinte.

-Una Barcelona que en buena parte se grabó en Galicia. A Coruña, Santiago, Monforte...

-Hay un montón de sitios. Me encanta rodar en Galicia y si puedo traer para aquí, lo hago. Además, en Galicia hay muchos lugares que no ha pasado el tiempo por ellos.

-Pero, ¿de verdad llegaron aquí los gánsteres?

-Por desgracia, llegaron a todas partes, pero a nuestra manera. La sombra de la ley transcurre en la época del plomo en Barcelona, en la que el pistolerismo y las luchas sindicales eran muy fuertes. Fue en esa época, principios del siglo XX, cuando hubo el éxodo masivo de gallegos, extremeños, andaluces a trabajar a las fábricas de Cataluña.

-Quedan una semana para la premier en Sitges -5 de octubre-, ¿la sensación es similar a la del 24 de septiembre del 2015 cuando estrenó «El desconocido» en A Coruña?

-Por un lado, al tener experiencia, ya he pasado por lugares y me afectarán menos las cosas. Pero, por otra, sientes la misma incertidumbre. ¿Le gustará al público? ¿Funcionará? Estoy muy expectante por cómo responderá el espectador. Creo que hemos hecho un esfuerzo tan grande para contar nuestra propia historia de gánsteres que ojalá el público responda y podamos seguir abriendo puertas y explorando en nuestro cine lugares que todavía no se han transitado.

-¿Lo afronta como una reválida de «El desconocido»? Entonces decía que el desconocido era usted, calificativo que ahora ya no puede utilizar.

-El cine siempre es una reválida. Lo es para los grandes directores, ¡imagínate para mí! [Ríe] Sigo siendo desconocido, aunque un poquito menos en el circuito industrial.

-Siempre dice que quiere al espectador sentado en la butaca y en este filme poco respiro le concede.

-El trabajo del guionista es fundamental. Quizás esta película es diferente respecto a El desconocido porque no gira en torno a las sorpresas. Aquí hay tantos elementos a tener en cuenta: la época, los gánsteres, los coches, la ciudad, los conflictos laborales, la cantidad de personajes que circulan en torno a la Barcelona de los años veinte y al robo de este tren del ejército, que se hace entretenida porque viajas al pasado.

-También propicia algún respingo.

-[Ríe]. Me encanta hacer eso. Me lo paso bien cuando me cuelo en la sala de cine y veo que los espectadores gritan, me encanta. Ahí me siento como un niño malvado, es como volver a la infancia.

-Empezó con los cortometrajes, después una miniserie y ya van dos largometrajes. ¿Ahora toca Hollywood?

-Hollywood está muy lejos. Me conformaría, lo digo de verdad y siendo honesto, con poder dedicarme a contar historias aquí. Evidentemente, ¿a quién no le gustaría contar una historia de Hollywood? Pero eso sería un sueño, lo que pasa es que es muy complicado. Soy feliz contando historias aquí.

-Cuando hizo «El desconocido» decía que no le quedaba otra que arriesgar y afrontarla como si fuera su última película. ¿Tuvo la misma sensación ahora?

-[Ríe] Incluso más. La segunda película ya no sorprendes a mucha gente y, por otro lado, tienes una presión añadida para no defraudar a naide. Siempre tienes la presión de que va a ser la última, es que puede ser la última realmente. Hay muchos compañeros que solo dirigieron una película.

-El primer riesgo ya es hacernos ver que tuvimos también gánsteres.

-Es muy bonito y sorprendente, porque realmente sí los hubo. Es algo maravilloso que el cine nos ayude a ser cronistas de nuestra historia. A lo mejor la gente, al ver La sombra de la ley, se interesa por el tema del pistolerismo, del anarquismo, de los convulsos años veinte, del origen de la sociedad moderna. Fue una etapa que nos marcó como sociedad.

-¿Queda mucho de aquel Dani de la Torre que de chaval le robó la cámara a su madre para irse a rodar un desfile al instituto?

-Algo siempre queda. No puedes renunciar a todos tus orígenes. Soy de Monforte, me crie allí, aprendí muchas cosas. Me encanta volver a casa, ver cómo mi familia y amigos me apoyan, creen en mí y se ilusionan tanto o más que yo con mis proyectos.

-¿Tenían mucha acción esos desfiles?

-Ja, ja.. Echábamos a grabar las cámaras y cogíamos absolutamente de todo. Era muy amateur, pero nos sirvió para tener contacto con la cámara y tener un documento gráfico que es inolvidable. Alguno incluso tiene que esconderse [ríe].

-¿Y qué supone estrenar en Sitges?

-En Sitges fue donde empezó realmente todo. Fue donde conocí a Alberto Marini, el guionista de El desconocido. Emma Lustres me lo presentó allí. Es un festival que me encanta, sin mucha alfombra roja pero con mucho contenido. Vamos a inaugurar una sección de thrillers y ser pioneros también es muy bonito.

-¿Y lo próximo de Dani de la Torre?

-Tengo el proyecto de una serie con Vaca Films y el guionista de El desconocido.

-¿Y en cine?

-No puedo contar mucho, pero sí que cambiaré de género. Será algo futurista.