Marc Rós, de Sidonie: «Ver a los niños desde el escenario me da subidón»

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Los catalanes son una de las cabezas de cartel del Vive Nigrán, un festival en el que estarán también The Limboos, Nathy Peluso o Depedro

21 jul 2018 . Actualizado a las 17:37 h.

Marc Rós, cantante y guitarrista de Sidonie, atiende a las nueve de la mañana. «Estamos grabando temas para el recopilatorio de nuestro 20.º aniversario. Es el único momento que tengo», se excusa. Deja claro también lo que hay de trabajo tras un grupo que, de puertas para fuera, quizá dé una impresión muy diferente. Este sábado a las 23.15 horas actúan en el Vive Nigrán.

-Vaya, veinte años. Curiosamente los Lori Meyers acaban de sacar un disco por ese motivo. ¿Una generación del pop nacional que se hace mayor?

-Sí, es una generación muy trabajadora. Los Lori Meyers con unos currantes. Lo mismo que Vetusta Morla o Izal. Trabajan mucho, ensayan mucho, tocan mucho, hacen muchas entrevistas. Para lo bueno y para lo malo, es una generación más madura que la anterior, que la de los noventa e incluso la de los ochenta. Quizá se eche un poco en falta la espontaneidad, pero por otro lado es un gustazo escuchar esos discos y ver esos conciertos.

 -Habla de Vetusta Morla e Izal, pero esos deben estar cumpliendo los diez años de carrera. Ustedes son anteriores y han enganchado con ellos perfectamente. Recuerdo cuando salió Sidonie con aquel sonido neo-sixties que muchos pensaban que respondía a una moda y decían que iban a ser un grupo efímero.

-Sí, eso responde a la capacidad de adaptarse y lo bien que nos hemos llevado con esas bandas nuevas. Siempre ha habido algún tipo de escena pop nos han colocado a nosotros. Es bonito estar ahí y ver cómo nuestro público se va renovando. Pero eso no tiene más explicación que las canciones. Si no las hubiera, no podríamos mantenernos. Estamos muy orgullosos de seguir ahí y de tener unas canciones que sinceramente me parecen muy buenas.

 -Su último disco celebra el pop y ese modo de vida. ¿Era el espíritu?

-Sí, queríamos cantarle al pop. Siempre dediqué mis canciones a una persona: una amante, una exnovia o lo que sea, pero nunca a la música pop. Ahí se habla de momentos muy emocionantes. Se recogen las vibraciones de la gira del disco anterior. Incluíamos dos canciones que deberían estar en ese, que son Un día de mierda y Estáis aquí. Esas canciones, por melodías y por arreglos , se adelantaron a su tiempo en cuanto a la cronología de su discografía. Lo que vivimos con esos dos temas en esa gira, sintiendo esa manera de comunicarnos con la gente de un modo tan inmediato, es lo que hizo que hiciéramos un disco así. 

-El festival Vive Nigrán tiene un planteamiento familiar. ¿Qué le parece esta tendencia en auge?

-Estamos encantados. Siempre hemos visto que nuestro pop conecta muy bien con los niños pequeños. Hace poco hicimos un concierto solo para niños en la sala Apolo 2. Fue uno de los más psicodélicos y locos que hayamos vivido. A mí me da mucha alegría. No sé si tendré hijos algún día, pero al verlos desde el escenario me da un subidón.

-En el escenario parece que no hayan dejado de ser niños.

-Tiene que ver mucho con que, cuando éramos adolescentes, escuchábamos mucha psicodelia. La psicodelia es Alicia en el país de las maravillas, El viento entre los sauces y toda esa literatura victoriana infantil maravillosa. Eso te hace volver a la niñez, al salto, al grito y la locura. Aunque hayamos depurado nuestro pop, queda esa cosa psicodélica. Además, sabemos que esto nos diferencia de todas las bandas. Tú sabes que cuando vas a ver a Sidonie siempre va a haber un punto de locura o de improvisación que no sabes cómo va a acabar todo. Y eso es un puntazo.

-Los recuerdo en el Noroeste del 2015. Eran teloneros, pero al día siguiente todo el mundo hablaba de su concierto.

-Sí, nosotros siempre vamos a los festivales con la mentalidad de que nadie nos conoce. Nos preguntamos: ¿tú qué harías para convencer a esa persona que no tiene ni idea de qué es Sidonie y va a ver a The Vaccines, Los Planetas o Franz Ferdinand? ¿Qué puedes ofrecer? Y con ello conseguir la foto del partido, ese momento de felicidad en el que al día siguiente todo el mundo habla de ti. Lo hemos conseguido muchas veces.

-Sidonie jugó mucho con la pose estoniana. ¿Se ha perdido con ese pop familiar el espíritu peligroso y subversivo del rock n’ roll?

-Sí, es una de las cosas que han ocurrido. He pensado muchas veces en ello. El rock es casi como una especie de caricatura. Una imagen de los Ramones ya no es esa cosa amenazante que supongo que debería sentir la gente del 77. Ahora es un logo que puedes adquirir en las franquicias de ropa y que la puedes estampar en la camiseta de tu niño. Sí que se ha perdido esa peligrosidad que estaba asociada al rock and roll, con las drogas y el sexo. Pero también se ha ganado en otras cosas. Al final, de lo que se trata es de que cada uno se centre en hacer buenas canciones, que es lo realmente importante. Que te drogues y destroces habitaciones de hotel no va a servir de nada si no las tienes.

 -Tras verlo varias veces en directo me cuesta imaginarlo en otra cosa que no sea liderar una banda de pop. ¿Se imagina haciendo otra cosa?

 -Yo llegué tarde. Me tuve que ver en un escenario para saber que estoy hecho para esto y que estoy muy cómodo. Pero mi vida iba por otro caminos, siempre me acuerdo de eso. El pop no lo es todo en mi vida. Es importante, pero no todo. Hay otras cosas. Ser consciente de esto es básico para que yo no me cree ese personaje. No quiero tener a ese Marc Rós todo el rato conmigo. Yo soy un tipo muy hogareño. A mí sentarme en el sofá, con un libro y una copa de vino es una de las cosas que más me gusta hacer del mundo. No quiero perder eso para nada.

 -Sidonie emergieron como una cuadrilla de amigos un tanto revoltosos que salen al escenario a pasárselo bien. ¿Se siguen viendo así?

 -Sí, porque la vida en la carretera es muy dura. Si esto no lo haces con los compañeros de viaje adecuados no podrías seguir. A mí cada vez me da más pereza salir de casa y andar durmiendo en hoteles. Pero si lo haces con tus amigos es diferente. Lo sientes como tu casa. Estar juntos en esto es lo que le da sentido a todo. Si no, no tendría explicación.