«Uno de nuestros primeros conciertos fue en el karaoke de Santa Cristina»

FUGAS

Jesus Romero

El cantante de un grupo que abandera la escena alternativa de nuestro país confiesa que los comienzos fueron duros, y pone como ejemplo una de sus primeras actuaciones en A Coruña

03 may 2018 . Actualizado a las 17:22 h.

Mikel acaba de terminar su particular terapia: sacar a la luz las once canciones que componen el cuarto trabajo de estudio de Izal, Autoterapia. Un disco, que aun teniendo la misma masa madre, sabe diferente a los anteriores. Para esta exitosa receta han contado con un mayor tiempo de cocción, ingredientes de primera y la gran compenetración de todo el equipo de cocina.

 -«Autoterapia» es un disco introspectivo. ¿Había mucho dentro que sacar?

-Siempre lo hay, la forma que tengo de sacar todo eso desde hace mucho tiempo son las canciones, pero es verdad que creo que en este trabajo se ha acentuado esa mirada introspectiva, esa primera persona del singular. Podría parecer obvio que las historias giraran en torno a lo más significativo de los últimos años, que ha sido la música y el privilegio de poder dedicarse a lo que nos gusta, y la cantidad de milagros musicales que hemos vivido, pero es curioso que sigo componiendo sobre las mismas preocupaciones que hace cuatro discos. Al final todos somos más iguales de lo que parece, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, y hay un montón de sentimientos y emociones universales que son las que verdaderamente importan, y no las que podrán derivarse de una profesión tan peculiar como a la que me dedico.

-Es un disco diferente a los anteriores, ¿pero más que un giro es una evolución?

-Creo que cualquier músico siempre busca evolucionar más que girar, al final hay un esencia, una personalidad, una forma de escribir, de tocar la guitarra, de arreglar con los teclados... Hay una base que es la personalidad de cada grupo, incluso de cada miembro del grupo. En nuestro caso lo que hemos buscado es la evolución, la búsqueda, la experimentación, no aburrirnos de nosotros mismos. La gran diferencia es la cantidad de recursos que hemos tenido: de tiempo, de calma, de la tranquilidad de la que dispusimos... El primer disco se grabó en ocho días y este se grabó en dos meses. Un cerebro inquieto necesita tiempo. Ahora lo hemos tenido, y creo que ha sido un ingrediente básico para este disco. Además de muchos otros: una compenetración mucho mayor que hace ocho años cuando empezábamos, una pérdida de complejos o miedo, aunque nunca los tuvimos, pero hoy más que nunca hacemos lo que nos da la gana. Esta ha sido otra de las máximas del grupo desde que empezó. Si antes lo hacíamos, imagínate ahora, después de ver que haciendo lo que te nace, y sin importarte nada más que divertirte o hacer música...

-El tiempo ha sido clave, ¿hacía falta tomar distancia?

-Yo creo que sí, porque al final tienes que descansar hasta de la felicidad, de lo que más te gusta hacer en la vida, y en este caso decidimos hacerlo después de siete años trabajando sin parar. Creo que nos vino muy bien este tiempo de parón, de pensar en otras cosas, de vivir alejados de la música, aunque al que le gusta la música nunca vive alejado de ella, pero sí que creo que llegamos al estudio de grabación como debíamos para un cuarto disco, descansados y aburridos de las vacaciones, de no tocar. Este ha sido otro de los ingredientes, yo creo que se han alineado muchas circunstancias que hacen que consideremos Autoterapia nuestro trabajo más redondo, más completo y más emocionante.

-Me da la sensación de que en tus discos dejas entrever tu carácter inconformista… ¿no?

-Si hablaras con mi madre te sacaría de dudas inmediatamente, siempre me dice que soy la persona más inconformista que conoce.

-Ese carácter te hace querer siempre más. En «Copacabana» decíais que había recursos para superaros, ahora me acabas de decir que es el trabajo más redondo que habéis hecho, aún así, ¿hay margen para la superación?

-Hay que pensar siempre que el próximo disco será diferente, ni mejor ni peor, porque eso es muy relativo. Estoy seguro de que hay un montón de gente a la que le gusta más Magia y Efectos Especiales, que es el primero, que el último, por lo que sea, porque lo escuchan en un momento diferente de sus vidas, porque el descubrimiento de un grupo y ese sonido es muy difícil de combatir con cualquier otro álbum… Nos pasa a todos con el primer disco que escuchas de un grupo te encanta, esa primera vez que escuchas esa voz… es muy difícil conseguir lo mismo con otro disco. Por eso hay que pensar que el siguiente será diferente, y nos hemos demostrado a nosotros mismos que mientras nos emocionemos nosotros todo saldrá bien, es tan sencillo como eso. Seguro que nos inventaremos cosas diferentes, aunque intentaremos mantener el lujo de tener tiempo. Más que nada por nosotros mismos, porque vamos a estar dos años escuchándolo, y como no te aporte nuevas emociones estás jodido, porque si llegas aburrido del anterior, imagínate de uno que continúa la historia.

-El documental «Crónica de un parpadeo» explica el efecto Izal. Como decimos aquí casi: «Chegar e encher».

-Yo creo que el camino ha sido muy largo. Para mí empieza a los 16 años, cuando cojo la primera guitarra y compongo la primera canción. Después soy cantautor unos años y luego llega Izal, con los otros cuatro izales… No es en absoluto un parpadeo, eso es lo bueno, que han sido muchísimos pequeños pasos que han hecho un camino. Ocho años de Izal dan para mucho, en los que no hemos parado porque sabíamos que se trataba de poner toda la carne en el asador.

-Me refería de pasar de 100 espectadores a 17.000.

-Sí, sí lo sé, pero hasta en ese sentido ese crecimiento lo hemos vivido con mucha intensidad pero a lo largo del tiempo. Los tres primeros años del grupo están plagados de anécdotas, es como si se hubiera estirado muchísimo el tiempo, y sin embargo, nadie los conoce. Luego poco a poco, y digo poco a poco, porque para mí sí ha sido poco a poco, han venido un café La Palma, una Joy, la Riviera.. pasos que parecen rápidos pero que son cinco meses de trabajo que se te hacen muy largos. Si miro hacia atrás, estos ocho años han sido agotadores, pero me parece la forma más emocionante de vivir un éxito en cualquier ámbito. Algo tan grande como en lo que se ha convertido Izal, no crece de la noche a la mañana.

-¿Alguna vez lo soñasteis?

-No nos lo permitíamos. Somos gente realista. Recuerdo perfectamente la conversación en la furgoneta de Alejandro durante los cuatro primeros años del grupo. Recuerdo que nuestro objetivo sincero y honesto era poder meter 100 personas en 20-30 ciudades de España para poder seguir girando, era a lo que aspirábamos. Hacíamos nuestras cuentas y si tocábamos dos tres o veces a la semana en dos o tres sitios, y vendíamos 100 entradas, podíamos ser mileuristas de la música, y ese era el objetivo. Todo lo demás es regalado.

-Cuéntame eso de que todo comenzó en un karaoke de Santa Cristina, en A Coruña.

-¡Hostia! Sí desde luego fue uno de los primeros pasos. Sitio Distinto, se llamaba, pues ahí estuvimos tocando para una multitud de 20 personas. Sería el año 2012, con Magia y Efectos Especiales, es una de las muchísimas anécdotas de las que te hablaba antes.

-¿Era la primera vez que tocabais juntos?

-No… O sí, ahí ya me pillas. Es de los primeros pasos pero creo que no el primero. El primero es en La Mala, en Madrid, fue el primer concierto de Izal propiamente dicho, hablamos del 2010, que ni siquiera era la formación actual, porque durante los tres primeros meses estuvimos ajustando personas hasta estar los cinco. Pero lo del karaoke de Santa Cristina lo solemos contar porque es de los primeros conciertos. Nos estaban viendo unas 20 personas. Quedaba solo media hora de concierto y abrieron las puertas, gente que venía a que acabáramos y poder cantar ellos. La última media hora de concierto fue un poco dura porque había 20 personas escuchándonos y otros 30 esperando a que acabáramos para poder cantar sus canciones y disfrutar del sábado sin esos pesados que estaban ahí cantando canciones que no conocían. Es una de las miles de anécdotas que tenemos, pero todas las piedras cuentan en el muro. Esas condiciones eran duras, tenías que creer mucho en ti mismo para no acabar ese concierto, volver a Madrid con pérdidas y decir: «Chavales hasta aquí hemos llegado». Pero en vez de decir eso, siempre decíamos: «¡Joder, qué pasada! Había 20 personas y hemos vendido 20 discos, nos da para pagar la gasolina y el alojamiento». Esa era la ilusión y la escala, porque si a esas 20 personas que vienen les vendemos 20 discos y se van hablando de nosotros, quizás esa bola de nieve sea más grande cuando el escaparate sea mayor.

-Autogestionarse pudo ser una necesidad, ¿hoy es una convicción? Porque entiendo que hay muchísima gente que quiere estar detrás de Izal.

-Hoy es una suerte.

-Sois la resistencia.

-Bueno la gente tiende a demonizar las discográficas, y lo que son malos son algunos contratos de algunas personas de las discográficas, con las que no hemos tenido que tratar, porque si bien al principio no querían, luego llamaron a nuestra puerta, muy respetuosos, pero nunca hemos tenido una oferta que nos convenza. Nos hemos demostrado a nosotros que de momento podemos gestionar todo lo que nos está pasando, pero sí me gusta matizar que seguro que hay discográficas que están llenas de gente ética que cogen a un grupo con ilusión y les ofrecen un contrato justo. Al principio nadie nos hizo caso, empezamos a caminar solos, con las redes y el boca a boca, que fue nuestro motor, nuestra valla publicitaria, que era gratis y funcionaba muy bien, porque cuando un amigo te habla de un grupo que le mola, le haces mucho más caso que a un anuncio de la tele. Y así crecimos. Luego sí que vinieron esas ofertas, pero no nos convencieron, y seguimos como siempre, y ahora el pastel lo cocinas tú y te sabe más rico, y además no tienes que darle ningún cacho a nadie.

-Muchos festivales este verano, para veros en solitario está difícil.

-El tema de autogestionarte hace que grabes lo que te da la gana, y nosotros esperamos a tener el disco perfecto para sacarlo. Era marzo, llegaba el verano y un montón de festivales se interesaron por nosotros. Así que por horario y calendario, primero viene una gira de festivales 2018, y cuando acabe el verano seguramente hagamos salidas internacionales porque México, Colombia, Perú, Chile y Europa también hay que cuidarlas, y después ya haremos propiamente la gira Autoterapia que será un show diferente.

-La última vez colgasteis el cartel de «no hay entradas» en A Coruña.

-Tenemos muy claro las ciudades que nos funcionan muy bien. Lo de A Coruña fue tremendo, una barbaridad, una locura porque tampoco es Madrid o Barcelona. Obviamente esas cosas nos las anotamos con Edding rojo permanente muy grande. Fue uno de los conciertos más inesperadamente exitosos que tuvimos en la gira Copacabana.

-¿Os pesan mucho las comparaciones con Vetusta Morla?

-Al principio cuando un grupo empieza a destacar tanto se buscan las referencias automáticamente. Yo nunca entendí la comparativa, más allá de que estamos autogestionados, y quizá por ahí venga... Pero más allá de eso no veo más, y en los últimos años ya hemos visto que es el proceso natural que le toca ahora a otros grupos, que los comparan con nosotros. Al final disco a disco te vas a haciendo tu espacio propio, pero en el primero dices a ver qué suena y entonces tienes que nombrar a otros grupos para situarlo en la escena o en el género. También te digo que bien que la referencia sea tan buena porque respetamos mucho el trabajo de los Vetusta Morla, igual que el de Lori Meyers, porque al final somos grupos que hemos tenido la suerte de liderar el movimiento independiente o la escena alternativa.

-Este disco tenía como objetivo la búsqueda de la felicidad. ¿La habéis logrado?

-Me remito al inicio de la conversación. Al final todas las personas se dediquen a lo que se dediquen tienen las mismas preocupaciones y la profesional es solo una de ellas. Ese apartado lo tenemos muy bien cubierto pero siempre hay otras cosas, otras realidades personales, problemas, y te das cuenta de que por mucho éxito profesional que tengas nunca van a dejar de estar ahí y darte algún disgusto que otro, pero en términos generales ayuda mucho dedicarte a lo que más te gusta para ser feliz.