Por qué deberías conocer (y amar) a estas tres mujeres

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La segunda temporada de «The Good Fight», la serie derivada de «The Good Wife», sigue apostando por el protagonismo de tres mujeres fuertes, los temas pegados a la actualidad, secundarios de lujo y diálogos brillantes

15 abr 2018 . Actualizado a las 21:36 h.

«Esa risa acaba de arreglarme el día», dice un camarero tras una carcajada de Christine Baranski. A él... y a todos los espectadores de la segunda temporada de The Good Fight. Ella es Diane Lockhart, el pilar sobre el que pivota el spin-off de The Good Wife... sin la buena esposa del título, y que emite Movistar Series. ¿Que echamos de menos a Alicia Florrick, protagonista de la primera serie? Cierto. Pero solo en parte. Aunque esperamos que aparezca cada vez que se abre un ascensor, tal vez dejamos de extrañarla cuando el carisma de Baranski y la inteligencia de los diálogos acaban de engancharnos por completo. Y cuando el fantástico plantel de secundarios de The Good Wife aparece en escena, en forma de juez, abogado, fiscal o delincuente.

Cabe preguntarse por qué otras series más mediocres están en boca de todo el mundo y maravillas como esta siempre quedan en un segundo plano. La arrolladora máquina de publicidad de plataformas como Netflix o HBO es una de las explicaciones. El miedo a perderse detalles importantes por no haber visto las siete temporadas de The Good Wife podría ser la otra. Y sin embargo, la gran pelea emprendida por las tres protagonistas de la serie no necesita de su serie madre para brillar.

Quién es quién

Una veterana abogada liberal y feminista que ha tenido que aparcar la jubilación (Christine Baranski), una joven y agresiva letrada negra sin pelos en la lengua (Cush Jumbo), y una novata recién licenciada, lesbiana y con problemas con la justicia (Rose Leslie) son las tres patas de este banco. Esperen... ¿una demócrata, una negra y una lesbiana en la era Trump? Sí, ese es el punto de partida de la serie creada y escrita por el matrimonio formado por Michelle y Robert King. No hay que olvidar que la primera temporada arrancaba precisamente con el estupor de Diane Lockhart ante la victoria de Trump. Y la segunda comienza con la propia Diane asustada ante un mundo y una sociedad que no comprende, que se le escapa y que le parece cada vez más peligrosa y enferma.

Pero a pesar de ello (o tal vez por eso mismo), la risa del personaje, sus inusuales salidas de tono, cierta adicción a sustancias sospechosas, se convierten en el contrapunto perfecto. Pocas veces las carcajadas de una actriz habían iluminado de esta manera una escena. Diane parece desquiciada y nos gusta más por eso.

El protagonismo femenino es todavía más atractivo porque, a diferencia de otras series, la clave de estos personajes no está en sus relaciones sentimentales. Sí sabemos qué pasa en sus vidas, pero los hombres (y la mujer) que las acompañan ni las definen ni acaparan las tramas. Cosa que se agradece especialmente, y que entronca con la serie de la que surgió todo: Alicia Florrick sí partía de una relación fallida y de otra que empezaba (estaba delimitada por dos hombres, por tanto), pero la serie acababa centrándose en su evolución más allá de lo sentimental. En lo profesional, pero sobre todo en su crecimiento como persona, como ser independiente y no definido únicamente por sus relaciones de pareja.

Con el estreno de la segunda temporada de The Good Fight, decía Robert King en declaraciones a la revista Variety que ayuda ver que los personajes caminan por las mismas calles que tú, que reaccionan a las mismas noticias que tú. Ese apego a la realidad, al día a día, es una de las claves (y de los éxitos) de la serie.

Esto no es (tan) serio

Que nadie se equivoque, eso sí: los temas serios, pegados a la actualidad (no solo estadounidense: aquí hay cuestiones que nos tocan a todos de cerca) son una de las claves. La reivindicación de la mujer, otro. Pero lo más importante es que la serie es entretenidísima, inteligente y rápida. The Good Fight, como su antecesora, es una gran serie de abogados, sí. Pero también es mucho más.