Natalia Lafourcade: «Me interesa que mi música trascienda generaciones»

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La artista mexicana, principal exponente de esa nueva generación de cantantes latinas que han actualizado la canción popular, actúa por primera vez en Galicia

22 feb 2018 . Actualizado a las 16:03 h.

De niño, cuando la vida aún se hacía en las cocinas, recuerdo a mi madre siempre cantando. Yo hacía los deberes o jugaba distraído y ella cocinaba o cumplimentaba las labores domésticas. Y cantaba. Siempre cantaba. Cantaba canciones de Los Panchos, de María Dolores Pradera, de José Alfredo Jiménez o de Chavela Vargas. Aquel cancionero, sin yo ser consciente, quedó aferrado mí con un vínculo de una profundidad e intensidad que por entonces desconocía. Llegó después la adolescencia y por supuesto renegué de todo lo aprendido. El discurrir de los años me llevó a irme despojando de pueriles prejuicios, de ridículos esnobismos y de innecesarias poses. Y hete aquí que ahora me encuentro que aquel cancionero que el paso del tiempo no fue capaz de desarraigar de mí, prudentemente actualizado por un puñado de voces casi siempre femeninas, se ha convertido en referencia cool, en icono de modernidad, en tendencia musical aupada a la categoría de santo y seña de un nuevo modo de entender la cultura, el feminismo, la estética e incluso la sociedad latinoamericana.

Fue quizá Julieta Venegas la primera en hacernos ver que otra realidad asomaba al otro lado del charco. Una realidad que ahora tiene su más firme constatación en la que fue su discípula aventajada, Natalia Lafourcade.

La artista mexicana sorprendió al mundo en el 2012 con un disco de homenaje al más grande de los compositores de música popular latinoamericana, Agustín Lara. En aquel Mujer divina, Lafourcade se marcaba duetos con artistas de la talla de Gilberto Gil, Miguel Bosé, Lila Downs o Devendra Banhart.

Con su siguiente disco, con el elocuente título de Hasta la raíz, obtuvo seis premios Grammys, varios de ellos en la categoría de música alternativa. Paradojas de estos tiempos modernos.

En sus dos últimos trabajos, Musas Volumen 1 y el Volumen 2 publicado esta misma semana, ambos grabados con Los Macorinos, el dúo de guitarristas que acompañaba a Chavela Vargas, Natalia Lafourcade no solo homenajea al folclore latinoamericano en su fondo sino también en sus formas, presentando las canciones en una exquisita desnudez y con una sublime dulzura y sensibilidad, de modo muy parejo al cual fueron creadas.

La mexicana, acompañada por toda su banda, está de gira por Europa. Una gira de solo 5 conciertos: Londres, París, Barcelona, Madrid y, sí, Ferrol.

-Aunque la música popular siempre ha sido tu fundamental referencia hasta ahora en tus discos la habías actualizado. Sin embargo en «Musas» no solo respetas su esencia sino que incluso mantienes su sonoridad original. ¿Por qué ese cambio?

-Es que mis inquietudes en la música han ido cambiando. Para mí la música es un constante estar buscando. Y el folclore es muy rico para explorar. Con Musas lo que he querido es regresar a la intimidad, a la bohemia, a la esencia acústica de estas canciones lo que me permite generar con ellas un vínculo muy especial.

-¿Qué te parece el haberte convertido en un icono de modernidad teniendo como fundamento postulados musicales tan tradicionales?

-Yo no me siento tan moderna. Lo que siento es que he llegado a generar un vínculo lindo con la gente y que mi música se ha hecho algo muy incluyente. En ese sentido me parece bonito porque me ha dado la oportunidad de llevar a mi público a conocer algo que a lo mejor no habría conocido de no ser por un proyecto como este. E incluso hay artistas para los que ha servido de inspiración y ahora se están acercando a este tipo de trabajos.

-¿Te sientes cómoda en ese compartimento de «música alternativa»?

-Realmente ni yo misma sé cómo catalogar mi música. Siento que al final es un pop generoso que trata de colaborar con diferentes géneros siempre de un modo muy incluyente.

-¿Has tenido o tienes la sensación de ir contra corriente?

-No trato de empujar en esa dirección. Realmente voy de la mano con lo que me inquieta, con lo que me gusta y con lo que me emociona. Lo que pasa es que hoy en día hay muchas propuestas musicales que están yendo en dirección totalmente contraria a la mía. Yo solo procuro mantenerme honesta, buscar la forma de que no se me apague la ilusión.

-Has dicho que necesitabas explorar tu pasado, tu esencia. ¿Qué has descubierto en esa exploración?

-Una cosa muy interesante para mí ha sido ver que la música puede trascender generaciones. Ya no es aquello de que si es música para adultos o para jóvenes. En mi caso se han quitado esas barreras. Como creo que tampoco las hay en lo que se refiere a acercarme a todo tipo de géneros y estilos musicales.

-¿Incluido el reguetón?

-La vertiente musical del reguetón, conectada con los ritmos africanos, puede llegar a interesarme. Pero su discurso no. Por supuesto que tiene que haber música para pasarlo bien y divertirse pero es importante que estemos alerta frente a todo aquello que puede distraernos de la verdadera esencia de las cosas.

-¿Qué está pasando en Latinoamérica que muchas de las principales referencias musicales que nos llegan son femeninas?

-Creo que es por la necesidad que sentimos de reivindicar el papel de la mujer en nuestras sociedades. De ahí que empiecen a surgir todas esas mujeres poderosas y guerreras que luchan por sus sueños. Tengo la sensación de que estamos haciendo lo que nos toca hacer.

-¿Quiénes son tus musas?

-Una muy presente es Chavela Vargas. Otras han sido Violeta Parra o Mercedes Sosa. Y también hombres como Caetano Veloso o Atahualpa Yupanqui.

-¿Procuras estar al tanto de la actualidad musical?

-Bueno... Hace unos días estuve en la ceremonia de los Grammy y disfruté mucho de propuestas como las de Bruno Mars, Lady Gaga o Kendrick Lamar. Pero, honestamente, en la comodidad de mi casa escucho otras cosas que me hacen sentir mucho más tranquila.

-¿Es la música un bálsamo para curar el odio?

-Sí, la música tiene el poder de sanar lugares, gentes, corazones... De trascender. De acompañar.

-En tu canción «En el 2000» decías que el planeta giraba a la derecha. ¿En qué dirección gira hoy?

-Creo que gira en direcciones contradictorias, hay mucha incoherencia en el ambiente. Hay discursos que se lanzan en una dirección mientras que caminamos en la otra.

-En alguna ocasión has dicho que no te sientes con madurez política para involucrarte más. ¿Qué tendría que pasar para que surgiera en ti ese compromiso?

-Creo que ese no es mi papel. Ya hay mucha gente que lo hace. Yo siento que mi papel es hacer música, esa es mi fortaleza y he decidido aferrarme a ella y dedicarle mi vida por completo. Ese es el lugar en el que me quiero mantener.